La memoria social campesina frente a los procesos de territorialización en Comalcalco, Tabasco
The peasant social memory facing the processes of territorialization in Comalcalco, Tabasco
Maestra y doctora en Ciencias Antropológicas, licenciada en Geografía, es investigadora del Colegio de la Frontera Sur, sus líneas de investigación son: antropología de la vulnerabilidad social a desastres; gestión del riesgo, territorio y leyendas. E-mail: gvera@ecosur.mx
Es doctor en Ecología Agrícola y Conservación de los Recursos Naturales, es investigador del Colegio de la Frontera Sur, sus líneas de investigación son: ecología agrícola y conservación de los recursos naturales. E-mail: hvanderwal@ecosur.mx
Es doctora en Estudios Latinoamericanos, es investigadora de la Universidad Rosario Castellanos, sus líneas de investigación son: análisis del discurso, discurso y política, racismo, género, y cultura popular. E-mail: chaconcastellanosa@gmail.com
RESUMEN
El objetivo de este estudio es analizar los procesos de territorialización desde la memoria social en parte de la Chontalpa (región tabasqueña en el sureste de México). La forma de aproximación fue a través de la aplicación de entrevistas semiestructuradas en distintas comunidades en los años de 2017 y 2021. La recolección de información permitió encontrar diversas variables para el estudio social de la región. Los elementos que se retoman se centran en los procesos de territorialización por parte del Estado y élites locales que influyeron en la formación de la vulnerabilidad social a la desigualdad social e inseguridad social. Y con ello, las reflexiones y acciones tomadas por las comunidades para afrontar los cambios sociales, económicos y territoriales. Y aunque existen diversas respuestas a estas imposiciones, el grupo mayoritario que aquí presentamos se ha visto obligado a insertarse en el mercado laboral y de servicios, así como a migrar cuando las condiciones económicas internas lo han exigido. Pese a todo, existe un importante arraigo local, lo mismo que un fuerte apoyo en las unidades familiares.
Palabras clave:
Vulnerabilidad social, memoria social, desigualdad territorial, Chontalpa, territorialización.
ABSTRACT
The aim of this study is to analyze the processes of territorialization through social memory in part of the Chontalpa (Tabasco region in southeastern Mexico). The approach involved the application of semi-structured interviews in various communities in the year 2017 and 2021. The collection of information allowed for the identification of diverse variables for the social study of the region. The elements addressed focus on the processes of territorialization by the state and local elites that influenced the formation of social vulnerability to social inequality and insecurity. Consequently, the reflections and actions taken by the communities to confront social, economic, and territorial changes are explored. Despite the various responses to these impositions, the majority group presented here has been compelled to integrate into the labor and service market, as well as to migrate when internal economic conditions have demanded it. Nevertheless, a strong link exists between a significant local attachment, along with strong support in family units.
Recibido: 12/11/2023 • Aceptado: 17/11/2023 • Publicado: 18/12/2023
Introducción
Tal y como señala Uribe (2005), la historia de Tabasco es la crónica de la implementación de planes y proyectos a nivel estatal, federal e internacional destinados a la integración de aquellos municipios considerados más productivos para el mercado nacional. Como resultado, se desarrolló la infraestructura de transporte adecuada, se llevó a cabo el control hidráulico, se procedió a la desecación de humedales y se colonizó la selva, las sabanas y la sierra durante el periodo comprendido entre 1951 y 1987. Estas acciones formaron parte de la encomienda de la Comisión Río Grijalva, la cual contó con recursos proporcionados tanto por el Gobierno Federal como por el Banco Interamericano de Desarrollo -BID-; y desde 1970 Petróleos Mexicanos (PEMEX) proyectó e implementó un desarrollo que se ha llevado a cabo en varias etapas transformadas por los cambios internacionales y coyunturas políticas del país.
El crecimiento poblacional de Comalcalco, como parte de la Chontalpa, dependió en gran medida de factores externos que modificaron muy rápidamente las condiciones de vida de la población y de la ecología regional. Los procesos de modificación o reconfiguración del espacio social tuvieron como consecuencia directa los cambios en la organización social de las comunidades donde se llevaron a cabo. Es necesario señalar que ante estos procesos, los habitantes de la región también han atravesado por complejos procesos de apropiación y territorialización que se han dado de manera heterogénea.
Este estudio muestra la memoria social de un grupo campesino perteneciente a 12 rancherías del noroeste y suroeste de la cabecera de Comalcalco, así como las acciones implementadas para permanecer en este espacio territorializado por las políticas económicas implementadas por el Estado, grupos hegemónicos y empresas trasnacionales en diferentes épocas, a partir de las relaciones de poder y mecanismos de tensión entre la población que ha vivido en ese espacio por lo menos durante tres generaciones, o ha llegado a ese espacio, es busca de tierras y/o empleo. Existe poca investigación sobre estos procesos sociales, pues la región es más estudiada desde una perspectiva macroeconómica; lo que ha dejado de lado otros procesos que también han generado fragmentación al interior de las comunidades y han contribuido en su condición de vulnerabilidad social.
Consideramos que, en la región Chontalpa, el estudio de la memoria social es un camino valioso para comprender y reflexionar acerca de lo que ocurre en el interior del municipio de Comalcalco, así como para conocer las prácticas y alternativas de sobrevivencia que construyen sus habitantes, narradas por ellos mismos.
Cabe señalar que es complicado integrar lo que piensa y vive la población campesina de 12 localidades: por lo anterior, y a partir de las transcripciones de las entrevistas fue posible analizar algunos de los grandes temas en los que varios entrevistados coinciden. Quizá lo más destacado de estas coincidencias se encuentra en el acceso diferenciado de la tierra, la calidad de vidas de las familias, la transformación ambiental desde la inserción de la Comisión del Río Grijalva y de PEMEX, los cambios y costumbres sociales, la delincuencia e inseguridad social, así como algunas estrategias familiares implementadas, la pandemia por Covid-19, y las nuevas actividades comerciales sociales y locales provocadas por la instalación de la refinería Dos Bocas, a unos cuantos kilómetros del territorio de estudio.
Otra coincidencia en las entrevistas es la percepción de los habitantes sobre el paso del tiempo y la propuesta de desarrollo que implicó para ellos la transformación de los estilos de vida, aun cuando el Estado continuó fomentando y apoyando la producción de cacao. La nostalgia de un pasado que ya no existe y la lucha por permanecer a través de estrategias familiares y comunitarias, les ha permitido aferrarse a un espacio territorializado por ellos, donde la memoria social representa una base que invita a nuevas propuestas y acciones, en su intento de permanecer.
Metodología
La memoria social de la población en el área de estudio es un tema que nos parece relevante, debido a que existen pocos trabajos de investigación con este enfoque. En un trabajo paralelo realizado por Vera y Yanes (en prensa) se retomaron las narrativas de la población tomando como base a un grupo de campesinos que se han organizado en el presente para vender productos tradicionales de cacao, chocolate, artesanías, carpintería y servicios ecosistémicos, a partir del uso de antiguas y nuevas tecnologías, en algunas rancherías retomadas en este artículo y algunas otras del municipio de Nacajuca.
