Documento: Historia oral narrada por Lorenzo Pérez Jolote, hijo de Juan, y grabada por Toru Shimizu
Document: Oral History Narrated by Lorenzo Pérez Jolote, Son of Juan, and Recorded by Toru Shimizu
Presentación
La primera versión de este texto fue publicada en japonés, y conforma los dos primeros capítulos (cap. 1: pp. 145-157, cap. 2: pp. 157-177) de la segunda parte del libro titulado Koora wo seinaru mizu ni kaeta hitobito [Los que convirtieron la Coca en agua sagrada. Testimonio de dos generaciones de una familia chamula]. La primera parte del libro es la traducción de Juan Pérez Jolote de Ricardo Pozas, y la segunda, la traducción de la historia oral narrada en español por Lorenzo, hijo de Juan.
Es una lástima que no pueda presentar aquí más que los dos primeros capítulos, pero a pesar de ello podrán ustedes captar el ambiente de la narrativa de Lorenzo. Los lectores que han leído Juan Pérez Jolote tendrán interés en este documento, que es una historia narrada por la segunda generación de una familia indígena.
Siguen al texto que aquí presento en el libro publicado en japonés los siguientes:
Capítulo 3: Los hombres a la finca, las mujeres a la ciudad. Se trata de la vida cotidiana en las fincas vivida por Lorenzo; el declive del sistema de enganche y de la influencia del Sindicato de Trabajadores Indígenas de Los Altos de Chiapas (STI); el aumento de las mujeres que salen a la ciudad y el nuevo problema que sufren las mujeres.
Capítulo 4: La castidad y el matrimonio. La costumbre tradicional de casamiento y el caso de Lorenzo; el nacimiento de su primer hijo; la reacción de los chamulas al control de natalidad; el matrimonio con los (las) de otros pueblos.
Capítulo 5: De las fincas a la “Tierra Caliente”. La costumbre de la herencia; el declive del trabajo comunitario; el trabajo en Tierra Caliente con los zinacantecos y el proceso de su independización de los zinacantecos; el cambio en la agricultura y diversificación de los cultivos; la desigualdad cada vez más amplia entre los pocos ricos y los demás.
Capítulo 6: Protegiendo a nuestros santos. El trabajo del sacristán y el mayordomo; los robos intentados de los santos; la función de los cargos y la ceremonia del cambio de las autoridades; Carnaval más importante para todo el pueblo.
Capítulo 7: Vida, muerte, y los curanderos. La costumbre de curación y la medicina moderna; la esposa de Lorenzo que se enfermó; la relación entre el enfermo, su chulel [nagual], el curandero, San Jermín y los brujos; la conversación que hizo Lorenzo con un ikal [duende, negro].
Capítulo 8: Nuestra religión, nuestro pueblo. El padre que llega a la iglesia y nuestra religión; el conflicto con los padres de la “misión chamula”; la expulsión de los “protestantes”.
Epílogo. Primera experiencia de Lorenzo en la Ciudad de México; Ricardo Pozas y el papá de Lorenzo que le acompañó en su trabajo; Lorenzo engañado por un periodista; el difunto hijo Domingo que se fue a Oaxaca para recibir al Papa.
La historia oral de Lorenzo se basa en 16 horas y 25 minutos de grabación realizadas en 10 días entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre de 1983. Hice las dos primeras entrevistas en la casa de Lorenzo, localizada en el paraje Kuchulumtik del municipio de San Juan Chamula, Chiapas, pero a partir de la tercera entrevista, debido a que se enfermó su esposa, me vi obligado a hacerlas en varios lugares: la sacristía del templo de San Juan, un rincón de la plaza central de la cabecera, un restaurante de la misma, el restaurante del Hotel Parador Mexicanos de San Cristóbal de Las Casas y una habitación del mismo. Toda la grabación está archivada en la Sección CT-Chis. del Archivo Privado de los Documentos Orales de Toru Shimizu.
Publicar la versión en español ha sido un gran anhelo de Lorenzo, quien siempre me lo ha pedido para que la lean sus hijos y nietos; aunque solo sea una sección, podré responder de alguna manera a su anhelo.
Al mismo tiempo, la versión en español será de interés para el mundo hispanohablante como una historia oral de la segunda generación de la familia Pérez Jolote. Aparte de eso, junto con la obra de Ricardo Pozas, podremos acercarnos a una historia moderna de México, vista por dos generaciones de una familia indígena. Es una micro-historia, pero “real”, vivida por la gente común; es de carácter básicamente diferente de la historia convencional u oficial, y nos plantea de nuevo el problema de quiénes son los protagonistas de la historia.
Fotografía 1. Lorenzo Pérez Jolote, tocando su arpa en frente de su casa.
Fuente: Toru Shimizu, 1983.
Además, la narrativa de Lorenzo de 1983 tendrá alguna importancia como testimonio histórico. A partir de los años 80 del siglo pasado, la comunidad Chamula entró en una nueva etapa histórica, caracterizada por un drástico cambio sociopolítico y económico: el derrumbe del monopolio de poder por parte de unas pocas familias; la diversificación de las actividades económicas y políticas del pueblo; la intensificación de la rivalidad religiosa entre “nuestra religión” y la de “los protestantes” y un compromiso para la convivencia de las partes; el cambio drástico de la relación histórica del pueblo con la ciudad de San Cristóbal de Las Casas con el aumento de la población indígena que se estableció en esa ciudad, y también el incremento de los que buscan trabajo en Estados Unidos. En este sentido, la narrativa de Lorenzo será uno de los testimonios históricos inmediatamente previos a estos cambios históricos.
Fue en 1981 cuando conocí a Lorenzo en persona, y me impresionó su capacidad de hablar en castellano. Tenía gran talento como narrador; una vez que empezó a contar su pasado, sus recuerdos y anécdotas, no dejó de hablar con mucha fluidez y rapidez, como si lo estuviera disfrutando. Mediante la entrevista que hice con él, me di cuenta de que ya tenía establecido su propio mundo del castellano. El lenguaje de Lorenzo puede parecer equivocado gramaticalmente para los lectores acostumbrados al español normativo-académico. Sin embargo, tiene su propia lógica y coherencia, por lo cual he tomado la decisión de presentarlo tal como es sin ninguna modificación. Al mismo tiempo, no debemos pasar por alto el valor cultural, propio y original de su mundo del castellano, igual que el mundo tzotzil, su idioma. Documentar el relato de Lorenzo como un texto socio-lingüístico y cultural es el cuarto propósito de esta versión, de manera que se respeta su narrativa original.
No hubiera sido posible esta publicación sin la invitación de esta revista. Los editores me mostraron su interés cuando tuvimos una reunión conjunta que se celebró en San Cristóbal de Las Casas el 8 de septiembre de 2019 entre el Seminario Permanente FOKUS1 y algunos de ellos.
Fotografía 2. Paisaje lejano de la cabecera en c. 1950
Fuente: Fotografía obsequiada por Lorenzo.
Fotografía 3. Paisaje lejano de la cabecera en 1983
Fuente: Toru Shimizu, 1983.
Capítulo I: O el Señor Dios, o el don dinero
El encuentro con las autoridades en mi sueño
Fue cuando vivía mi padre. Yo trabajaba en la finca con mi padre, entonces, así soñé yo. Vino un señor, igualito como indígena, como unos autoridades, con chamarra negra y con su sombrero así doble, se llama entera pixolal, de listones doble. Entonces me dijo el señor:
—Lorenzo —me dijo, pero leeejo me gritaba, pero yo oigo luego luego—. ¿Ya regresaste en la finca?
—Sí, tío —le dije.
—Bueno, entonces me esperas un momentito. Yo vengo con mi secretario, con los autoridades. Tengo que decirte mucho con usted.
—Está bien, aquí estoy sentado —le dije.
Porque mi papá tenía bastante terreno, yo tengo mi azado y ahí estaba y barbechando. Veo en mi sueño. Estaba temprano, pero salió el sol y estaba bien caliente. Entonce vinieron ellos. Vino caminando primero el secretario. Era como un ladino. Me habló de lejos.
—Lorenzo.
—Secretario —le dije. Mi espíritu parece que conozco ya el secretario.
—¿Ya regresaste en la finca?
—Sí, secretario.
—¿Puedo entrar en el cerco?, que quiero hablarme[hablarte].
—Sí, cómo no. Hay camino, solamente subes una gradita, porque no está bien aceptar que entran mucho el borrego. Hay gradas para entrar, pueden subir. Súbenle.
—Está bien, entonces —dice—. Entonce luego, ahí está cerca ya.
