Proveeduría económica y reconfiguración familiar:una experiencia de precariedad laboral en Campeche, México

 

Economic provisioning and family reconfiguration: an experience of labor precariousness in Campeche, Mexico

DOI: https://doi.org/10.31644/ED.IEI.V21.2024.A10

 

*Gilda Caamal Dzib ORCiD: 0000-0001-8251-116X   

*Egresada del programa de doctorado en Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable, ECOSUR Campeche, sus líneas de investigación son emociones, masculinidades, medicinas tradicionales, alternativas y complementarias. E-mail: caamal.gilda@gmail.com  

**Laura Huicochea Gómez ORCiD: 0000-0002-1925-0494   

**Doctora en Antropología por el IIA y la FFL de la UNAM, sus líneas de investigación son interculturalidad en salud, patrimonio biocultural de Campeche, salud femenina en mujeres del ámbito rural y urbano. E-mail: lhuicochea@ecosur.mx

***Diana Cahuich Campos ORCiD: 0000-0002-4798-0929

***Doctora en Ecología y Desarrollo Sustentable por ECOSUR, sus líneas de investigación son patrimonio biocultural, huertos familiares, etnobiología, y antropología médica. E-mail: dcahuich@ecosur.mx

RESUMEN

Se trata de un estudio exploratorio en el que, a través de la biografía laboral de un adulto mayor de origen campesino, maya hablante, oriundo y residente de Campeche, México, se busca responder a las preguntas: ¿cómo vive el incumplimiento en la proveeduría económica un hombre en situación de precariedad laboral arraigada?, y ¿cómo se reconfiguran sus relaciones y posición de poder dentro de la familia? Como marco de referencia, se parte de los mandatos de la masculinidad tradicional (proveer económicamente y desempeñar un trabajo aún en condiciones precarias) para entender cómo estas premisas afectan las dinámicas y roles familiares. Se identifica que la precariedad estructural llevó a este hombre a enfrentarse a una inestabilidad laboral y desempleo constantes. Las condiciones laborales adversas, el maltrato físico y emocional, y las enfermedades que fue adquiriendo lo orillaron a renunciar o abandonar distintos empleos. A pesar de recurrir a la pluriactividad campesina como estrategia de subsistencia, con el paso del tiempo se consolidó el rol de la esposa y de uno de los hijos como principales proveedores y tomadores de decisiones, ofreciendo apoyo material y afectivo hacia él y la unidad doméstica. Esta reconfiguración, sin embargo, debilitó la masculinidad y la posición de poder del hombre dentro del núcleo familiar.

Palabras clave:

masculinidad tradicional, pluriactividad campesina, reconfiguración familiar, precariedad laboral.

ABSTRACT

This is an exploratory study in which, through the labor biography of an older adult of campesino (peasant) origin, Mayan-speaking, native and resident of Campeche, Mexico, we seek to answer the questions: how does a man in a situation of precarious and entrenched labor experience a lack of economic provision, and how are his relationships and position of power within the family reconfigured? As a frame of reference, we start from the mandates of traditional masculinity (to provide economically and to perform a job even in precarious conditions) to understand how these premises affect family dynamics and roles. It is identified that structural precariousness led this man to face constant job instability and unemployment. Adverse working conditions, physical and emotional abuse, and the illnesses he acquired forced him to quit or abandon different jobs. Despite resorting to pluriactivity as a subsistence strategy, over time the role of the wife and one of the sons consolidated as the main providers and decision-makers, offering him material and emotional support. This reconfiguration, however, weakened masculinity and men’s position of power within the family unit.

Keywords:

Traditional masculinity, Pluriactivity, Family reconfiguration, Labor precariousness.