En este artículo retomamos en el municipio de Comalcalco, a un grupo más amplio de población que ha implementado otras estrategias, y donde ha sido visible que la tensión y presión por parte de las políticas económicas del estado, así como los cambios sociales impulsados, han obligado a las familias y comunidades a buscar diversas estrategias para hacerles frente. Se trata de una población que durante diferentes periodos dejaron de sembrar sus tierras, y las familias diversificaron sus actividades económicas al trabajar en PEMEX, en el sector servicios, o se desintegraron parcialmente para emigrar y apoyar económicamente a los integrantes que aún permanecen en el territorio abandonado.
Retomamos al territorio a partir de dos enfoques: 1) desde la tensión ejercida por las relaciones de poder, de afuera hacia adentro, con las imposiciones de las políticas económicas emprendidas por parte del Estado, grupos hegemónicos e iniciativa privada, y, 2) las relaciones que se establecen de adentro hacia afuera, como una estrategia de defensa de lo propio, a partir de la construcción de relaciones comunitarias e identitarias, junto con el recuerdo de un pasado común por parte de sus habitantes.
Para el primer tipo de territorio utilizamos las propuestas de Haesbaert (2011), y Porto Gonçalves (2001), como un espacio socialmente construido, en constante transformación y permeado por relaciones de poder y significados culturales, pero donde influyen de manera determinante las decisiones del estado en forma de aplicación de políticas económicas, y los acuerdos de los grupos hegemónicos y trasnacionales. En el segundo tipo de territorio, Haesbaert (2011) acentúa que, aunque integrado por relaciones de poder, es posible poner atención en lo que la gente piensa, siente y vive. Porto Gonçalves (2009:127) lo define como “un espacio que se territorializa a partir de relaciones y procesos sociales que se afirman por medio de él”. A partir de ello, en un mismo territorio pueden existir múltiples territorialidades, en donde se naturalizan las relaciones sociales y de poder. Por otro lado, Esteva y Gutiérrez (2016:48), tomando como base a Porto Gonçalves, agregan que el territorio va más allá de la propiedad: “es también un conjunto de procesos que lo resignifican y reconfiguran permanentemente, al reinventar y reconstruir la territorialidad como sustento de relaciones comunitarias y de su identidad”.
Con respecto a la reterritorialización, algunos autores como Zibechi (2006) y Porto Gonçalves (2009) sostienen que, para lograrla, los campesinos pueden apropiarse nuevamente de su espacio desde una perspectiva simbólica y material. Para ello es preciso romper con el orden social establecido e imponer nuevas relaciones sociales con los vecinos o condicionar las imposiciones que les llegan desde afuera. Esto no ha ocurrido aún, pero los campesinos se han organizado formando diferentes grupos o implementando estrategias familiares y grupales al buscar una reapropiación de su espacio y reterritorializarlo.
Nos enfocamos en los procesos y relaciones externos e internos que configuran un espacio y que toman significados diversos desde las relaciones de poder, pero también desde las emociones, memoria y acciones de quienes lo viven, lo significan y resignifican. Por lo que para complementar la propuesta retomamos a Bonnameison (2005), quien dota al territorio de un sentido más cultural, y parte de la población que lo habita y lo vive. Así, la casa es el hogar y el hogar es el territorio. Se encuentra en sintonía con el universo de la memoria, las representaciones, y los valores en un entorno geográfico en donde un grupo cultural se apropia física y simbólicamente de un espacio. Y es al definirlo, caracterizarlo y simbolizarlo que lo transforman en un territorio. Está lleno de memoria social y de emociones. Es en el territorio donde se representan y construyen las prácticas culturales, un espacio donde pueden existir una o varias escalas, que pueden comprender a un grupo social o a muchos, y a su entorno. Pero no existe, como coinciden todos los autores mencionados en este apartado, límites físicos definidos.
Ante tales tensiones, los campesinos de Comalcalco han territorializado el espacio vivido y construido una memoria social, que solo puede ser explicada desde el presente. Ricoeur (1998), citado en Vázquez (2001:159) reconoce que “el presente es el ahora de la iniciativa, de la acción, donde existen nuevas condiciones del pasado y futuro, pero es precisamente esta coexistencia, la que pone de manifiesto la precaria estabilidad del presente”. Mientras que Vázquez (2001:27) define a la memoria “por su carácter social, es decir, por ser procesos y producto de los significados compartidos engendrados por la acción conjunta de los seres humanos en cada momento histórico.” Considera que el término más apropiado es el de la memoria social, que a su vez forma parte de procesos y productos construidos a través de relaciones y prácticas sociales, en los cuales el lenguaje y comunicación desempeña un papel fundamental. Desde el presente con su contexto y posibilidades se seleccionan los recuerdos del pasado para proyectarse a futuro y seleccionar las acciones más adecuadas (Vázquez, 2001:15).
La memoria construida presenta múltiples posibilidades de resignificación que permitirán propósitos en el presente, al dotarles de nuevos sentidos y acciones. En los recuerdos sociales se selecciona también lo que se olvida, pero puede ser retomado y surgir más adelante, con nuevos sentidos a partir de procesos que contribuyen al definir y articular el orden social. Vivir en una sociedad implica hacer memoria y hacer olvido, y es social porque se realiza en la intersubjetividad (Vázquez, 2001:25-27). Finalmente, los grupos humanos dotan al entorno físico geográfico un significado y simbolismo construido en comunidad y por el conjunto de relaciones establecidas con el otro, con lo otro y con los otros. La memoria social, los procesos vividos y recuerdos seleccionados también fortalecen una identidad local, y su arraigo. Nos concentramos en las narrativas del grupo campesino que, ante las presiones de desarrollo impuestas, fueron abandonando la tierra para trabajar más tiempo en el desarrollo petrolero o en el crecimiento de servicios y tomaron como opción la venta o renta de sus tierras y la emigración temporal de los jóvenes.
Retomamos la definición de vulnerabilidad social de Macías como: “un grupo social susceptible a recibir daño, que se basa en un proceso de construcción de la misma, de acuerdo con las relaciones sociales establecidas y en condición particular de cada grupo” (2015, 311). Si bien, el concepto está aplicado a los desastres, en este caso particular ampliamos el concepto a las relaciones de poder y a las tensiones y presiones ejercidas desde el Estado, iniciativa privada y élites locales al interior del territorio, al imponer nuevas relaciones sociales, y desplazar la atención de la tierra a los hidrocarburos, con lo que la población, en su mayoría se insertó y ocupó los puestos de menor ingreso ante la falta de preparación, tal y como aconteció desde la década de 1950 en Poza Rica, y más atrás, en Tampico (Vera, 2023; Ramírez, 2002), con lo que se fueron construyendo nuevas expresiones geográficas de desigualdad social.