—Bueno, Lorenzo, buenos días.
—Buenos días, mi secretario.
—Aquí venimos con usted todos los autoridades. Somos autoridades del pueblo. Aquí está presidente, está el regidor, el primer alcalde, primer gobernador, y con las policías, con los escribientes. Hasta yo soy mero jefe de Chamula. Yo soy el secretario. Entonces ¿qué piensas, Lorenzo? Ya regresaste en la finca.
—Pues, yo no pienso nada. Solamente estoy pensando trabajo de dónde puedo trabajar. Quiero conseguir dinero —le dije.
—Está bien, Lorenzo, porque ya conociste ya un poco de trabajo, entonces por eso venimos todo del pueblo. ¿Si quieres trabajar allá nomás en Chamula? —me dijo.
—Pero mira, secretario, ¿qué trabajo hay allá? —le dije.
—Hay trabajo de todo.
—Pero a la mejor si es fuerte, no puedo yo —le dije—. Si hay unos quien me regañan, si no va bien hecho mi trabajo.
—No, no, aquí no hay quien te regañan. Por eso yo te dije, que vine a escoger. Te voy a preguntar personalmente con todo los autoridades. Si quiere trabajar conmigo, con todos autoridades, te vamos a dar trabajo. Así como está saliendo el sol ahorita, y hasta que se termina el sol, tienes trabajo para todo el día.
—Ah, está bien, entonces, si me vas a enseñar. Por favor, porque si solito yo voy a trabajar, no sé qué voy a hacer. Porque así estoy llegando en la finca, siempre hay encargado o caporal o mayordomo, entonces me enseñan qué trabajo, o de chaporro o de echar abono, o de poda, todo. Hay unos quien enseñan.
—Sí, cómo no —dice—. Pero ¿sí vas a quedar conmigo de veras? —dice el secretario.
—Sí, cómo no, secretario.
—Está bien, Lorenzo. Entonces te voy a dejar este libro.
Se abró su..., su así como camisola pues, o camisa grande, y sacó su libro. Así de tamaño de libro graaande, doooble, negro, igual como lo que tenía el padre en la misa. Entonces me entregó, así estaba yo sentado.
—Bueno, está bien, Lorenzo.
Ahora habló el primer alcalde.
—Si vas a trabajar conmigo, te voy a entregar mi libro mío también. Aquí vas a recibir tres libros.
—Está bien.
Entonces, me dio otro libro, solamente más chica, lo recibí la segunda. Entonces de la tercera era [de] los escribiente.
—Entonces, Lorenzo, yo te doy mi libro yo también, porque tú pensaste bien que vas a trabajar conmigo, pero no es de lejo, aquí nomás en nuestro pueblo. Te voy a dejar esta libreta.
Pero la libreta es puro cuaderno limpio, y con tres lápices y tres plumas que se meten en tintero para escribir.
—Yo te voy a dar. Entonces recibiste. ¿Sabes por qué? —dice—. No horita vas a trabajar conmigo. Va a dilatar tres días, porque horita tengo trabajador. Tiene está cuidando mi trabajo, pero ya lo vi en su corazón, ya no quiere trabajar. Ya quiere cambiar su lugar, pero yo no quiero así. Si quiere trabajar contento, yo cuido todavía, pero si no quiere trabajar, mejor que se vaya. Pero no de aquí sobre la tierra, se va a buscar otro trabajo. Yo si lo saco en mi mano y borro su nombre, entonces se va al otro mundo. Yo no quiero ver su cara aquí nomás. Ya no me quiere ver mi trabajo, entonces, yo puedo mandar el otro mundo. Porque mi trabajador así me dijo: “Señor, ya dilató muchos años. No tengo mi hijo, no tengo mi familia. No hay quien me cuide.2 Si yo vivo muchos años, cuando ya estoy viejo ya, ¿quién va a mantener? Mejor yo me voy a morir en así edades nomás, está bien”. Así dijo en su corazón. No estoy obligando de vivir muchos años. Si quiere morir, si quiere vivir, o si quiere trabajar o no quiere trabajar, se puede, todo lo que quiere. Por eso ya lo buscar su relevo quien va a quedar. Porque te di, usted te vas a quedar aquí como deciste el trabajo sí, entonces está bien. Ya está apuntado tu nombre. Así nomás te digo, Lorenzo, ya recibiste de mis libros, entonces, allí nos vemos entre tres días.
Fuente: Fotografía obsequiada por Lorenzo.
Fotografía 4. Interior de la iglesia de San Juan en c. 1950.
Tres días, tres años
Me desperté como las cuatro de la mañana. Estoy en la finca con mi papá. Entonce a mi papá le dije.
—Papá…
—¿Qúe cosa, hijo?
—Ya..., papá, no sé qué dice usted...
—¿Qué le viste?, contarme bien —me dijo.
—Está bien, papá.
Estaba yo llorando. Pensé que yo voy a morir allí en la finca o no sé qué dice mi papá. Parece que no estoy dormido. Dije a mi papá.
—Soñé que vino los autoridades de nuestro pueblo. Me van a dar mi trabajo allá en Chamula. Vino el secretario, vino el gobernador, el primer alcalde, todo los autoridades con su traje así como cada fiesta.
—Contarme, hijo.
—Dice que tenía su trabajador, pero ya no obedece el trabajo. Así me están diciendo.
—¡Ah, Dios! —dice mi papá y empezó a rezar al Dios, y dijo—: Mira, hijo, ese ya…, tú vas a quedar mi relevo. ¿No lo viste cuántas días que va a estar todavía el viejo trabajador?
—Me dijo el señor que nada más tres días. A los tres días va a agarrar de mi trabajo yo.
—Entonces, hijo, yo voy a morir en tres años. ¿Tienes libreta? Anótalo qué día lo viste tu sueño, lo vas a ver, así voy a morir.
Entonces empezó a rezar mi padre allá en la finca en su cama, porque en donde estamos durmiendo es una gallera, así como está, una cama así, otra cama así, otra cama así como cuatro pisos de camas. En una casa viven más de cien personas de puros trabajadores. Rezando mi papá, rezando, pero llorando ya.
—Mira, Dios, soñó mi hijo, pero no me dejes de morir aquí en esta finca. Pues yo, si así se acaba mi suerte, ni modo. No tengo mucho mis hijos, no tengo mucho mi familia, solo dos tengo, una mi hija, y uno mi hijo, ni modo. Pero no me dejes de morir aquí, mejor yo voy a morir allí donde me nací, allí donde... allá San Juan. Yo puedo morir, ni modo, qué voy a hacer, pero yo regrezco, aquí, Señor Dios, no me dejas aquí. Por favor… ¿Qué voy a hacer? Ya tengo mucho mi pecado y siempre voy a morir, así dejaste, soy moridor, Señor —así dijo mi papá rezaaando todo esas cosas, entonces llorando. Terminó de esta.
Y a la hora tocaron sus cachos los cocineros para recibir tortilla, y allí se quedó calmado mi papá. Entonces llegamos al trabajo, porque mi padre aparte trabaja porque es gente grande, porque yo aparte estoy trabajando. Entonces regresemos en la tarde, como las dos de la tarde ya, acabamos de comer y de todo ese, entonces juntemos con mi padre, y habló, me preguntó mi padre.
—Mira, hijo, ese, tu sueño es muy bueno. Soñaste muy bueno. Ese trabajo lo que tengo yo como fiscal del templo tú vas a recibir, y muero yo, tú vas a quedar, pero tienes que cuidar. Si tú vivirás muchos años, entonces, si portas bien, así de que trabajo como fiscal de sacristán, entonces, así te morirás como yo. Es quiere no toma mucho el trago, no echas mentiras, trabajas bien, bien, así nos quedamos como yo. Yo siempre voy a morir. No es igual como árbol, que da la raíz, da retoño. Si mandó a sus ordinarios para morir, siempre vamos a morir. Solamente que pones listo bien. Soñaste tres días, a ver tres años. Mejor dase de Dios.
El sueño en Veracruz que me contó mi papá
—Pero mira, hijo, así soñé antes cuando estoy de soldado. Yo fui en la guerra. Encontré mi mujer, entonces la primera mujer no me sirvió y di a unos cuantos años allá, allí se quedó dos mi hijo. Se quedó Manuel Pérez y Natalio Pérez en Veracruz. Como son así nomás su nombre y apellido de ellos, porque Jolote no le dije mi apellido.