Recibido: 29/02/2024  •  Aceptado: 07/06/2024  •  Publicado: 21/11/2024

Introducción

Tener un trabajo u ocupación1 es, por lo general, indispensable para cualquier ser humano. Particularmente, en el caso de los varones, carecer de empleo puede resultar crítico para cumplir con lo que se espera en su rol de género, esto es, cumplir con comportamientos y normas socialmente esperadas en función de su sexo. Olavarría (2017:102) y Ramírez-Villaseñor (2019) coinciden en indicar que el trabajo otorga a los hombres autonomía y les permite aspirar a una vida en pareja, constituir un hogar, ser proveedores económicos y cumplir con sus responsabilidades familiares, incluida la protección de la familia. Otros autores, como Bard (2016), Rosas (2008), Ramírez-Rodríguez (2020a) y Mendieta y Cuevas (2022), aseveran que, en especial, el rol de proveedor económico confiere a los varones atributos popularmente asociados a lo masculino como el ser fuertes, activos, autónomos, arriesgados, valientes, competentes, exitosos, controladores y con reconocimiento social.

En México, se ha identificado la vigencia de la demostración del cumplimiento del rol de proveeduría entre los varones, como se menciona en los trabajos de Salguero, Córdoba y Sapién (2018), Ramírez-Rodríguez (2020b) y Rendón y Salguero (2022). Cuando este no se cumple hay insatisfacción, conflicto, depresión (Salguero et al., 2018), y una pérdida de poder dentro de la familia, lo que a menudo lleva a que sean las mujeres quienes se empleen y asuman un papel protagónico dentro de las jefaturas del hogar (Navarro, 2010).

El cumplimiento del rol de proveedor económico se torna especialmente crítico en lugares como el estado de Campeche, donde el rezago económico y educativo y las dificultades para conseguir un empleo son el común denominador (Secretaría del Trabajo y Previsión Social, 2024; Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2023b; Instituto Mexicano para la Competitividad, 2022). Esta situación sin duda tiene un impacto significativo en las relaciones en pareja. Como datos, Campeche viene reportando desde los últimos años una tasa muy alta de divorcios (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2020a)2 , lo que se presenta en conjunto con una recurrente violencia económica ejercida hacia la mujer3 y altos indicadores de suicidio, principalmente en hombres.4 Como causas atribuidas a los suicidios se encuentran los problemas económicos y familiares (Frutos, Formoso y Solano, 2015).

Así, los datos oficiales revelan una condición de vida sumamente difícil para los habitantes de Campeche, asociada con la frágil economía5 y las configuraciones relacionales familiares más tradicionalistas, donde se desconoce cómo los hombres en matrimonio y que viven en el campo sortean las carencias económicas. También se desconocen sus acciones emprendidas como agentes sociales capaces de cambiar aquello que les afecta, descalifica o maltrata, así como los resultados de sus decisiones en los ámbitos económico-familiares al vivir en contextos de precariedad laboral arraigada. Por lo tanto, en el presente texto se busca visibilizar cómo un hombre campesino campechano, maya-hablante, vive y afronta el incumplimiento de la proveeduría económica, y de qué manera esto contribuye a reconfigurar sus relaciones y posición de poder en la familia.

Marco teórico y metodológico

Los mandatos de la masculinidad implican cumplir con preceptos sociales como parte de las relaciones de género. En general, quienes detentan una posición de superioridad son los hombres, que imponen mandatos a las mujeres, a otros hombres o incluso a sí mismos (Ramírez-Rodríguez, 2020b:15). Este mandato y su consecuente privilegio conllevan a su vez deberes y costos (Ramírez-Rodríguez, 2020b:17). Los mandatos son múltiples y se entretejen unos con otros. Hay mandatos particulares asociados a la familia, por ejemplo, ser proveedor, jefe de familia, guía de la descendencia y de la pareja, ejercer autoridad, ordenar y ser protector, al igual que soporte moral (Ramírez-Rodríguez, 2020b:18). Es de señalarse que trabajar y proveer son mandatos de la masculinidad de primer orden, dado que posibilitan y visibilizan en ellos el éxito, el reconocimiento y permiten ocupar la jefatura familiar (Ramírez-Rodríguez, 2020b:18). Este cumplimiento les confiere a los hombres poder, es decir, la posibilidad de imponer control sobre otros (Kaufman, 1995), además de estatus y privilegios, y quienes lo ejercen experimentan sentimientos de superioridad, orgullo, satisfacción, seguridad, placer y autoestima (Kuri, 2023). Sin embargo, no todos los hombres detentan poder ya que el origen, la clase social o la orientación sexual convierten a muchos de ellos en sujetos sin poder (Almeda, 2021) lo que les genera dolor, aislamiento y alienación (Kaufman, 1995).