Para esta investigación se aplicaron 103 entrevistas semiestructuradas a hombres y mujeres que se encuentran en un rango de edad entre 18 a más de 85 años, aunque la atención principal se concentró en las personas de la tercera edad, porque ellos tienen la capacidad de narrar historias de décadas anteriores y compararlas con el presente. Las entrevistas fueron realizadas entre junio-julio de 2017; y agosto-septiembre de 2022. Las localidades seleccionadas de Comalcalco fueron: Zapotal 1era. sección; Zapotal 2da. sección; Zapotal 3era. sección; Gregorio Méndez 1era. sección; Gregorio Méndez 4ta. sección -antes conocida como Santiaguito-; Miguel Hidalgo, Reyes Hernández 1era. sección; Reyes Hernández 2da. sección; Sargento López 1era. sección; Sargento López 2da. sección; Sargento López 3era. sección; y Occidente 1era. Sección. En total son 12 rancherías que formaron parte del proyecto: “Adaptabilidad de los Mosaicos Rurales al Cambio Climático”, clave CONACYT PDCPN 2015-690 - 2017-2019-, y del proyecto “Plataforma multi-actor para la democratización energética desde iniciativas de economía social y solidaria en comunidades rurales-urbanas en Tabasco”, con clave PRONAII321029 - 2022-2025-; coordinados ambos por ECOSUR1 .
Territorializaciones externas
En la región de la Chontalpa han existido varias territorializaciones desde finales del siglo XIX, hasta lo que va del XXI -véase figura 1-. Quizás lo más importante fueron la apropiación del cacao al pueblo originario yokot’an desde los siglos anteriores, y la presencia de fincas rústicas en las partes más altas de Comalcalco, productoras de cacao; 2) la formación de monterías en la región de la Chontalpa; 3) la reforma agraria; 4) la Comisión del Río Grijalva -CGR-, de 1951-1987; y 5) el desarrollo petrolero, desde la década de 1970. Dichas territorializaciones se relacionan con la apertura del trópico a la economía nacional e internacional a partir de la CRG y en particular la explotación petrolera por PEMEX en el mismo espacio en el cual los campesinos han luchado por permanecer cultivando sus tierras.
Elaboró: Martín Eduardo Morales Espinosa.
Figura 1. Comunidades que integran el territorio de Comalcalco, Tabasco.
Estas territorializaciones llegaron a sobreponerse en el tiempo y el espacio y, como menciona Haesbaert (2011), dejaron un espacio fragmentado. Además, estos procesos generaron tensiones en su interior. Es necesario señalar que estos procesos no tuvieron el mismo impacto, además de que cada uno de ellos se fue viviendo de manera distinta entre las diferentes comunidades; en otras palabras, no se trata de procesos uniformes y homogéneos, puesto que las múltiples variables, sobre todo de clase social y etnicidad, tienen diferentes repercusiones entre los habitantes de los espacios territorializados.
Cacao, monterías, finqueros y pequeños propietarios
En siglos anteriores, la apropiación del cacao correspondió a la población yokot’an. Al ser un fruto que dejaba importantes ganancias, poco a poco empezaron a surgir normativas estatales para desposeer al pueblo originario del cacao, que fue comercializado desde la época prehispánica. Esto trajo como consecuencia la formación de fincas dedicadas a la comercialización del cacao en la región de la Chontalpa, es decir, en el actual municipio de Comalcalco (Battcock, Casanova, de Giuseppe, 2022). En las últimas décadas del siglo XIX comenzó la explotación de monterías, especialmente de palo de tinto; por el lado poniente de la cabecera de Comalcalco se formó el poblado de Aldama, en el último tercio del siglo XIX (Balcázar, 2003; y Capdepont, 2018), esto también propició el aumento paulatino de campesinos en búsqueda de tierra.
En toda la primera mitad del siglo XX predominó la propiedad privada a cargo de los finqueros y pequeños propietarios, particularmente en el área norte de la región de estudio, y en menor medida hacia el sur, quizás por la presencia de mayores humedales y partes bajas. La población se empleaba como peones en las fincas más grandes, en condiciones laborales muy precarias en las que continuamente sufrieron el abuso de los finqueros, cabe mencionar que estas prácticas siempre fueron permitidas por las autoridades.
En todo el territorio existían pequeños predios rústicos, los que tenían una mayor extensión eran los finqueros. Otros campesinos pudieron conseguir tierras a partir del intercambio de su trabajo durante años como peones en las fincas, situación más común en Gregorio Méndez 4ta. sección, Gregorio Méndez y los Sargento López. Hay testimonios del sur donde señalan que el finquero, mediante acuerdo, podía dotar a una familia campesina de tierra a cambios de la entrega de un madreado2 -cuya siembra, crecimiento y cuidado duraba alrededor de cinco años-, al término de ese tiempo, la familia lo entregaba y eran dotados con una a dos hectáreas de tierra, regularmente en zonas bajas e inundables. Esto llegó a ocurrir incluso en la segunda mitad del siglo XX, en Gregorio Méndez y las varias secciones de Sargento López. Los finqueros podían llegar a tener desde 200 hectáreas a miles.
Reforma Agraria
Antes de ser tierras ejidales fueron propiedad privada o terrenos nacionales. Los ejidos se formaron en distintas épocas. Para el territorio que presentamos, el primero de ellos fue en la década de 1930, de nombre Sargento López. El segundo ejido fue Río Playa, formado por decreto presidencial el 13 de agosto de 1980 y cuyos beneficiarios fueron 111 campesinos del poblado de Zapotal 2da. sección (Registro Agrario Nacional, carpeta Río Playa, Núm. 11999, foja 00002). En el caso del ejido Sargento López los ejidatarios llegaron a tener entre 10 a 14 hectáreas, mientras que los de Río Playa, alrededor de 20 hectáreas.
La historia de la formación de los dos ejidos estuvo relacionada por dos procesos distintos. Aunque los dos fueron impulsados, el segundo fue consecuencia de los procesos de desecación de las tierras y de la deforestación, por parte de la CRG: Nuevamente este proceso también tuvo como resultado la repartición desigual de las tierras, e incluso las condiciones mismas de estas tierras no eran favorables para todos los beneficiados con los repartos. Para la década de 1990 Tabasco ya tenía 790 ejidos, 31 de los cuales estaban ubicados en el municipio de Comalcalco (INEGI, 1994; Comalcalco. Ayuntamiento Constitucional 2016-2018:6).
Comisión del Río Grijalva
Por su parte, el proyecto agrícola de la CRG se implementó casi paralelamente al del desarrollo petrolero en la entidad. Ambos procesos atrajeron la atención inicial de población proveniente de los alrededores, y más adelante, provenientes de otras entidades del país.
El desarrollo petrolero estuvo en auge desde la década de 1970 (Lezama, 1987), y contribuyó a que un alto porcentaje de la población se convirtiera en obreros de PEMEX y empresas relacionadas, o bien aprendieron oficios para sobrevivir ante la territorialización que provocó un incremento poblacional hacia los municipios petroleros, entre ellos Comalcalco (Allub, Michael, 1979). La territorialización petrolera fue tomando fuerza y los cambios que propuso y realizó la CRG representaron un cambio fundamental en el paisaje; es decir, modificaron las condiciones geográficas de la región y cambiaron la vida para siempre de los campesinos que ahí se asentaron.