Entonces así llegó un hombre y una señora allá a traerme. Me dijo que voy a servir todavía aquí en este pueblo. Así soñaba así. Parece que es personalmente que me estaba hablando. Pero yo le dije a mi suegro, y me dijo:
—Entonces, hijo, no vas a morir aquí, no vas a vivir aquí. Siempre vas a regresar en tu casa —así me dijo mi suegro—. Es la verdad —dijo mi suegro.
Al otro día así lo vi que me soñé así, me dijo el hombre y la mujer.
—Tú, Juanito, váyanme hablaste todavía como yo ya no lo sé ónde estás. Estás de muy lejo, pero me hablaste hasta oído, y por eso vine a buscarme [buscarte] —dijo el señor.
—Pero ¿quién me veniste a buscar?, ¿qué quiere?, yo no tengo nada aquí —le dije.
—No tienes nada, pero es que te voy a servir todavía. Nos vamos. Dobla tu maleta y vas a seguir así donde voy y entonces así es tu casa.
—Yo lo vi en mi sueño —me dice mi papá—. El hombre caminaaaba sobre los árboles, porque hay cerros, así vaaa lo vi sobre los árboles caminando con su mujer. Amanecí, y lo conté mi sueño con mi suegro. Entonces así me dijo.
—Pobre Juanito, vas a regresar, no vas a morir aquí. Tu espíritu ya se fue con tu patrón de allá. Solo tu cuerpo hay aquí, tu espíritu ya está con san Juan.
Así como me dijo mi suegro, estaba yo de triste. Ya no quiero vivir ni siquiera un día estar allá con mi esposa.
—Yo me voy —le dije.
—Me voy también —dijo mi esposa.
—Ahora mira, indita, no te puedo llevar. ¿Con qué? no hay carro, no hay con qué, y a ver si yo voy a llegar en unos tres meses o más, porque no hay qué cosas nos va a llevar. Vas a morir en camino. Si yo voy primero y llego en mi pueblo, entonces ya lo sé ónde está el camino, cómo podemos caminar, te regreso a traer —le dije a mi esposa.
—Ah, ya no vas a regresar, papacito —me dijo mi esposa.
—Ay, lo vas a ver [que] yo regreso —le dije.
Porque yo estaba pensando si yo llevo mi mujer, saber cuántos meses voy a llegar, mejor yo voy solito, voy a buscar otra mujer allá. Así está pensando ya en mi corazón.
Entonces me salí de allá, llegué aquí en este pueblo. Entonces gracias a Dios, encontré tu mamá aquí, mi mujer. Entonces cuando estaba yo soltero con tu mamá, pedí un cargo de primer mayor, serví y usted allí naciste3 cuando estoy primer mayor.
—Ya me serví muchos años, pero hora gracias a Dios, no entré en la cárcel, no nada, porque estoy trabajando bien allá en Chamula, y así vas a quedar tú también, hijo. Que te portas bien, porque ya soñaste. [En] ese sacristán mayor como fiscal4 estoy aquí, así vas a quedar dentro de un tiempo. Lo vas a ver. Apúntale, anótalo cómohas tu sueño —me dijo mi papá.
El don Dinero y la muerte de mi papá
Pero mi papá cuando regresó en la finca, entonces trabajaba por un señor de San Cristóbal, porque le pagaba muy bien. Mi papá vino un señor de, no sé de alemán o gringo, no sé, era un señor de lejo. Vino a vivir en San Cristóbal. Como mi papá sabía hablar de toda palabra de tzotzil, de castellano, entonces, llegaron a buscar en Chamula, en la presidencia.
—¿Quién sabe troducir [traducir] las palabras de tzotzil en español?
Como ya publicado el libro de su vida,5 entonces llegó a buscar de dónde su casa Juan Pérez Jolote, a preguntar al presidente.
—Es que quería yo aprender del tzotzil de ustedes, idioma de ustedes, que me troducen todo, porque yo quiero saber cómo es de hablar de tzotzil todo.
—Pero, ¿quién sabe más de aquí? —dice el presidente a los autoridades—. Mejor usted, mayor, te vas a ir a enseñar de dónde su casa de Juan Pérez Jolote —dice—. Está bien —dice el mayor, y se fue a llevar en el paraje el señor.
Entonces platicaron, hicieron trato, qué tanto paga diario, por hora, y vino mi papá en San Cristóbal a vivir con el alemán o no sé cómo se llama, es un meco [rubio].
Cuando lo vio el señor que hablaba muy bien mi papá, le dieron una su casa ahí, como tiene gallinero, todo el señor ahí. No más parece que tres año o dos año le dieron permiso de salir en su tierra a vivir aquí, a estudiar el tzotzil, que toda las palabras lo que sabe mi papá. Entonces lo vio el señor que trabaja muy bien mi papá, entonces cumplió de dos años aquí trabaja con mi papá, entonces el señor se fue en su tierra. Pero lo su casa donde tiene comprada aquí, ahí se quedó toda sus cosas. Tenía su marrano, o su gallinero, su gallinas, pollos, todo lo que tenía allí. Se quedó mi papá a cuidar allí.
Pero lo que no quiere mi mamá, no quiere venir en San Cristóbal. Llegó a traer mi mamá, le dijo:
—Vamos, mujer, vamos, Dominga, vamos allá en su casa del señor. Nos paga muy bien. Porque ya se fue el señor con su esposa, con su criada, y no hay quien hace mi comida. Solito yo estoy haciendo mi comida y hay veces que yo salgo al mercado a comprar. Mejor que yo vivo con usted allá, usted va a hacerlo.
—No quiero, yo no quiero salir ninguna parte. Si quieres ir, vete —dice mi mamá, y se enojó.
Pues entonces el señor san Juan lo dejó mi papá. Ya no quiere cuidar ya iglesia, y en la fiesta no quiere ir ya. Lo dejó. Entonces dice mi papá que se soñó.
—Entonces, mira Juanito, ¿por qué me vas a dejar y allí sigues, allá con los ladinos? Dime claramente. Si ya no me quieres cuidar aquí, yo puedo borrar tu nombre. Te vayas una vez.
Cuando regresó una vez a casa dice mi papá que así soñé. Bueno entonces, mi mamá le dijo:
—Mira, Juanito, porque así soñaste es que ya lo dejaste san Juan. Porque san Juan solamente no habla en su boca. Pero soñaste. Hasta la fiesta no querías tú venir a celebrar. Pero ese es san Juanito, ese es el nuestro patrón. De donde estabas trabajando con él, es un gringo, un de donde era ese, solamente te paga muy bien. Pero aunque tengas mucho dinero, si te borra el nombre san Juan, te vas a morir —dijo mi mamá.
—Era la verdad, pero no quiero dejar mi trabajo, es que estaba yo ganando un poco bueno —dice.
—Bueno, usted lo piense —dice mi madre.
Entonces así empezó a enfermar. Era sacristán mayor todavía, pero ya no trabajaba. Al poco tiempo, entonces, tomó, se fue una fiesta, ya no me acuerdo de qué fiesta, ¿en Noche Buena?, ya no me acuerdo, se empezó a tomar mucho cerveza. Ya quería su corazón mucho pues, empezó a tomar y tomar. Así casi un mes o más, seguía tomar.
El dueño de la casa era un protestante, entonces ya tenía muchas gentes que enseñó de otras religión. Allí llegan a verlo y le preguntaron a mi papá:
—¿Ya regresó el patrón?
—Bueno, no ha regresado, es que yo quedé cuidando aquí —contestó mi papá.
—Yo me voy, porque ya va cerca de la fiesta. Entonces tú lo vas a cuidar ese, le dejo la llave todo eso. Yo me voy unos ocho días, diez días allá a celebrar la fiesta.
Porque la fiesta de Noche Buena son nueve días. Entonces quedó solo mi papá, y se fue a tomar nomás. Así se empezó de la enfermedad. Dejó de tomar, pero ya estaba bastante grave. Así poco a poco.
Como yo estaba haciendo la primera casa de techo de paja, entonces de nuevo, nuevo esa casita, llegó a verla mi papá cuando terminó, pero estaba bieeen enfermo. Como yo tengo mi debe[deuda], empresté un poco de dinero, tenía que ir en la finca para pagarlo. Entonces dije a mi papá:
—Yo me voy en la finca para pagar mi debe[deuda], lo que tanto gasté para mi casa.
—Bueno, hijo, a ver cuando regresas, si aquí estoy todavía o ya estoy enterrado. Porque yo tal vez voy a morir, así me dijo san Juan ya, yo creo que es san Juan. “Juanito, ya no me quieres cuidarme. Que te vayas una vez, ya no te quiero ver tu cara”. No sé si es san Juan o solo nomás así está mi sueño.
—Bueno hay que cuidar, padre —le dije.