El rol de proveeduría, como señala Azoños (2024:270), se entrelaza con otros mandatos como el de la paternidad, pues mediante el dinero obtenido los hombres pueden abastecer a su pareja e hijos de los recursos que requieren para la vida cotidiana. Es en este contexto donde cobra sentido la responsabilidad en obtener y mantener un trabajo, ya que posibilita que se configuren como un determinado tipo de hombre/pareja/padre/trabajador (Pedrero, 2002:14). Sin embargo, existe evidencia de que contar con trabajo no implica ser un buen proveedor, como lo revela Sarricolea (2017). Esto puede deberse a factores como la precariedad laboral que actualmente se vive en las zonas urbanas y rurales6 de México. La precariedad laboral implica distintos elementos, como son: inseguridad en la relación de trabajo, ya sea por falta de contrato o una contratación temporal; desprotección laboral, lo que incluye reducción de prestaciones laborales y protección social; degradación de las condiciones de trabajo, que conlleva riesgos para la seguridad física y la salud, e insuficiencia salarial para obtener alimentos, educación, salud y vivienda (Santos, 2014:27).

En estas circunstancias laborales críticas, los trabajadores a menudo enfrentan explotación, ya que se les exige que hagan trabajos que requieren gran esfuerzo físico, sin contar con las condiciones adecuadas ni la asesoría legal en caso de accidentes o incapacidades (Naraya et al., 2000:184; García, 2010:74; Robles, Toledo y Gallardo, 2020:329). Este maltrato laboral7 sucede tanto en el sector formal como informal.8 Según García (2010:74) ha aumentado el número de trabajadores eventuales o sin contrato, quienes enfrentan trayectorias laborales precarias y biografías itinerantes, forzados por despidos, renuncias y malas condiciones de trabajo (Hualde, Guadarrama y López, 2016:207).

Las crisis económicas en México han pauperizado y precarizado la condición de vida de los hombres y sus familias, y si pensamos en el ámbito rural la situación se visualiza agravada. Por un lado, en el campo mexicano, los hombres tradicionalmente son los encargados de sostener a la familia y participan en actividades agrícolas, asumiendo a menudo cargos comunales como jefaturas ejidales o municipales. Cuando esto sucede, les es imposibilitado trabajar, lo que coloca a las mujeres como responsables del hogar (Téllez, 2022:112). Por otro lado, el empleo en el campo se enmarca en un panorama generalizado de precariedad del mercado de trabajo, agravado por ubicarse principalmente en sectores rezagados (Pedrero, 2002:121; Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, 2020).

Ante la llegada de una crisis económica, los hombres que viven en el campo se emplean como albañiles, jornaleros o emigran buscando mejores oportunidades (Ayala, 2007:752), de manera que tienen que adaptarse y soportar las inconveniencias del nuevo lugar de trabajo (Flores, 2021:2).  De esta forma, la pluriactividad agropecuaria y asalariada en familias campesinas se convierte en una estrategia familiar defensiva para enfrentar la pobreza y mejorar los ingresos, sin que ello necesariamente se logre (Carton de Grammont, 2009:274). Así, las vinculaciones a las actividades productivas, generalmente asociadas a los hombres, y las reproductivas, a las mujeres, implican consecuencias directas en la organización doméstica tradicional y afectaciones en la inserción laboral de los miembros de la familia (Santos, 2014:31), lo que genera a su vez reacomodos y reconfiguraciones en las relaciones familiares.