Si bien la CRG puso especial atención en el Plan Chontalpa, ubicado en los municipios de Cárdenas y Huimanguillo (Arrieta, 1994), toda la entidad fue afectada directa e indirectamente con la construcción de presas en el norte del estado de Chiapas. Malpaso fue construida entre 1959-1969, por la SARH; La Angostura entre 1969-1974; Chicoasén entre 1974-1980; y Peñitas entre 1979-1986, estas tres presas fueron construidas por la CFE. Con ello intentaron controlar las inundaciones, generar electricidad, desecar zonas pantanosas y aprovechar el cultivo de granos, así como abastecer el riego (Codehuco, 2011), con lo que se modificaron las características hidrológicas de todo el estado de Tabasco. Por otro lado, también la agricultura empezó a crecer aún más durante la década de 1970 a 1990, mientras que la élite estatal le daba un giro al desarrollo ganadero al convertir a Tabasco en el principal proveedor de ganado vacuno para la Ciudad de México (Tudela, 1982). Los ejidatarios entraron también en la producción del ganado, con sus respectivas limitaciones.
Alrededor de 1979 se construyeron en Comalcalco los drenes que secarían parte de los humedales, esto contribuyó a la reducción de la flora y fauna de la zona, entre ellas algunas especies de tortugas: pochitoque -Kinosternon leucodtornum-, guao -Staurotypus trpocartus-; chiquiguao -Chelydra rossignoni-, hicotea -Trachemys venusta-, mojina (Rhinoclemmys areolata), lagartos, lo mismo que las poblaciones de especies de meliponinos, pues las tierras desecadas atrajeron a más familias para ocuparlas. Además, esto llegó acompañado de la tala de muchos árboles que se encontraban aún en pie. El conjunto de estas acciones cambió la dieta de la población que ya vivía en el lugar y llevó a un desarrollo incompatible con el estilo de vida que habían llevado hasta entonces.
Petróleos Mexicanos
Por otro lado, encontramos que el desarrollo petrolero en la región inició según Velázquez (1982) desde la década de 1950 en tres áreas específicas: 1) Distrito de PEMEX en el municipio de Macuspana; 2) Distrito de Agua Dulce en La Venta, Huimanguillo, y 3) Distrito de Comalcalco que se divide en dos partes y abarca los municipios de Reforma y Benito Juárez (Chiapas), y Cárdenas, Comalcalco, Cunduacán y Centro. El distrito de Comalcalco se distinguió porque de ahí se extraía el 73% de la producción nacional de petróleo.
La zona occidental de Tabasco comenzó una rápida transformación socio-productiva. PEMEX realizó en 1976 una inversión de 421 millones de pesos y dos años después ascendió a 10, 359 millones. La consecuencia inmediata fue la inmigración masiva que originó nuevas ocupaciones: obreros, empleados y técnicos especializados que llegaron de lejos, mientras que la mano de obra local del sector agropecuario se desplazó a las tareas de peonaje, albañilería o intendencia, con sueldos mucho más altos de lo que percibía un campesino o un jornalero de la región. Se inició un paulatino traslado de mano de obra hacia la industria petrolera.
Pinku y Contreras (2012) señalan que, de los 17 municipios, ocho están más dedicados a la explotación petrolera, entre los cuales se ubica Comalcalco, considerado el de mayor crecimiento. Las aguas y el ambiente se encuentran contaminados con capas de aceite y residuos de los mechones que arden sin descanso. La transformación por parte del Gobierno Federal y estatal continuó con grandes obras de drenaje y desecación de terrenos, con la finalidad de introducir los ductos y toda la infraestructura necesaria para la explotación y traslado del crudo. Hubo derrames de petróleo crudo, sales, aceites, emulsiones y contaminación atmosférica, entre otros múltiples daños al medio ambiente (Velázquez, 1982). Además, como señala Uribe (2009), cuando existe una mayor intensidad en la explotación petrolera, se somete y reorganiza toda la estructura territorial, en relación con sus necesidades e impactos. Aunque en las últimas décadas algunos grupos campesinos han logrado reterritorializar el espacio vivido en torno al cacao.
El crecimiento de PEMEX en la región significó el desalojo de los campesinos, la expropiación de la tierra y especialmente el deterioro ecológico. Cuatro procesos de territorialización con intereses económicos contrarios ocurrieron paralelamente: la propuesta de la reforma agraria con dotación a campesinos que servirían con mano de obra barata para el desarrollo petrolero; la CRG, para desarrollar el granero del país y control de las inundaciones; el desarrollo ganadero y el desarrollo petrolero.
Territorialización y reterritorialización interna. Memoria social campesina
El origen del poblamiento de las 12 comunidades es confuso, la población se refiere a ello a partir de la llegada de sus padres, abuelos o tatarabuelos, periodo que se circunscribe a las últimas décadas del siglo XIX, en diferentes oleadas migratorias, conforme se iban enterando de la posibilidad de acceso a la tierra. Solo en Occidente 1era. se tiene una fecha claramente establecida: 1879. Este territorio se encuentra cercano a la cabecera municipal de Comalcalco, en donde existen humedales y algunos asentamientos humanos en las partes altas; aún con la desecación de la zona, los habitantes desarrollaron un estilo de vida particular.
Según los testimonios, las personas llegaron a la región provenientes de municipios aledaños como Jalpa de Méndez, Cunduacán, Cárdenas o Nacajuca, al enterarse de la posibilidad de obtener tierras. Refieren que, en un primer momento, el acceso a las tierras era libre, porque no existían dueños en esa parte del municipio y les era posible tomar las tierras que pudieran como suyas. El espacio estaba lleno de jahuacte, palo de tinte, macuilí y frecuentes pantanos, popales, playones -espacios arenosos y llenos de piedras-, como en Occidente 1era., o en los tres Zapotales refiriéndose a todo el territorio, donde las partes bajas se encontraban más bien hacia la comunidad Reyes Hernández o las tres comunidades de nombre Sargento López. En Zapotal 1era., 2da. y 3era., coincidieron las historias sobre la llegada a la zona; así lo ilustra el siguiente testimonio: “Aquí mi bisabuelo vino de Jalpa de Méndez, como aquí había terrenos pa’agarrar lo que quisieran, había posibilidad.” Es por lo que en Zapotal 2da. un hombre de mayor edad recordaba con precisión: “un zonte era el equivalente a cuatro hectáreas, mientras que una caballería, lo era de 10 zontes, lo que equivale a 40 hectáreas.”