Yo me salí en la finca, salí para pagar el debe con habilitador, con sindicato.6 Pero no estaba bien el trabajo allí, me estaría en otra finca. Dejé mi trabajo y me hui a otra finca de lejo. Entonce cuando mi papá se enfermó, de un mes después quizá, mandaron un carta donde dejó mi dirección de la finca, pero ya no estaba yo trabajando allá, entonces no me encontraron. En otra finca estoy, trabajé como cuatro o cinco semanas allá, estaba bueno, entonces, mandé cien pesos mi dinero con otro mi compañero a entregar a mi esposa. Cuando regresó mi compañero a la finca, supe que ya estaba enterrado mi padre. Como yo mandé mi carta y el dinero con la carta cerrado, luego me contestaron a donde estaba yo trabajando. Mi esposa se fue a la presidencia, y allí hicieron una carta con máquina. Como en ocho días ya llegó la carta, entonces, lo leí la carta lo que dicen, ya tenían más de ocho días que estaba enterrado mi padre. Decía que solo mi madre estaba llorando, estaba triste. Así se empezó por la tanto tomaba, así se murió.
Era la verdad: tengo la libreta aquí, así se murió mi papá. Por tres días yo soñé, así [fue] de tres años. Como contaban de primero así entonces, soñé más después yo, pero así. Un día, un año. Así se quedó. Pues sí, así se murió mi papá. Fue el día dos de febrero de 1961.
Capítulo 2: El pueblo en el oleaje “civilizador”
Recuerdos de mis papás
Mi papá solamente me enseñó de trabajar y de hablar cómo es, cuál es más bueno: es mejor aprender leer y escribir, es más mejor cómo se puede trabajar, así me enseñó. Un buen consejo me dió. Bueno, mi mamá me un poco duro. Me estaba yo más mayores pues, porque tengo una hermanita más menor, estaba yo grandecito, estaba yo cargando mi hermanita. Pero saber cómo se desató la banda lo que estamos cargando, pues se cayó mi hermanita al suelo. Me pegó mi mamá, porque mi hermanita se lloró, pues, cuando llegó al suelo.
—¡¿Por qué lo vas a botar tu hermanita?! —me dio, me pegó una cachetada. Me pegó como unos tres o cuatro veces. Estaba yo cargando mi hermanita, pues no aguantaba yo todavía, porque estaba medio tiernito yo también. Parece que tengo cinco o seis años de edad. Estaba yo cargando chiquita, es que eramos dos nomás. Vino otro menor después, pero se murió la segunda menor, la hermanita. Pero mi padre no me pegó, no me dijo nada. Es mejor de trabajar, de aprender leer y escribir, dice. Es menos de robar, menos de engañar a compañero, dice.
Yo de por sí cuando desde chiquito yo andaba en el monte ya, siempre yo cargo leña, pero no podía yo cortar. Mi papá lo corta o mi mamá lo corta. Me amarra un poquito, nomás lo tantean como podía yo andar, pues. Pero no hay de más grueso, pesado. Donde está más seca se juntan un poquito. Seca para que se encienden el fuego.
Mi papá no dormía bien. A las cuatro de la mañana sale a traer leña, unos trozos grande, porque los trozos grandes, pues, guarda más el lumbre, fuego, da más brasas. Porque la chica luego se quema, se hace de ceniza. Otro más grande apena aguataba mi papá, como de sesenta kilos de pesor, vieeene con mecapal de puro piel de ganado. Apeeena llegaba con él. Entonces esos tizones para hacer fuego, cuando terminan hacer tortilla mi mamá, echa ceniza y ahí está tizones, y ahí lo guarda el fuego. Aguanta una semana o cinco días de un trozo, según el tamaño como podía aguantarse.
Mi hermanita también ayudaba, sí, pero nomás para el borrego. A veces se va al monte, pero no todo seguido, porque queda con mi mamá a hacer tortilla, ya si hambre, llego yo con mi papá. Mi hermanita no iba a la escuela, porque mi mamá no quería, como no hay quien cuida el borrego. Por eso no habla castilla, puro tzotzil.
Cuando vino la escuela
Así me contaba mi papá:
—Cuando yo estuve allá en el cárcel de Tapachula, mis compañeros prisionero ya sabían que va a comenzar la guerra o qué, entonces, mandaron sus cartas al gobierno para que pidan sus libertad para que salgan batallones. Pero no entiendo lo que dicen. No sé ni leer ni escribir, porque quién tiene la culpa, porque es mi difunto padre.
Porque mi padre, cuando estaba yo de chiquito, me acuerdo ya. Porque antes no había mucho maestro. Solo un maestros en la escuela, así como hora. Entonce cuando salen los mayores, los policías en el paraje a buscar que se vayan a la escuela los niños, solo los niños, mujeres no, dice. Entonces mi difunto padre y mi madre me puse mi nagua y mi chal como las muchachas. Entonce, me tapan mi cabeza. Ya está cerquita, vienen los policías. O si no, entonces, hay muchos chilacayotes, de hojas grandes de chilacayotes, entonces yo salgo allá a esconderlo como un animal. Llegan los mayores en la casa. “Yo no tengo hijo, no tengo, aquí tengo pero muchacha”, dice. Bueno entonces los mayores así. Pues yo si salgo afuera a pastorear borrego un rato, entonces, yo puse mi nagua y mi chal como mujer, y que pasa cerca los policías, no dice nada, “ah, es muchacha”, dice.
Por eso, así no aprendí, por eso me fue a la guerra, entonces, ya no sé de leer y escribir, hasta después aprendí allá en cuartel. Estaba yo triste. Los más soldado, los más [demás] compañero y las mujeres, entonces, están leyendo libro y están aprendiendo qué cosa es bueno, qué cosa es malo. Entonces mi corazón yo estoy triste. “¡Ay Dios! ¿por qué no me dejó de entrar en la escuela mi puto padre?”, dije yo, así me estaba diciendo. Entonce así aprendí un poco de leer y escribir, entonces, hasta yo me fui cuando regresé de la guerra, ya yo no podía hablar de tzotzil de aquí, de aquí de Chamula, puro castellano.
Vamos a aprender el castellano
Como sabía leer mi papá, entonces me metió en la escuela. Yo, estaba yo llorando, no quería aprender, porque el maestro de allá en mero pueblo de Chamula son de San Cristóbal, kaxlán. Pero como no me acuerdo cómo me hicieron acuerdo mi papá con otros sus compadre que tenían otros hijos. Por eso fueron como tres. Tres muchachos y tres papá de ellos, entonces, hicieron acuerdo como tomaban un poco de pox [aguadiente de caña].
—Mejor, compadre, mejor vamos a meter en la escuela nuestro hijo, pues yo, mira, no sé leer y escribir cuando me fui allá en la guerra, pero mejor así estaba chiquito, ahí vamos a meterlo. Si no deja de entrar en la escuela su hijo nuestra esposa, entonces, vamos a decir que vamos a Chamula, vamos a buscar las cosas, vamos a decir así. Ya es queda apuntado su nombre entonces, queda los muchachos.
Porque mi padre así es [que] quiere que yo aprendo de leer y escribir, pero mi madre no me gusta ir a escuela. Porque muchas gentes, los tatabuelos, los abuelos entonce dicen que hay un niño que entra en escuela, ya aprende de leer y escribir, hablar español, entonces se va a la guerra, dice. Lo mandan a llevar. Así platicaban los tatabuelos antes, y así pensaba mi mamá. Pero mi padre está de bien que es mejor de leer y escribir, donde podemos ir cualquiera pueblo, entonce, se puede hablar y contestar lo que pregunta. Así pensaba, entonces, juntaron como tres personas. Me dijo mi padre:
—Vino su compadre, otro su compadre.
Se juntaron y tomaron un poquito.
—Compadre —dice—, buenos días. ¿Nos vamos a Chamula? —dice.
—Sí, compadre, ¿sí veniste con tus hijos? Nos vamos pues.
—Mira, Lorenzo, ahorita nos vamos a Chamula, que hora a buscar padre.
Porque era sacristán y fiscal del templo mi padre: “Vamos a ver la iglesia, vamos a pasear, a comprar unas cositas de allá”. Porque antes había una tienda de ladina. Hay refrescos se llama gaseosa, pan y dulces.
—Vamos a comprar, a pasear.
—Está bien, padre —le dije.
Y me fui. Son ellos padres son tres y nosotros chamacos somos tres también. Entonce entraron en la escuela, porque era una escuela nomás para todo el pueblo.
—Vamos a pasar a ver la escuela.
Pero llegó mi madre y le preguntó.