Para el presente trabajo, se eligió registrar algunos episodios de la biografía laboral9 de un varón que nació en Suctuc, una comunidad rural perteneciente al municipio de Hopelchén, Campeche, y quien reside actualmente en Lerma, una colonia colindante a la capital de San Francisco de Campeche (SFC). Este hombre se adscribe como maya-hablante, y también habla y entiende el español, está casado, con hijos y es de edad avanzada, lo cual permitió visibilizar algunas experiencias de vida en el ámbito laboral, así como las afectaciones personales y familiares derivadas de sus decisiones.

El relato de vida se construye a partir de experiencias significativas (Puyana y Barreto, 1994), y de esta forma, la biografía laboral es una herramienta metodológica que registra las experiencias del entrevistado, reconstruyendo su dinámica individual en interacción constante con el entorno laboral y familiar. Para Hualde et al., (2016:217) la biografía laboral es una herramienta que evidencia la experiencia acumulada del sujeto para evitar o paliar la precariedad.

La presente investigación forma parte de un estudio sobre la relación entre los mandatos de género, las relaciones interpersonales y la dificultad para expresar sentimientos y emociones en varones campechanos de escasos recursos económicos y situación de precariedad laboral, como parte de un proyecto para obtener el grado de doctorado por parte de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR). De entre siete hombres entrevistados, se seleccionó a una persona con la que se entabló una relación de confianza, gracias a la buena comunicación previa tanto con él como con la esposa. El entrevistado, a quien llamaremos Valentín, mostró apertura y reflexión en su narrativa e invitó a su pareja en ciertos momentos de la entrevista. Siempre se le informó que se respetaría su anonimato, y se le pidió autorización para grabar y transcribir las charlas, con la posibilidad de terminar su participación en cualquier momento que así quisiera. Las condiciones del trabajo de campo no fueron las ideales debido a la pandemia de Covid-19, lo cual llevó a cancelar varias entrevistas presenciales y realizar algunas de ellas telefónicamente. Las visitas en persona se llevaron a cabo en su domicilio entre los años 2020 y 2022.

Los temas que se trataron en la entrevista incluyeron los trabajos que Valentín consideraba más relevantes en su vida, de los cuales se rescataron períodos de empleo, desempleo, dificultades en el desempeño laboral, experiencias percibidas de la relación con sus empleadores y familiares cuando contó o no con trabajo, las acciones emprendidas, las afectaciones y los resultados de sus decisiones. Los resultados se organizaron a partir de tres momentos clave de su biografía laboral:

a) Experiencias laborales favorables y la conformación de una familia, a pesar de las dificultades económicas y sociales.

b) Acompañamiento y presión familiar ante la adversidad económica y de salud.

c) La llegada a un contexto urbano: recrudecimiento de la precariedad laboral, los problemas familiares y de salud.

Características generales de la persona entrevistada

Valentín nació en 1954, completó la educación primaria y se identifica como indígena maya. Es originario de un pueblo llamado Suctuc, municipio de Hopelchén,10 y lleva más de quince años radicando en Lerma, un núcleo poblacional que pertenece a San Francisco Campeche (SFC),11 Campeche. Para 2020, se reportó que el 50.5% de la población total de esta entidad vivía en situación de pobreza (CONEVAL, 2020), y Lerma no es la excepción: no hay buenos servicios públicos,12 la infraestructura urbana es escasa, hay cortes de agua constantes, las calles están en malas condiciones y el transporte público es ineficiente.13 Al momento de la entrevista, Valentín cuenta con 68 años, dos hijos casados no dependientes económicamente, y una pareja con quien convive en el mismo espacio, a quien llamaremos María. Ella ha laborado desde que se casaron para contribuir a los gastos familiares, dedicándose en los últimos tres años a la costura y la limpieza de casas.