La gente podía llegar a tener de 1 a 3 caballerías y ahí mismo construir sus viviendas. La caballería de tierra era un sistema antiguo de medida implementado por el virrey Antonio de Mendoza, el 4 de julio de 1536, que funcionó hasta el decreto del 12 de agosto de 1863, en el que se cambió al sistema métrico decimal francés (Orozco, 1895: 737-738; Galván, 1851:122). Este sistema de medida coincide plenamente para el caso de la región Chontalpa, y es aún muy recordado por la población actual. Una caballería corresponde a 42.7953 hectáreas mientras que un zonte es un sistema de medida mexicana retomado por la población yokot’an; en las haciendas cacaoteras se mantuvo la costumbre de otorgar medio zonte - 2.24 hectáreas- de tierra cultivable a los peones acasillados como parte de su salario (Colegio de México, 2019; Kaerger, 1991:77; Coronel, 2012). De acuerdo con los testimonios de gente de Reyes Hernández 4ta. sección y los de Sargento López, esta costumbre fue otra forma de acceder a la tierra. A lo que se agrega el acuerdo entre el dueño de la hacienda y un campesino de que al cabo de 5 años se le entregaría un cacaotal, a cambio de unas hectáreas de tierra.
Como se mencionó con anterioridad, otra forma de acceso a la tierra fue el reparto agrario, proceso que se agudizó en el municipio de Comalcalco con el ingreso de la CRG y posteriormente de PEMEX. También fue frecuente la compra y venta de tierra para aquellos campesinos provenientes de otras partes del país y que tenían recursos económicos. La tenencia de la tierra fue un tema recurrente entre los testimonios de jornaleros, cuya ilusión más grande era poseer un pedazo de tierra; algunos de ellos lo consiguieron, pero en otros momentos la vendieron para hacer frente a una enfermedad severa de algún familiar o por algún apuro económico. Sin embargo, la esperanza se mantuvo vigente, como señaló un hombre de 77 años, de Miguel Hidalgo, que contó con un pedazo de tierra comprado y perdido, una parcela que sigue presente en su memoria y en su corazón. El arraigo a un lugar o a la ilusión de sembrar sus propias tierras, en lugar de las de otro campesino, puede expresarse de muchas maneras, tal y como lo señalan Melé y Neveu (2019), quienes explican la existencia de un sentimiento profundo de apropiación y territorialización, un espacio hecho propio, que puede o no ser materializado.
En este caso, a partir de las memorias sociales, las narrativas de resignación y pérdida también se puede notar un componente significativo en los procesos de territorialización, pues la familia juega un papel de organización social, que permite el mejor entendimiento de los procesos socio territoriales. Y si bien asumimos que existe una complejidad y heterogeneidad familiar que se ha incrementado, y por lo mismo, algunos autores prefieren utilizar el término de “unidades de resistencia” o “unidades domésticas” (Robichaux, 2008), ante la complejidad de su uso en América Latina. Para este estudio retomamos a Barbagli (1987), citado en Eisteinou (2004:100), quien identifica que la familia tradicional bajo tres dimensiones, que integramos como: un grupo de personas que viven bajo el mismo techo, presentan lazos de parentesco que incluye relaciones de autoridad y de afecto, se ayudan, elaboran y persiguen estrategias comunes para acrecentar, o al menos conservar sus recursos. Mientras que Oudhof Van Barneveld y Robles (2014) agregan que también permite la construcción de una identidad y sentimientos de pertenencia. Por su parte, Cienfuegos y Göran (2022), al referirse a la familia en Latinoamérica observan que los hogares proporcionan alguna mitigación de la vulnerabilidad individual y la pobreza, pero que los principales efectos de la estructura familiar latinoamericana siguen siendo la reproducción y el fortalecimiento de desventajas para muchos, y privilegio y poder para pocos. La familia, además permite el desarrollo de la capacidad de afrontar las crisis y de adaptarse a las nuevas formas de convivencia.
El acceso a la calidad y cantidad de tierras marca una diferencia en la memoria social que, si bien presenta similitudes entre familias en cuanto a la forma de organización social y el apoyo mutuo, también puede mostrar diferencias profundas. También influyó de manera importante en la estructura interna de las familias, debido a que la organización productiva local estuvo en torno al cacao, pimienta, y copra, productos que representaban mayores ingresos económicos, y fueron paralelos a la siembra y autoconsumo del maíz. Es posible identificar en algunas narrativas a aquellas familias con menor extensión de tierra que complementaron su ingreso a partir del trabajo quebrando cacao, recogiendo pimienta o cortando coco en tierras de otros finqueros -con 150 hectáreas-, o de otro campesino. El trabajo de quienes no tenían tierras se percibe aún más difícil, las narrativas se repiten constantemente: “miseria”, “pobreza”, “la gente no tenía que comer”, “se andaba descalzo”, y de trabajos diversos, como la venta de dulces y “antojitos tradicionales” en la misma comunidad y alrededores. También trabajaban como jornaleros en las comunidades aledañas, haciendo ladrillo para su venta, poniendo techos en las casas de los demás, realizando trabajo de carpintería, entre otros.
Sin embargo, en aquellas familias que tenían tierra suficiente, solo sembraban lo necesario, en las narrativas no se mencionó opulencia, sino trabajo donde cada uno de los integrantes tenían una actividad económica. El trabajo conjunto solidario y colaborativo se presenta como un elemento constante en las familias, cuya presencia o ausencia de acceso a la tierra los presiona en invertir más horas de trabajo y de esfuerzo en el trabajo externo y trabajando para otros. El orden social estaba en torno al acceso a la tierra, al tipo de cultivos sembrados, y a la calidad de la tierra más que a su extensión. Así lo observa Medardo Sánchez, de Occidente 1era. Sección:
En esta ranchería era una miseria tremenda, aquí no había más que trabajar en los ranchos que pagaban a seis pesos al día, a cortar cacao, a limpiar los ranchos, nunca se terminaba el trabajo. Familias completas que se iban y no era de trabajar de las siete de la mañana hasta las dos, era hasta las cuatro de la tarde. Mi papá más o menos trabajaba en estos ranchitos. Mi mamá hacía empanadas y tamalitos de cangrejo. Me iba a venderlos y era caminar y caminar, porque la gente tenía sus ranchos, había ranchos de hasta 150 hectáreas. La gente no estaba viviendo como ahora, vivía en sus ranchos. De niño no usaba zapatos, como muchos otros, y cuando llovía había un lodazal en todos lados.
Una mujer de Gregorio Méndez 4ta. Sección recuerda el trabajo familiar, especialmente el de las mujeres, cuando sus padres y sus 4 hermanos varones salían de la casa antes del alba a cuidar el madreado que habían sembrado para un finquero. La labor de su hermana mayor de 12 años y ella de 6 era de atender las necesidades de la casa. Su hermana mayor se encargaba de la comida, mientras que ella confeccionaba ropa a partir de los costales de zafra que se encontraban tirados cerca de los ríos. Ella lavaba los costales con lejía hasta dejarlos blancos, preparaba la aguja, y trabajaba siembre a la luz de las velas. Su familia llegaba en la tarde con maíz o animales que habían cazado; las mujeres preparaban la comida. Se dormían a la 1 de la mañana y dos horas después había que levantarse para preparar el almuerzo que se llevaría la familia a la jornada de trabajo. Así, ella y su hermana podían descansar un poco por la mañana.