—¿Por qué lo vas a llevar en la escuela tu hijo? Tú, ahí se queda —me dijo.
—No se queda.
Pero como mi padre pues, estaba hablando con el maestro así en castilla, pero yo no entiendo, ni mi madre no entiende también. Entonces estaban hablando los tres ellos, se apuntó el maestro. Me acordaba que es mi nombre Lorenzo Pérez Jolote, y otro así, su nombre. Entonces, se volvió a preguntar mi madre:
—¿Por qué no más apunta su nombre de su hijo? ¿Quieres meterlo en la escuela?
—Sí, mejor que se entran. Es más mejor todavía. No sabe leer, no sabe escribir es muy sonso. Vas a ir así como yo —dice.
Entonce, empezó a llorar mi mamá.
—¿Por qué lo vas a meter en escuela mi hijo? Solo un mi hijo tengo. ¿Quién va a cuidar mi casa?, ¿quién va a cuidar mi borrego? —dice.
—Pues no importa. Ya está una tu hija. Porque Lorenzo mejor que te aprende de leer y escribir.
Apuntaron los nombres de los tres, nosotros con otros compañeros, entonces luego nos llevan otro cuarto. Nos trajo cuadeno, lápiz. No quería yo, pues, como me estaba diciendo mi mamá que no lo agarras las cosas que te van a dar. Tenía yo miedo. Yo me lloré pues, trajieron pan o galleta, lo boté todo eso.
Entonces, porque tengo un más mayor quien sabía leer y escribir, entonces, se fue a dejar mi papá, me recomendaron con otros más mayores que ya sabía un poco de leer y escribir y más mayores de edad, entonce le dijo:
—Mira, Marianita, te recomiendo mi hijo —Otro Agustín López Ventana, se llama—. Sí te recomiendo mi hijo. Mejor pasas a llevar aquí en mi casa te acompaño y cuando regreso lo traes, porque está chiquito todavía, que tal si lo pegan o roban sus lápices, sus cosas. Dale un consejo, por favor, cómo se aprende de leer y escribir —dice mi papá a los mayores, entró a platicar pues.
—Mejor, Lorenzo —me dice—, aprendemos de leer, aprendemos de escribir. Es más mejor. Hora así como yo, ya sé leer y escribir. Míralo cómo yo estoy escribiendo.
Agarró su lápiz entonces, puso a, e, i, o, u, la, le, le, li, lo, lu, ma, me, mi, mo, mu, toda las palabras.
—Así está bien. Así aprendes también. Mejor vas a salir también.
—Yo te paso a traer en tu casa. Te paso a dejar al regreso —dijo el muchacho.
—¿Será es tu verdad? —le dije.
—Sí, cómo no. Solamete si querías comer unas cositas aquí en la garita, entonces, le vamos a decir tu padre que te dé tu dinerito. Porque vas a necesitar en la escuela, hay unos cooperación, unos centavitos no más.
Antes puro centavo las cosas se compran. Entonces mi padre me dijo.
—Piensé bien, así me dijeron. No te llores más mejor, porque de llorar vas a poner triste.
Pero mi madre no me dije claro si es mejor de aprender, pues me dice que si aprendo yo, entonces, se va a quedar mi madre y mi padre, yo me van a mandar a traer hasta el México, no sé de dónde. No sé cuál es el que más bueno para obedecerlo, o la mejor de mi padre, o la mejor de mi madre, como estaba yo de chiquito.
Entonces, ahí sigue yo entrando en la escuela, llegando, llegando. Como sabe leer mi papá, entonces, al otro día llega a verlo mis letras. Dice que no habla nada de estamos escribiendo pues [se podría entender: Mi padre me dijo: “Todavía no puedes leer en voz las palabras que aprendiste”]. No habla nada. Pasó unos dos semana, tres o cuatro semana, entonces, todo el día [los días] sí llegué en la escuela, entonces mi padre me dijo:
—Enseña, ¿qué cosa enseña maestro? —así todo el día [todos los días]. Entonces, poco a poco lo vio mi padre que ya habla un poquito mi escrito. Entonces dijo:
—Ya vas a aprender poco a poco. Así ya habla un poco. Vamos a ver otro mes.
Entonces vi a otro mes, ya habla un poco, y me dijo:
—¿Cómo se llama? —así me dijieron en principio.
—Así se llama.
—Así está bien, hijo.
Así aprendí de leer y escribir, pues, mi mamá me dijo que ya sé leer, ya estoy leyendo, hablando con el libro.
—Ya aprendiste.
—Muy poco, no sé si así o no es así.
—Ja, ja, ya no vas a vivir aquí. Te vas ir al soldado. Así dice tu tatabuelo.
—Bueno, ni modo, no se sabe todavía. Pero mi papá me dice que no me voy en soldado. Se fue mi papá antes, pero es que salió huyendo aquí en su tierra. Hasta en Tapachula agarró, se fue en la guerra. Pero los demás mis compañeros que ya sabían leer y escribir, entonces, ya entraron en la presidencia de escribano.
—¿Eso sí? —dice.
Fotografía 5. Escuela Benito Juarez en 1985
Fuente: Toru Shimizu, 1985.
Mi vida escolar
En la escuela, me quedaba lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, y sábado no. Llego a las ocho de la mañana, a la una, las dos de la tarde salimos allá. Así está todo el día de cinco día. Hay como 25, 30 alumnos, muy poco. Sí está apuntado su nombre unos 40, 50, pero siempre hay veces que no llegan todos. Llegan un día, dos días en la semana. Puro varón; antes no entraban chamaca, puro hombre. Bueno, los dos compañeros que entré con ellos se huyeron siempre. Entraron como un mes, otro como mes y medio, se pelaron en la finca. Se huyeron con su tío.
El maestro era de kaxlán. Es de San Cristóbal. Solamente viene el día lunes y allí duerme con su mujer, y viernes en la tarde regresa a pie porque antes no había carro, si no lo paga alquirir [alquilar] el caballo. No habla tzotzil, no sabía nada. Son puro castellano. Era muy duuuro, pues sí. Hay veces que los maestros que dura un año, o cinco, seis meses. Hay veces que como nosotros allá no entendemos la castilla pues, entonces, “¿Por qué no aprendes?”, dice así y con regla nos pegaba mucho los niños. Entonce así se encuentran su delito, entonces, lo corren luego. Pero si es bueno los maestros, entonces dura un año, dos años.
Pues yo regreso en la escuela como las tres de la tarde en mi casa. Porque Chamula salgo allí, una hora lleva el camino para llegar a mi casa. Llego a las tres de la tarde. Entonces de allí hay veces como mi papá tenía unos cuantos carnerito, ovejas, paso a comer una mis tortillita, entonces yo voy a buscar su comida de mi borrego. Es que está amarrado con lazo. Desato todo los borreguitos, yo voy a pastorear un rato ya así. Entonces porque está cerquita la milpa donde va a comer borrego, siempre roba. Pasa a la milpa a comer las milpas así cuando está chiquita. Como las milpas no es de mi papá ni de mi madre, es otra, porque son chiquito los terrenos, comió como unas dos matas de milpa. Se quebró una caña. El dueño del terreno, el dueño de la milpa me regañó.
—¿Por qué lo vas a quebrar las milpas? ¿No sabes que es va a servir para nuestro alimento? —dice.
—Bueno, pero me perdonas, es que se pasó mi borrego.
—No, así lo vas a volver a hacer otro día, le voy a decir a tu mamá —me dice—. Entonces a la tarde llegué con mi borrego, pero ¡vayan! fue a avisar a mi mamá. No me pegó mi mamá, nomás pura regañada.
—Lorenzo, ¿si es la verdad lo que estás haciendo?
—¿Qué cosa?
—Que pasó el borrego a su milpa de tu tío.
—Sí, mamá, pero solo un poquito nomás. Sola una caña se quebró.
—Entonces así vas a volver a hacer así todo el día, vamos a ver, voy a chicotear.
—No, mamá, ya no voy a llevar el borrego allá donde está cerca la milpa. Mejor que esté persogado o amarrado todo el día, mejor. Así yo porque así está suelto todo el borrego, entonces, siempre se pasa en otro terreno. Porque hay unos cuatro o cinco borregos, no puedo cuidar todo. Mejor así amarrado, entonces, ahí se come.