Desde los ocho años, Valentín comenzó a participar en el sustento del hogar, al igual que sus hermanos. Impulsado por su papá, acudía a un rancho para trabajar en la producción de semillas de maíz. A los doce años, aprendió el oficio de la albañilería, donde duró únicamente seis meses; renunció tras sufrir maltrato verbal por parte de su empleador: “se me endureció la mezcla al estarla haciendo solo, así que cuando me insultó a nombre de mi mamá no quise perdonárselo, tiré mis herramientas y me fui” (Valentín, 2021-2022). Tras la muerte de su padre, asumió el rol de principal proveedor de su familia, ocupándose de la cosecha de maíz, así como en diversas actividades para cubrir las necesidades de su hogar.

Fotografía cortesía de Laura Huicochea Gómez

Experiencias laborales favorables y la conformación de una familia

A los 16 años y motivado por un maestro,14 Valentín aprendió a tocar la trompeta y formó un grupo musical que durante siete años ofreció su servicio para fiestas, hasta que un accidente automovilístico los desmotivó y separó como grupo. Valentín volvió entonces al trabajo en el campo, que le representó una vía de posición social, aprendizaje y logros, pues pocos sabían usar maquinaria y eso le abrió puertas a otros empleos. Él, junto con otros ejidatarios, solicitaron en la década de 1970 un crédito al Banco de Desarrollo Rural (Banrural)15 para la compra de tractores, semillas mejoradas, fertilizantes e insecticidas. A pesar de que la cosecha fue vendida, los ingresos resultaron insuficientes para subsistir. Ante esta situación, los ejidatarios solicitaron apoyo para saldar sus deudas al entonces presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado. La petición fue aprobada, y a cada ejidatario le donaron un pedazo de tierra, lo que le permitió a Valentín continuar con sus actividades agrícolas.

En 1984, a los 30 años, la comunidad lo eligió comisario ejidal, un cargo que desempeñó durante tres años, sin remuneración. Este rol significó para Valentín respaldo y aprobación social, aunque también hubo molestias e insatisfacciones entre la población:

Cuando la gente me escogió para ser comisario, era porque sabían que conocía mucha gente, el terreno del ejido y trabajaba el campo. Así que no me pude negar cuando todos alzaron la mano y a pesar de que no me pagaban ni un centavo me sentía satisfecho. Durante ese tiempo aprendí mucho sobre el mantenimiento de maquinaria, tenía un camión de trece toneladas y en ese entonces el papá de mi esposa trabajaba conmigo en el material agrícola, a quien le pagaba $18.50 pesos diarios. Nunca pensó que me iba a casar con su hija y cuando llegó el momento de decírselo lo aceptó, pues ya le había ganado la confianza, eso me dio fuerza y alegría. Pero a la vez no fue bueno ser comisario, porque, aunque hagas el bien, la gente lo toma a mal, no agradecen el esfuerzo, eso molesta. Solicité créditos con la ayuda de un ingeniero de Campeche, maquinaria para trabajar el mecanizado, pozos para riego, compra de ganado, pero después de mi periodo hubo un problema con el terreno, empezaron a pelear y vendieron todos los implementos y tumbaron el galerón donde se ponía la maquinaria, pues la gente no tenía ganas de trabajar. (Valentín, 2021-2022)

Durante esos años, un ingeniero que conocía lo invitó a realizar el mantenimiento de un rancho cerca de la ciudad de SFC. Además, los fines de semana le regalaba mercancía, como pescado y mariscos, y le enseñó a cultivar cilantro, rábano, repollo y calabacitas, las cuales después vendía en el mercado. Valentín describió aquellos días como un periodo “donde ganaba un poquito más”. Desafortunadamente, al paso de un año canceló su trabajo, pues un compadre del ingeniero, queriendo mostrar autoridad, lo maltrató. Molesto y ofendido se fue sin avisarle a su jefe. En 1988, con 34 años, le fue ofrecido un puesto como judicial en Kobén,16 con mejor sueldo, pero mayores peligros, por lo que decidió priorizar su vínculo familiar, bajo solicitud de la esposa:

El ingeniero agrónomo con quien trabajé en la colonia Imí tenía muchos amigos de la policía y me dijo que si quería chambear en Kobén me colocaba para ser policía federal de camino. Era buena chamba porque ganaban bien, pero también los asesinaban, así que no acepté. Aún estaba chica mi hija y mi esposa no me dejó porque según ya no iba a llegar a la casa y me iba a volver malo. (Valentín, 2021-2022)

Así, decidió ocuparse en la albañilería en su pueblo, actividad que desempeñó por dos años. Refiere que esta fue una etapa extenuante, cansada, en la que tomaba mucha “coca-cola” y comida chatarra, de manera que se afectó su salud, le salieron cálculos en la vesícula y fue disminuyendo su fuerza de trabajo.

Tiempo después, unos ingenieros lo invitaron a desempeñarse como sembrador, recolector de semillas y operador de maquinaria. Su experiencia y labor como comisario, años atrás, le permitió entablar confianza con la gente en los pueblos y pudo seguir en el campo. Sin embargo, debido a la deshonestidad de quien era responsable del trabajo, Valentín se vio envuelto en acusaciones y perdió el empleo:

Hacía el desvare para limpiar el terreno, metía la rastra como tres veces para que sea pura tierra y después hacía bordo para poner las naranjas, trabajaba 24 horas continuas y posteriormente me daban un tiempo para dormir en el día. Pero un día empezó un relajo en el ejido, pues el encargado había comprado un terreno en Suctuc, la gente midió la mensura y se dio cuenta de que ese hombre se estaba metiendo en el pueblo. Se lo quitaron y el mismo encargado nos sacó del trabajo, todos nos vimos involucrados, hubo acusaciones, aunque no sabíamos nada. Fue un problema al grado que el encargado nos dijo que no nos pagaría. Así que lo acusé con un licenciado que conocía en conciliación y arbitraje y lo obligaron a finiquitarme, dándome $500 pesos. (Valentín, 2021-2022)

Valentín enfrentó en esos días nuevas acusaciones, señalamientos hacia su desempeño, algo que ya había experimentado. Siendo un ámbito de trabajo donde el apoyo del campesinado y los productores agrícolas son indispensables, las presiones sociales terminaron afectando la confianza y motivación que podía sentir con el trabajo en el campo. En 1990, con 36 años, optó por volver a la música, integrándose a un grupo de jarana, pero duró solamente dos años, pues nuevamente, ante el nacimiento de su hijo, no quiso desvincularse familiarmente.

Acompañamiento y presión familiar frente a la adversidad económica y de salud

En 1994, asentado en su pueblo, Valentín y su esposa lograron llevar a cabo un proyecto familiar, gracias a que ella fue beneficiada por un programa de cría de ovinos, a través del cual le entregaron siete borregos. En este trabajo colaborativo lograron aumentar la producción de borregos, alcanzando los cien animales, vendiendo mensualmente 50 kilos de ovino, disfrutando así de un momento de estabilidad y acompañamiento familiar, donde los hijos también estaban presentes:

Durante el tiempo que me quedé a trabajar en Suctuc, mi mujer se encargó de criar gallinas, cochinos y pavos porque teníamos maíz teníamos de todo y solo conseguíamos dinero para comprar algunas cosas para la casa. Sembraba hortalizas y mi esposa me acompañaba en el terreno cuando iba a ver a los borregos, cuando salían mis hijos de la escuela mi esposa los traía en triciclo con la comida ya hecha ahí comíamos era bonito. Hicimos una casita para poder vivir con los borregos en el ranchito. Ella me ayudaba mucho, yo sembraba maíz, rastreaba el mecanizado y ella atendía los borregos, a las doce del día comíamos un pollo que hacíamos en pib o matábamos un borrego y mis hijos nos acompañaban y ayudaban en lo que podían. (Valentín, 2021-2022)