Por su parte, aquellas familias que poseían tierra suficiente sembraban pimiento, tenían plantas de coco y cacao: este último se trata de un cultivo heredado por sus padres y abuelos, por lo que tienen remembranzas de un trabajo familiar duro, pero armónico, en el que el cacao forma parte de su identidad. Se percibe añoranza y gratos recuerdos, el sentimiento de solidaridad se hace más presente en sus narraciones. La mayoría recuerda con respeto y cariño a sus padres y vecinos. Desde esta perspectiva, el trabajo comunitario ocupaba la mano-vuelta para la siembra, podía presentarse entre los mismos familiares y vecinos, lo mismo que la construcción de las viviendas, en donde los hombres se organizaban para el día preestablecido y las mujeres preparaban la comida. Las celebraciones católicas de la cabecera municipal de Comalcalco eran motivo de diálogo y festejo, había posibilidad de convivir con familiares de otras comunidades durante la semana. Las familias completas se trasladaban a la cabecera y se quedaban a dormir en los solares prestados por quienes ahí vivían. Se entregaban regalos a la iglesia, una vaca, los mejores elotes, lo que se tenía.
En la ubicación de este espacio territorializado predominan los humedales, definido por la Convención Ramsar como: “extensiones de marismas, pantanos o turberas, o superficies cubiertas de agua, sean de manera natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda a los seis metros” (Barba, Rangel, Ramos, 2006:101). La gente identifica como popales a las áreas de inundación que permanecen estancadas. En las partes altas fueron construidas las viviendas elaboradas de madera, donde se encontraban casas tipo chontal, pero también de cartón y lámina. La casa tradicional era rectangular, para las paredes se ocupaba el jahuacte y el tatuán para sostener el techo de guano.
La población se apropió del entorno clasificándolo y diferenciándolo. Aprovecharon gran variedad de flora y fauna que integró su dieta, o que muchas veces ya conocían, pues venía de municipios con características geográficas similares.
Eugenio Olivé, Zapotal 1era. Sección:
Había partes que eran de popalería, no tenían ningún uso, porque no se secaban, Eran como una rejoya, donde llegaba el agua y se mantenía, esos eran humedales. No tenían mucha vegetación, era agua y puros pantanales, eran para animales, para el pescado, lagartos, pejelagartos, había cocodrilos y animales de concha, también caracol, y esa correa que comían los caracoles, todo es nos lo comíamos. También había armadillo, o monos saraguatos, pero esos estaban en los acahuales. Todo se fue acabando con el dren que construyeron. Porque había tierras que eran impenetrables, no tenían ningún uso, ni se secaban.
O en Zapotal 2da. donde la reflexión de un cacaotero de 52 años es que existía una clasificación de los lugares y un conocimiento sobre el uso de los pantanos, del clima y de la siembra del maíz en dos temporadas, el tornamil que es de enero, y el anual, que se siembra en julio. De igual manera, “los lametones” es el lugar de las lomas, las partes más altas y seguras para construir las viviendas. Otros habitantes de los tres Zapotales enfatizan que: “cuando era el tiempo de los ‘popotales’, todo era más fácil de identificar”, “porque desde aquí que es más alto se ve la parte de la planada, en tiempo de invierno todo quedaba parejito, porque levantaba el pantano y nivelaba el nivel del agua. Pero pasado ese tiempo, ya para marzo, abril, mayo, ya todo esto se empezaba a secar”. Otros más señalan que, pese a los cambios en la construcción del dren, en tiempos de lluvias: “siguen inundándose por estar más bajas, como Reyes Hernández, cerca del cementerio”.
Los cambios sucedieron rápidamente, pues las viviendas fueron perdiendo las características autóctonas de la Chontalpa debido al crecimiento poblacional a un mayor ingreso económico, y a que las autoridades municipales otorgaron facilidades para la compra de ladrillos, posteriormente de tabiques, o de block; con lo anterior, es posible inferir la época en la que fueron construidas las viviendas. Eso hizo que la casa vernácula se percibiera como un atraso. Se establecieron ladrilleras que representaron también oportunidades de trabajo. La población local buscó construir primero en las áreas más altas y cuando no fue posible elevaron la base de su vivienda con relleno. Otra estrategia ha sido la de integrar tabiques en la parte inferior del marco de la puerta para entrar a la vivienda. Estas estrategias disminuyeron el apoyo entre los vecinos cuando en temporadas de crecientes los varones se organizaban con machete en mano, picos o palas para “hacerle una sangría a la tierra”, y con ello desviar el agua de las comunidades, estrategia frecuente utilizada en Gregorio Méndez 4ta. Sección, Reyes Hernández y los Sargento López. Las estrategias colectivas de la comunidad se transformaron en familiares.
Por otra parte, la contaminación ha propiciado la reducción de cultivos, a lo que se le agrega la presencia de plagas al mismo cacao que, según la población, inició después del desastre de 1995 ocasionado por Opal y Roxane. La mayoría adjudica la contaminación a PEMEX y señalan que esta se da por aire, agua y tierra: “las copas de los árboles de pronto se les ve secas, se ven amarillentos, sí, porque se quema la hoja”, “después de las lluvias se ve como si las hojas de las plantas les hubiera caído aceite”, “la pastura a veces se tarda mucho en volver a levantar, ahorita se necesitaría más recurso para fertilizar la pastura, y todavía hay que comprar pastura para que alcance para las vacas”, “los árboles empiezan a envejecer, a secarse, y no permanecen, ya no crecen, ya no como antes, van sobreviviendo los pobres árboles nada más”, “la misma agua potable sale sucia, y la de pozo hay veces que se ve como si tuviera aceite”, “la pudrición viene de la tierra que ha secado los árboles de raíz”, “el árbol de naranja se está poniendo feo, se pudre desde abajo y va subiendo del tronco todo lo podrido. En la parte baja el tronco se ve negro, tampoco da ya el chinín, como si le hubiera echado agua caliente”, “es como si le hubieran extraído el jugo a la tierra”, “Ya no da el frijol, el guayabo, la naranja, el limón, el mango, se ponen chiquitos”.
Otro elemento más que ha contribuido a la división social es el incremento en la diversidad religiosa, que ha provocado diferencias en las relaciones sociales, y también al interior de las familias. Desde la década de 1980, Incháustegui (1987) advertía sobre la relación entre la fragmentación social y la religión, pues menciona que la presencia de distintos grupos religiosos también demanda la diversidad de prácticas sociales que, en numerosos casos, son contrarias entre sí.
Uno de los elementos que observó fue la “competencia en los estudios de la Biblia” entre practicantes de diferentes cultos. Este clima puede ser interpretado desde el exterior como amigable, colaborativo puesto que los principios religiosos convergen en conceptos de amor, apoyo, ayuda al prójimo y trabajo comunitario; sin embargo, lo que se cuestiona, y que Incháustegui ya señalaba desde entonces, es la pugna entre cultos que buscan un mayor número de evangelizados. Aunque este investigador señala la mayor pugna entre católicos y protestantes, no es una sola religión la que se encuentra dentro del abanico de los protestantes, sino que existen pentecostales, testigos de Jehová, presbiterianos, adventistas, bautistas y muy recientemente también mormones.