Entonces al otro día, ya no estaba suelto el borrego. Hay muchos que tienen borrego, allí llegan a pastorear ahí también, y se acabó las milpas otra vez al otro día, entonces, no lo vió el dueño de las milpas. Es otro borrego, ya no es de nosotros. Pero llega a avisar otra vez en la casa. Ahí estaba mi papá. Llegó una mujer:
—Tío, buenas tardes. Que te vine a avisar, no sé si es la verdad que allí llega tu Lorenzo con su borreguitos. Ya se acabó todo mi milpa. Porque primero lo vi que es tu hijo. Pero hora de la segunda, toda la milpa. Tienes que ir a verlo.
—Ja, ja —dice mi papá—. Vamos a ver, si es la verdad que es mi Lorenzo, lo vas a ver cómo lo va a chicotear. Pero si lo ves en tu cara —dice—. Pero si es otro borrego pasó, entonces, no se sabe bien. Vamos, Lorenzo.
—Pero yo, papá, por Dios santo, yo no salí con el borrego. Pregunta a mi madre. Allí borrego está persogado ayer, antiyer, anteayer, como yo regresé en la escuela, sí a traer poquito de mi leña. Ese borrego ya no salimos allá.
—Está bien —dice—. Vamos a verlo si hora se lastimó.
Entonces llegamos en la milpa, y se fue mi papá a verlo pues. Como ya está seco donde está cortado, dice mi papá:
—Pues ¡no es de hoy! Yo creo que hoy todavía no, siempre se ve. Si es hoy se acaba en la mañana o de día, se da cuenta porque la milpa cuando se corta la hojita, sale su agüita todavía. Si ya tiene dos, tres días, siempre está seco ya. Así como una persona se lastima el pie, empieza el sangre, y en algunos dos, tres días ya se seca. Mira, mejor si lo viste en tu cara si ahí está el borrego, me habías avisar, pero si no es, entonces que tal si es otro pastor, otro borrego pasó. Así me vas a decir yo no te comprendo. Si ahí está el borrego, entonces me habías avisar, yo lo voy a chicotear a mi hijo, pero así nomás no lo viste, no hay testigo, entonce, mejor no me vienes a decirlo.
Me decía siempre mi papá, si no lo viste en tu ojo y no hay testigo quien lo sirvió, no debías creer las pláticas. Pero si es la verdad, no hay donde esconderlo. Si quieres trabajar buenamente, así como yo, nunca te van a regañar, nunca te van a meter en la carcel, nunca te van a dar castigo.
Como antes cuando estoy en la escuela, pues, mandaban árboles frutales el gobierno. Parece que 25 mata de manzana, 25 mata de pera y 25 mata ciruela nos regaló en la escuela cuando llegó el INI. Pero mi madre no quiere que yosiempro[siembro] las árboles frutales, entonces, se metió el borrego. Se comió los retoño, entonces, es que estaba en la finca mi padre, entonces, regresó mi padre, le dije:
—Mira, padre, me regalaron unos cuantas plantas de árboles frutales, pero mi mamá me está regañando mucho. Dice que si se cría los árboles frutales y da el fruto, entonces, es que va entrar kaxlanetik [pl. de kaxlán]. Entonces ya da fruto lo que está sembrando, aquí viene a vivir los kaxlanetik. Vienen bastante a vivir aquí, nosotros vamos a salir adonde nos va a correr, porque así platican tu abuelo, dice.
Entonces mi padre le dijo:
—Mira, esposa, no crea. Porque tu padre y tu madre no sabían leer ni escribir, no sabían cosas, nada más lo agarran una plática nomás así estamos platicando. Una plática es mentira. Pero yo digo es la verdad: el gobierno no viene a quitar nuestro terreno. Nos va a ayudar más todavía. Vas a ver poco a poco, tal vez viene el carro aquí, va a pasar carro y va a venir mucho ayuda con el gobierno. Solamente horita no hay ayuda, pero es que no hay carretera. Lo vas a ver. Ese árboles frutales si se cría y si se da fruto, tal vez vamos a comer todavía si Dios quiere si vivimos todavía muchos años.
—Saber… —dice mi mamá.
—Lo vas a ver —dice.
Es la verdad lo que dijo mi padre. Nada más como unos diez, quince matas se pegó, y lo demás pues comió el borrego. Pero se crió esos árboles frutales hasta mi padre comieron todavía el fruto y madre. Ciruelas se dió fruto más temprano, pero poco año más tarde dio su fruto es el manzana y el pera. Hasta hora sigue dando fruto.
Yo terminé mi primer año de primaria, entonces entré de segundaria [segundo], ahora de tercer año primaria, ya sé leer y escribir, firmar. Pero lo que me falta mucho de castellano para troducir, así como estamos hablando. Si me habla, no podía yo contestar. De leer y escribir, sí.
Pero no es mucho lo que aprendí, nomás de tercer año primaria, me salí yo. Entonces allí como cada año se queda calificación y pasa uno, o no pasa uno. Como el presidente municipal y autoridades, no hay muchos quien sabe leer y escribir, casi primero nosotros y los más compañero, entonces me sacaron de escribiente. Pero como nada más tres años parece que estuve yo allá. Como no gano ni un centavo pue, sí, nomás perdiendo mi día, y quería buscar mi mujer, ¿dónde va a conseguir dinero? Entonces me salí pelado [hui] y me fui en la finca.
Cuando ya estoy grande, como hay escuela en la finca también. Como hacemos el trabajo a las seis de la mañana hasta las dos de la tarde, entonces a las tres entro la escuela hasta las seis de la noche o las cuatro, según cuántas horas querían aprender cada uno. Quizá la escuela era del gobierno, porque a finca llegan todo los muchachos indígenas, con sus hijos y todo, pero yo creo que es el gobierno paga.
Como ya sé de leer y escribir, nada más estoy preguntando. ¿Qué quiere decir “Buenos días, buenas tardes”? ¿Cómo se puede preguntar unas cosas? Nada más así estoy preguntando, entonces me dicen. Entonces yo apunto en el papel. Entonces así aprendí ya. Con unas dos veces de finca, ya aprendí un poco.
Cuando vino el INI
Aquí en Chamula, ya se vino la INI, entonces, aprendieron mucho escuelero, de compañero, entonces, ya salieron en cada paraje. Antes era solo uno maestro kaxlán, pero entonce hay muchos maestros, promotores bilingüe.
Ahora en la escuela Benito Juárez, los maestros todos son puro indígena de todas partes. Hay de mismo Chamula, o San Pedro Chenalhó, o San Andrés Larraínzar, San Miguel Mitontic, o Zinacantán [municipios de la región]. Todos de puro tzotzil; Tenejapa es de tzeltal, por eso no se entiende las palabras como hablan ellos, por eso el maestro de Tenejapa no viene aquí en Chamula, en otra parte se va. De Chamula también se va a Zinacantán a enseñar. Los maestros enseñan en castellano y enseñan de tzotzil. Así las dos cosas. Por eso luego se aprenden ya, es más mejor ya. Y ahora ya se van los niños y niñas también. Por eso hay muchas niñas ya aprendieron de leer y escribir, ya salieron muchas como maestras enseñando sus compañeros.
Antes pues solo un maestro [una escuela] en el pueblo [cabecera], pero así como es lejo el pueblo, por eso no hay escuela [quienes vivían lejos del pueblo, no tenían acceso a la escuela]. Así como de edades yo de cincuenta, sesenta años, de cuareta años, no sabían leer y escribir, sí porque eran de lejo. Pero horita ya en cada paraje hay maestro.
Casi ya todo sabían leer y escribir ya, ya es muy poco el que no sabían leer, pero todavía hay unos padres que no querían la escuela. Porque hay unos que así uno o dos nomás sus hijas, o sus hijos, tenían borrego, tenían caballo, tenían ganado, no hay quien cuida. Porque el borrego pues a las ocho de la mañana y hasta las cinco o seis de la tarde se sale en lugar a cuidar; pues si entra en la escuela, entonces solo hasta las tres de la tarde regresan los niños. No hay quién cuida. Pues sí. Así horita no muy van la escuela sus hijas, pero ya es muy poco. Como ya lo vieron que lo demás es más bueno de apender bueno.
Cuando me regresé de la finca, ahora vino ya su director, señor Pozas, en la INI en San Cristóbal. Me dio mi trabajo como vendedor de la tienda. Antes aquí en Chamula no había tienda. No había nada. Hay tienda donde se compran velas, inciensos, pescados, todo lo que se puede comprar, pero eso pura ladina. Hay unas garitas formado aquí en Chamula. Eran como cinco o seis casas. Entonces vino el señor Pozas como director, llegó en Chamula a avisar con los presidente, con los autoridades.
—¿Por qué son puros ladinos que venden allá? Ellos lo juntan su dinero de su trabajo de pobre indígena, entonces, los ladinos que están vendiendo allá. Así no aprenden cómo se podían manejar la tienda, cómo se trabajan.
Así dijo el señor Pozas y mandó una mostración [demostración], digamos, en una escuela viejo, casa de techo, pues, la hizo como almacén, como una tienda. Bueno entonces el señor Pozas, como yo sé leer y escribir también, me mandó como jefe de la cooperativa. Tal vez yo tenía como 17 años.
Mandó no sé cuántos miles de dinero y compró todas las mercancías: compró cuantas toneladas de maíz, frijol, pescado, camarón, azucar, café, velas, inciensos, veladoras, todo lo que está ahí, tooodo, tooodo. Entonces diario, diario estoy vendiendo, pero como la gente de allá, entonces, lo sabían que hay una tienda cooperativa, diario de todas partes a comprar ya. Hay veces se acaba el maíz en el pueblo, entonces, allí en la cooperativa no se acaba, porque tienen carros del INI y se van a comprar allí por Totolapa, por Teopisca, por donde quiera se puede. Allí lo venden para los gente pobre.
Entonces de allí trabajé un año. Es que ya no se puede estar allí. Si abra a las seis de la mañana, hasta las ocho de la noche, sale y entra, sale y entra la gente. Hasta los autoridades, los mayores, y hasta los secretarios de allí en Chamula llegan a ayudarme también, pero cuando se acaba el maíz, entonces, ya por colas se forman, y van seguido la gente. Yo tengo hambre a las ocho o las nueve de la mañana, solo un refresquito como no había así como coca, pepsi, fanta, solamete, cocacola y gaseosa, nada más. Solamente como un pancito como, así todo el día, todo el día. Parece que ciento cincuenta el mes, pagaban bien, pero así trabajé yo, y le dice a un ¿Raúl...?, se llama el señor, encargado de la tienda.
—Yo ya no aguanto de trabajar de aquí.
—¿Por qué, Lorenzo?
—Mira señor, como yo me agarro mucha enfermedades. Hay veces yo como no como, porque la gente quiere cosas de comer: frijol, azúcar y todo ese. Pues, yo no puedo comer.
—Entonces vamos a buscar su ayudante.
Trabajaba yo solito, hasta ni podemos salir para el baño, quedan lleno la gente, no se mires que cosas agarra.
Vino un mi ayudante. Estaba barato cada cosa, pero el dinero entra bastante, unos dos mil, tres mil pesos diario. Pero el ayudante que entró, pues los mete el dinero poco a poco en su bolsa. Ahí hay unas casas de ayuntamiento. Ahí se va a depositar todo el día, todo el día. Yo no sabía de eso. Entonces me dijo los autoridades allá en Chamula.
—Lorenzo, ¿qué trabajo tiene el señor que aquí trabaja con usted?
—Era mi ayudante.
—Entonces, ¿será bueno o era un ratero?
—Pues no te digo, pues no sé cómo estará, porque yo no ando fijándole.
—Hay que cuídese bien, te fijas bien, porque todo el día allá pasa a depositar unos doscientos pesos, diario dinero. Sí, a veces pasa en la noche, toma mucho trago. Hay cerca de dos mil pesos.
Cumplió de ocho días no más que estaba yo enseñando allí, le dije al jefe Raúl.
—Yo no me gusta, te voy a dar unas…, te voy a decir unas cuantas palabras que me dijieron. Dicen que mi ayudante tiene depositado unos tanto dinero allá en la casa.
—¿De veras?
—De veras, mejor vamos a ir a verlo.
Fuimos a verlo. Ahí tiene más de dos mil pesos.
Así me pasó, y pensé que ya no quiere trabajar yo. Me dijieron que ya me va a pagar más, pero una vez me salí yo, porque es más fuerte el trabajo. Así todo el día, a las seis de la mañana hasta las ocho de la noche, vuelta y vuelta quiero este, quiero este, quiero este. No se puede comer ya. No se puede descansar ya. Entonces me salí de allí.
Fotografía 6. La garita en 1956 con una explicación escrita por Lorenzo
“En Chamula del año de 1956 no ay buen camino y las casas de puro techos de pajas o sacate. Nin gun tienda, son puro de San Cristobal vienen a vender de ladina, traen cargado con puro animal que se llama buritos. Este casa de tejamanil puro madera. Es su casa de vendedor toda clase se vende pero no hay otra cosa de refresco como horita antes puro gasiosa y tama cola y refresco. El panena se echan cáscara de piñas o tamarinto nada más de refresco y puro chicha agua de caña Agua de caña pero asido luego se enboracha uno con una tasa y también o ay muchos casas de tejas uno por uno de casas de tejas. Por eso aquí está la seña. El que no conoció antes y la gente de chamula su traje de puro chamara lana de borego y también no usan pantalón y no usan cayte [un tipo de zapato tradicional para los hombres, de piel de ganado], puro descalzo andan”.
Fuente: Fotografía obsequiada por Lorenzo.
Fuera los ladinos
Cuando llegó la cooperativa, ya fuera los ladinos. Los que están vendiendo en la garita le quitaron su negocio. Eran cuatro kaxlanetik [ladinos], xinolanetik [ladinas], alquilaban terreno de Chamula, pero nomás que tienen un su casitas pero no es de material de concreto, nomás un techo de tejamanil, una madera. Una se llama Doña Umbencia, tenía su terreno por la Quinta. Otro doña Petra vivía por la Iglesia de Mexicanos, otro doña Carmen y otro Hermelindo, también de San Cristóbal. Entonces cada ocho días, cada tres días viene, paga su pagado [a su empleado], a llevar pan, a llevar toda lo que vende allá.
Dijo el presidente municipal:
—Ustedes, señora, mire, vine por mi cumplimiento de un año de presidente municipal. Horita ya va mejorando en nuestro pueblo, ya vino el INI y va a dar una ayuda: una cooperativa de consumo grande, mostración de la tienda. Allí podemos comprar todo. Y dicen que van a enseñarnos cómo podemos vender, cómo podemos abrir la tienda en cada paraje. Entonces, por eso ya no pueden estar ustedes aquí, ya no pueden vender aquí. Solamente si quieren venir en cada domingo, pero nomás fuera del mercado. Esa tienda y también la casita donde vives aquí, tienen que vendernos. Como sabes, el terreno es de nosotros, de Chamula. El dueño de terreno ya va a vender a otro. Entonces pueden dejar, lo vas a llevar su techo de sus casas o lo vas a dejar vendido.
—Pero yo puedo comprar —dice una señora.
—No se puede quedar ni un ladino aquí. Parejo es puro chamula, porque los tatabuelos más edades de años dejaron dicho a sus hijos, a sus sobrinos, a sus nietos que nunca puede vivir ni un ladino aquí. Te voy a decir, ustedes antes de un mes, lleva tus cosas a donde está sus casas. Nosotros aquí ya vamos a pensar qué cosa vamos a hacer, vamos a obedecer lo que dice el gobierno, para aprender cómo podemos vivir aquí también. Ustedes ya no hay permiso. Váyanse a buscar sus lugares donde pueden entrar en San Cristóbal o no sé que dónde. Aquí ya no hay lugar.
Entonces, una señora está pidiendo mucho perdón, ya llorando que tanto cobra el presidente para que los perdona y se quedan unas cuantas personas, y que dé otros años.
—Todo, ninguno; si queda uno, fuera. No se puede, todos se van a buscar su lugar donde puede entrar en San Cristóbal, aquí ya no hay lugar. Yo, como presidente del pueblo, digo, debo respetar mis compañeros. El terreno no es mío y me dijeron el dueño del terreno ya no quiere que estés aquí, entonces obedecemos.
Así se fueron todos ladinos, pero la tienda de la cooperativa quedó como casi año y medio nomás. Dicen que se perdió el dinero todo. El pobre que queda en la tienda, trajo no sé cuántos miles de dinero para las mercancías, vino a pagar. Entonces ahí en una vereda encontró los asaltadores en camino, le pegaron, le golpearon, y se fue todo el dinero cuantos mil. Ahí se acabó todo el dinero de la cooperativa, así se falló la tienda como medio año después de que salí yo.
Pero lo vieron que se puede vender, entonces así ordenaron de la presidencia, los que tienen dinero se pueden comprar un poquito de su negocio. Entonce de poco a poco ahí se va agrandar, grandecer ya. Los que tenían dinero mismo los indígenas entonce, hicieron su tienda, y hora ya lo vio que sale cuenta entonces, acercó más a la cabecera. Buscó otro terreno, hice su casa ahí, quedó otra tienda. Entonces hicieron sus casas ahí cerca. Cuando lo vieron ya, que ya se puede hacer las velas, ellos mismos de Chamula hacen las velas, veladoras, velas de todo color. Aprendieron una persona, una tienda ahí en Chamula, entonces ya aprendió otro y así su tienda. Así como está ahora ya muchas tienda, cualquier paraje ya, pero no es de ladino, puro indígena.