Las diferencias de religión no han causado conflictos visibles, pero actúan de manera soterrada, lo que da lugar a divisiones internas familiares, separación de parejas que profesan distintas religiones, porque el cobijo de las redes sociales familiares es muy fuerte. Otros más responsabilizan del debilitamiento de las relaciones comunitarias a las diferencias políticas que comenzaron a ser visibles desde finales de la década de 1980, y que se ha hecho cada vez más patente.
Ante la coyuntura e inserción del capitalismo en su fase neoliberal, otros cambios ocurrieron desde el periodo presidencial de Salinas de Gortari -1988-1994-, por ejemplo, aumentaron los despidos de PEMEX, lo que tenía como intención debilitar a la paraestatal y a su sindicato; una de las acciones más contundentes fue el encarcelamiento del líder sindical por fraude (Guzmán, 2009). Con esto comenzó el proceso de desmantelamiento de PEMEX que alcanzó su punto máximo con la reforma energética durante el periodo de Peña Nieto -2012-2018-, cuando se llevó a cabo la venta de concesiones a empresas internacionales, la contratación de especialistas provenientes de otros países, así como la concesión de amplias regiones de hidrocarburos en todo el país, incluyendo el Golfo de México.
Aunado a lo anterior, desde la década de 1990 la delincuencia organizada en torno a los hidrocarburos y las pequeñas bandas dedicadas a robos en viviendas o cultivos aumentaron considerablemente. A este contexto se agregan las condiciones económicas y sociales que se agravaron con los desastres de 1995, 1999, 2007 y 2020, además de la crisis financiera mundial de 2008 (Vera, Martínez, 2017).
Por otro lado, y de acuerdo con los resultados obtenidos en la encuesta aplicada a 48 familias con tierra en 2017, a la que se le han agregado las estrategias tomadas por la población, encontramos lo siguiente: la baja rentabilidad de las actividades agrícolas ha sido un factor importante en la transición de la economía basada en la producción primaria a la de servicios y actividades extractivas. Por lo mismo, es común la migración y la venta de terrenos a personas de la cabecera municipal y de las localidades vecinas, quienes financian la compra con recursos obtenidos de la migración a las ciudades, como Villahermosa, Cancún, Reynosa o Monterrey. Esto ha dado lugar a que un pequeño grupo de personas con alta capacidad adquisitiva aglutine más tierras. Las familias que mantienen el trabajo en el campo poseen en su mayoría, menos de 8 hectáreas (Véase figura 2a); mientras que unas cuantas familias ocupan mayores superficies, lo cual demuestra la marcada desigualdad en la tenencia de la tierra.
Esto significa una reterritorialización donde más de la mitad -53%- de la superficie es utilizada para la ganadería (figura 2b). Las milpas miden en promedio una hectárea, es decir, 15% de la superficie total; y la superficie media de cacaotal por familia era de 1.4 hectáreas, lo que suma un 24% de la superficie total disponible entre las 48 familias.
Figuras 2a y 2b. Tierras disponibles por familia y superficie destinada a los principales agroecosistemas en Comalcalco, Tabasco.
Actualmente la actividad cacaotera de los pequeños productores es reducida. Los hijos y nietos de la generación de campesinos que se estableció durante la operación de la CRG no ven la rentabilidad de esta actividad, por distintas razones como las fluctuaciones en los precios del cacao, la falta de capital de trabajo y la alta incidencia de plagas, principalmente la moniliasis -Moniliophthora roreri-. Este deterioro de la producción de cacao conlleva un desinterés entre las nuevas generaciones por conservar la agrobiodiversidad en los cacaotales; actualmente las selecciones clonales desplazan las variedades criollas de cacao.
La organización de los productores ha pasado por un periodo de dispersión, seguido de un periodo de organización corporativa y clientelar “secuestrada”, lo que dio pie a iniciativas locales autogestivas. Un ejemplo es la Cooperativa de cacaoteros, que antes aglutinaba a los productores de las localidades en cuestión y se transformó en cooperativa con rasgos de empresa privada. Su membresía es reducida y las normas internas se han vuelto más rigurosas en respuestas a los malos manejos de antaño.
Con respecto a la primera generación de ejidatarios, las actuales familias han reducido el número de hijos a 4. Los fundadores de los ejidos tenían de 8 a 10 hijos y dotaban a sus hijos varones con un promedio de dos hectáreas de tierra; unos cuantos dotaron también a sus hijas, pero esto no representa una práctica común. Las familias de las generaciones posteriores tienen hasta tres hijos (figura 4). Las familias entrevistadas tenían en promedio 4.2 integrantes (figura 3). La edad promedio de los jefes de familia con actividad agrícola y ganadera es alta, en promedio 55 años en Zapotal y hasta 69 años en Reyes Hernández, lo que indica muy baja participación de jóvenes.
Figura 3. Número de integrantes de familias campesinas de Comalcalco, Tabasco.
M=Gregorio Méndez; RH=Reyes Hernández; SL=Sargento López; Z=Zapotal. T=Sumatoria
Por otro lado, la propiedad ejidal se ha convertido en buena medida en propiedad privada de las tierras: de 56 familias, 11 contaban con tierras ejidales y 50 con propiedad. Lo anterior ha dado lugar a nuevas formas de territorialización. Una estrategia de venta de las tierras es la solarización, que consiste en fragmentar la parcela ejidal y venderla para construcción de viviendas. Los compradores pueden ser del mismo poblado o de otros, o de los hijos de las familias de las rancherías que han emigrado en las últimas décadas. Los mueve la esperanza de regresar a una casa propia, o para mantener la promesa a los padres de regresar algún día. Otros dueños más apegados a las tierras han repartido su parcela ejidal a los hijos, dando lugar a verdaderos pegujales de subsistencia (figura 4).
Las presiones estatales e internacionales se encarnan, negocian y significan en el espacio, a través de las relaciones sociales y contextos culturales y políticos específicos (Low, 2009:34). En este aspecto también coincide Massey (2004:8), cuando enfatiza que el sistema capitalista tiene dimensiones localizadas a partir de una suma de relaciones, conexiones y encarnaciones prácticas que son profundamente cotidianas y arraigadas al mismo tiempo (citados en Melé, Neveu, 2019:25). Y que en la zona de estudio se observa a partir de un espacio de relaciones que ha establecido la extracción de recursos como base y deja a la población que no ha podido desarrollar estrategias alternativas familiares y comunitarias a expensas de las territorializaciones impuestas, y por tanto, en condiciones de vulnerabilidad social.
Figura 4. Número de familias con tierras ejidales y de pequeña propiedad y su superficie en el territorio de Comalcalco, Tabasco.
La dinámica estatal e internacional transformó en tan solo cuatro décadas el espacio territorializado por los campesinos, quienes en su mayoría están obligados a vivir en subsistencia, y que no han encontrado las estrategias suficientes para poder decidir en un territorio tomado por la iniciativa neoliberal. Las condiciones de vulnerabilidad social en la actualidad se expresan con la emigración familiar y la tierra sigue representando para este grupo un sustento que les permite cierta movilidad, junto con el apoyo de los hijos migrantes, obreros en PEMEX, a través del desarrollo de oficios y el trabajo en servicios. También la búsqueda en las indemnizaciones por parte de PEMEX son una constante, aunque con mínimos logros.
Encontramos una minoría social en la que persiste el vínculo con la tierra, la construcción de algunos lazos solidarios, que permite cierto arraigo al territorio a través de recuerdos variados, del conocimiento del entorno, de una dieta común, de un pasado construido en torno a la tenencia de la tierra y su diversificación en relaciones económicas internas. Un ejemplo de lo anterior es el trabajo de Las Embajadoras del cacao, cooperativa de mujeres que trabaja en Cunduacán, otras cooperativas como Las Mujeres en el cacao y Valle encantado que impulsan el turismo rural y se imparten talleres de chocolate; La Campesina, que se trata de un taller escuela donde se elabora chocolate al metate; y Cazuela, comal y cacao, pequeña cooperativa de Emiliano Zapata donde también comercializan su propio cacao. El común denominador de estos proyectos es el trabajo colectivo y el arraigo al cacao y a la tierra, elemento fundamental de su identidad y que se encuentran presentes en la memoria social.
Desde las últimas décadas las diferencias políticas y económicas han provocado una mayor división social, acentuada por la diversificación económica, como señalan Melé y Neveu (2019), la experiencia común se construye de una experiencia concreta de lo que se tiene en conjunto.
En términos de territorialización, las relaciones establecidas en este grupo de campesinos se diversifica en otras identidades en torno a la tierra, la religión, preferencia política, y negociaciones grupales en torno a la indemnización por PEMEX, el de la migración de sus hijos de quienes reciben apoyos, de un ingreso económico por su trabajo de PEMEX; es una relación con sentimientos encontrados, pues por un lado, solicitan la indemnización por daños a su tierra, pero también porque tienen un ingreso económico que modificó el orden social en torno a la tierra y les ayudó en tiempos de crisis y de las diferentes fases de PEMEX.
Conclusiones
Los estudios macroeconómicos e históricos conducen a un tipo de conocimiento que proporciona cierto tipo de información, pero desconocemos cómo piensa, vive y siente la población local, cuya dinámica social ha sido transformada una y otra vez, y también ha encontrado mecanismos de subsistencia a partir de la búsqueda de nuevas relaciones sociales, tal y como considera Zibechi (2006), y que es posible aplicar a esta investigación. En este caso, se encontraron nuevas relaciones dadas por la organización política en torno a las solicitudes de recursos a PEMEX para indemnización ante los daños; en torno a la religión y partidos políticos. Sin embargo, la relación más importante se encuentra en torno a su familia, donde las redes de apoyo se convierten en una base fundamental para su propia subsistencia.
Por otro lado, la memoria social es también dinámica y en continua transformación. Así se percibe en entrevistas realizadas a las mismas personas en 2017 y 2022; en la primera entrevista, los padres de familia enfatizaban la espera de sus hijos que estaban en Cancún, y la seguridad de su retorno ante la construcción de las viviendas en el mismo solar. En la entrevista de agosto-septiembre de 2022, ya cuando la pandemia había sido superada y sus integrantes se habían reunido de nuevo en el hogar paterno, el discurso fue que en realidad casi no había existido migración tiempo atrás. Aunque las entrevistas realizadas les implicaba un tiempo de reunión familiar y unión, las dinámicas fluctuantes seguirán determinando las acciones a tomar por parte de la familia, a menos que el grupo social decida y pueda construir alternativas diferentes.
La memoria social pese a su continua transformación, al ser construida desde el presente, les permite tomar acciones para proyectarse al futuro; pero la memoria no es mecánica y las acciones pueden ser diversas. Sin embargo, analizar la memoria social nos permite conocer mejor las dinámicas internas, cómo se experimentan, se viven y transforman cuando es posible, tal y como lo observó Vázquez (2001).
Como se mencionó antes, los procesos de reterritorialización no son iguales en todos los sitios, muchos de los proyectos comunitarios no cuentan con financiamientos a largo plazo y depende de la organización comunitaria sacarlos adelante, pero la organización comunitaria tampoco es infalible porque los pobladores deben enfrentarse a problemas como la inseguridad, la delincuencia, la migración por falta de trabajo y el desarraigo de las nuevas generaciones, cuyas aspiraciones se ven influenciadas por la globalización.
Existe una profunda nostalgia por el pasado que se encuentra en los testimonios de las personas de la tercera edad en las comunidades. Estas historias permiten apreciar que las grandes transformaciones del territorio que se han llevado a cabo con fines de progreso y desarrollo nacional han significado grandes afectaciones para las poblaciones que no han sido atendidas de manera equitativa y sostenida por los distintos gobiernos desde la incursión de PEMEX en Tabasco. Estas transformaciones, a su vez, han construido condiciones de mayor vulnerabilidad social a la desigualdad social, pobreza, inseguridad social y desastres asociados a fenómenos hidrometeorológicos.
Si bien la concreción de estas expresiones de territorialización impuestas dan lugar a la vulnerabilidad social, a la que se le agrega la delincuencia organizada y la presencia de robos en viviendas, y de cacao; es posible, que en otros grupos en el mismo espacio, han trabajado reterritorializando su espacio al fortalecer su identidad, y retomar de su memoria social elementos que les permiten elaborar en el presente los productos con los cuales vivieron sus padres y abuelos, con la particularidad de ofrecer un producto actualizado, y aprovechando la coyuntura actual de la refinería Dos Bocas, que ha provocado un retorno de parte de los jóvenes migrantes y de nuevas oleadas de personas en búsqueda de empleo.
De esta manera, el grupo que presentamos en esta investigación tiene la oportunidad de reterritorializar materialmente su espacio, pues simbólicamente el arraigo a la tierra, junto con la selección de recuerdos de la memoria social, podría contribuir, aunado con la coyuntura política-económica, a nuevas formas creativas de permanencia. Las familias tendrían que reconstruir y construir nuevos lazos comunitarios que les permitan afianzarse.
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Archivos consultados:
Registro Agrario Nacional, Oficina de documentos básicos de la Ciudad de México Calle José Antonio Torres 661, Asturias, Cuauhtémoc, 06890 Ciudad de México, CDMX.
Notas
1 En la aplicación de entrevistas colaboraron Santana Gómez, Hilda Marlene Cruz, Eber Eduardo Hernández y Gabriela Vera, para el primer proyecto. En el segundo proyecto, participaron en su aplicación Magdalena Hernández Hernández y Gabriela Vera. En la aplicación de la encuesta familiar contribuyó Hans Van der Wal. En la elaboración de los mapas contribuyó: Martín Eduardo Morales Espinosa. Finalmente, el análisis y reflexión final de este artículo estuvo a cargo de Gabriela Vera y Aída Chacón.
2 El madreado son las plantas de cacao cultivadas y cuidadas por el campesino, en un cacaotal.