Cuando vino la luz y la radio
Tal vez cuando llegó la INI, vino la luz en el Pueblo. Llegó primero en la cabecera. Vimos que bueno, entonces, hacemos un solicitud, pero se fue como de cuatro o cinco años. Estamos pensando que ya no viene ya, pero después llegó. Entonces unos querían luz, otros no querían, se hizo de dos grupo la gente. Queríamos pelear ya, pero lo que ganó en mi paraje es la mayoría, por eso llegó la luz. Pero hay otros parajes que es más bastantes que no querían luz, hasta hora no hay luz. Hacen de solicitud para el gobierno, pero ya no viene.
Como en principio vino allá en nuestro paraje, nada más paguemos como 92 pesos cada casa, pero libre toda la instalaciones, foco y todo. Pero hasta hora nada más lo regalan el medidor. La instalación compra dueño de la casa. Siempre gasta como siete mil, ocho mil pesos en una casa ya. Pero hasta hora siguen pidiendo la luz, porque lo vieron que es más bonito, porque la luz sirve para el radio, la luz sirve para una máquina de coser, y la luz sirve para molino de maíz. Siguen pidiendo, pidiendo, pero ya con dinero.
Hora pagamos cada dos meses, hay veces de cuatro pesos, de ocho pesos, de doce, de quince. Entonces poco a poco subió, hay veces de 20, de 100, hay veces que va muy caro, hasta 500, hasta 1 000, o se subió, pero casi 3 000 pesos. Ya sabemos un poco, porque hay veces el cabrón que trabaja en la Comisión Federal no llega en cada dos meses, y en unas casas caminó, entonces, no calcula nomás. Por eso meten muy bastante. Entonces ya agarramos poco la maña de lleguemos a preguntar en la Comisión Federal de San Cristóbal. Entonces así lo hice una vez, después se baja y salió como casi 2 000. Ya no hacen pendejo. En este mes de agosto, sí hora viene y me dijo que unos quince pesos nomás.
Como ya no queremos perder el luz, si no vamos a pagar dos, tres pago, entonces se va a cortar, pero mejor de pagar una vez, ahí está la luz.
Cuando yo era niño de primaria, no había radio. Lo vi primera en San Cristóbal kaxlanetik que tiene el radio, y después ya lo traen los ladinos aquí en su tienda, lo venden. La gente decían que hay radio, pero es bonito, se oye la música y canción de Tuxtla.
Yo no estaba en aquel entonces en el pueblo, trabajando como barrenación de las piedras, haciendo una carretera que se va a San Andrés. Era por lo más o meno edad de 20 años, entonces nos hicimos acuerdo con mi pareja que estamos barrenando, compramos un radio. Un radio vale 200 pesos, un radio marca ZELDA. Ya no se quedó nada mucho para nuestra comida, pero al otra quincena lo compramos otro radio para él también. Así hicimos acuerdo. Oimos qué es bonito canciones de Tuxtla. Sí, XEW y Radio Mexicano.
Ya hora hay muchos chamulas que tienen radio y grabadora de caset. Hace poco que vino XERA de PRODESCH,7 ya oimos toda las músicas de instrumento, y las palabras de tzotzil, cómo es de trabajo. Así es más bonito todavía ése. Oimos arpa y guitarra que tocan los chamulas, de Tenejapa, de Tojolabal.
Como ya aprendí un poco de trabajo, donde estoy trabajando en la carretera, así como de la Comisión Federal de Electricidad y la Secretaría de Recursos y Ganadería, y así estoy trabajando en la Reforestación de la FAUM. Entonce ya siempre estamos encontrando un poco de dinero, compré una grabadora de marca PANASONIC. Lo oí muy bien que es más bonito. Porque son distintos músicos lo que tocan en la fiesta, música de carnaval, música de San Juan, música de Bolomchón,8 toda ése, y grabé guitarra en cada fiesta y lo oí en casa. Pues solamente es que no dura mucho la pila. Estamos tocando caset casi nomás seis hora o dos horas para grabar y para tocar así, luego se acaba la pila.
Pero como llegó la luz en nuestro paraje, ya hay enchufe también, que sea todo el día o unas dos o tres horas en cada tarde, no hay problema. Lo que no dura mucho también es pastilla de la grabadora. Cuando se acaba la pastilla, ya no graba, toca un poco. Un año nomás. Pero el radio es más mejor, no se descomponen. Ya probé el radio ese, yo parece que 15 años aguantó lo que compré primero. Sirve mucho porque se oye la hora también.
Además de eso hay, así como estas horas, ya salió los que saben hacer, como digamos reparación de radio. Así trabajan ya, ya trabajan otros de que componen radios y televisiones, y otros son carpinteros, hacen sillas, mesas y todo. Y otros ya hacen casas, todo lo que hace y otros compañeros indígenas que ya saben hacer tejas, tener monte de tejas, venden tejas. Ya cambió la pobreza anteriormente. Sí, ya saben trabajar: otros hacen sombrero, los listones para los autoridades de los zinacantecos y otros trabajan como choferes. Sí, más bastante salió los choferes hasta los chiquillos de doce, de diez años. Ya aprendieron de manejar. Casi ya estaba igualando como kaxlanetik o los ladinos.
También ya sabemos hablar y conocemos ya los libros lo que dicen. Así estamos ya. Porque anteriormente fue nada más salen unos a la finca y salen otros a trabajos de la zinacantecos en tierra caliente, y otros nomás así se van lejos en la finca. Otro trabaja aquí nomás que hacen milpa y las mujeres también nada más trabajo para hacer la falda y nagua, chales, entonces, así puro lana de borrego, pero hora ya cambian sus costumbres. Lo que se hacen entonces, lo traen en la tienda de San Cristóbal o si no, llega unos a vender en Tuxtla.
Casi las mujeres también ya saben trabajar y gastar dinero. Hay una viuda ya hizo una su casa. Anteriormente así estaban todo, techo de paja de zacate, puro con morillo, con morcónes [horcones], con lodo, con barrillo [varilla] de las paredes. Así estaba. No había así una casa techo de teja, una casa así es de pared de bloc y de adobe, nada. Pero hora ya va perdiendo de techo de paja. Ya es pura de casa de teja, de lámina, de asbesto, y de todo. Y los paredes ya de todo eso. Ya se cambió. Así está ahora.
Fotografía 7. El interior de la casa de Lorenzo, donde empieza a contarme
Fuente: Toru Shimizu, 1983.
Notas
* Profesor emérito de la Universidad Keio, Japón, ex-presidente de la Asociación Japonesa de Historia Oral (JOHA).
1 Es un grupo de cinco investigadores japoneses especializados en los estudios de la cultura y etnohistoria de los Andes (Mamoru Fujita y Kahori Umezaki) y de la historia de Yucatán y Chiapas (Ei Kawakami, Tadashi Obara y Toru Shimizu). Se estableció en 2014 y han tenido la reunión una vez por mes para discutir de antemano sobre la tesis o los artículos a publicar, presentados por los miembros.
Fecha de recepción: 06/09/2021. Fecha de aceptación: 03/12/2021. Fecha de publicación: 31/01/2022
2 Se puede imaginar a través de esta frase que Juan no podía dejar de pensar en sus dos hijos que había dejado en Veracruz.
3 Lorenzo nació el 8 de agosto de 1937.
4 El sacristán mayor es jefe del grupo de sacristanes, que se encargan de todo tipo de administración de la iglesia. El fiscal se encarga de la administración de las fechas de todas las fiestas.
5 Ricardo Pozas, Juan Pérez Jolote, 1949.
6 Sindicato de Trabajadores Indígenas de Altos de Chiapas, que se estableció por Lázaro Cardenas en 1937.
7 El Programa para el Desarrollo Económico y Social de Los Altos de Chiapas (PRODESCH) fue creado durante el periodo de gobierno del estado de Chiapas de Manuel Velazco Suárez (1970-1976). Se crearon bajo este programa planes agrarios y productivos, de infraestructura y de servicios y también la estación de la Radio Comunicación Indígena. Morquecho, Gaspar (1998). “Las políticas indigenistas en la formación de los cacicazgos indígenas en Los Altos de Chiapas”. Quehacer Científico en Chiapas, 1 (1), pp. 35-51.
8 Música tradicional de Los Altos de Chiapas.