Sin embargo, tras la llegada del huracán Roxana en 1995, las cosechas de Valentín y familia fueron arrasadas y perdieron sus animales. Al ser un trabajo que se sostenía al día, les resultó imposible recuperarse del golpe. Valentín experimentó nuevamente la falta de remuneración. Su pareja fue quien decidió buscar una forma de autoempleo vendiendo antojitos y frutas de temporada. Él describió que la mayoría de las actividades laborales de aquellos días eran informales y sobre todo “para las mujeres”,17 ya sea que fueran vendedoras en tiendas de abarrotes o despachadoras en tortillerías. A Valentín le preocupaba ver cómo su capacidad para trabajar y su salud disminuían paulatinamente. Cada vez que conseguía un empleo, lo abandonaba debido a malestares como fiebre o dolores corporales por un problema de la vesícula. Por tal, en esa etapa, su esposa asumió la proveeduría económica de manera más enfática. A él no le quedó más opción que permitir que ella continuara como proveedora económica preponderante, lo que les trajo discusiones y disputas por lo que se hacía con el dinero y quién tomaba esa responsabilidad. María compartió sus experiencias:

Yo trabajaba desde que era soltera, limpiaba casas en Campeche. Él se enfermaba mucho y yo era la que tenía que trabajar. Había mucha necesidad y solo había trabajo mayormente para las mujeres y cuando ni había para mí, ¿cómo levantaba a mis hijos que estaban en la escuela? Hacía mi venta de tamales, panuchos y empanadas que, en la escuela, cuando terminaba iba a despachar en una tortillería, así saqué adelante a mis hijos. Como me gustaba tener mis propias cosas, un día saqué mi lavadora y él me regañó, diciéndome que no le gustaba que sacara cosas a crédito, entonces le dije “no tú no lo vas a pagar, yo lo pagaré”. Me aferré hasta lograrlo, con decirte que iba a trabajar en una maquiladora, de seis de la mañana hasta las siete de la noche. (María, 2021-2022)

Fotografía cortesía de Carlos Santiago Marrero.

En 1996, con 42 años, Valentín se animó a cosechar tomates en Ich Ek, comunidad vecina a Suctuc. Ahí participaron inicialmente su esposa e hijo, y ella fue quien lo convenció para colaborar en el trabajo porque él ya no tenía intenciones ni ganas de seguir buscando empleo. Cada huacal de tomate recolectado se pagaba a dos pesos y entre los tres lograban llenar cien al día. Sin embargo, los $200 pesos que lograban ganar diariamente eran solo durante la temporada de cosecha, que no superaba el mes. María lo relató:

Mi hijo y yo empezamos a trabajar en Ich Ek en la cosecha de tomate y traté de convencer a mi marido de ir con nosotros, con dificultad aceptó porque no quería trabajar, decía sentirse cansado; a veces iba y hacía solo dos días y se volvía a salir porque se enfermaba, fue cuando tuvimos un poco de problemas porque yo le decía que no podíamos quedarnos sin dinero por nuestros hijos, se descarriló mucho. Así que cada año íbamos de julio a agosto a recolectar de ocho de la mañana a ocho de la noche, pero era un trabajo eventual, nos daban $2 por huacal y entre mi hijo y esposo hacíamos cien huacales diarios y ganábamos buen dinero, pero a veces entraba plaga y no se cosechaba nada. (María, 2021-2022)

Hacia el año 2004, y ya con 50 años, Valentín es interpelado por su hijo, quien le demandó apoyo para trasladarse a SFC.18 El joven argumentó que irse a Campeche le permitiría mejorar sus estudios: “Si no quieres verme con pala y pico vámonos, aquí ya terminé la secundaria, ayúdame soy tu hijo, sino ¿cuándo vamos a prosperar? quiero seguir estudiando.” (Valentín, 2021-2022). La esposa de Valentín estuvo de acuerdo, así que decidieron irse. Valentín comentó “fue difícil, lo pensé mucho, pues estuvo muy fuerte para mí que mi hijo me hablara así” (Valentín, 2021-2022). Vendieron la casa que tenían, y como no podía vender el terreno ejidal que usaba para criar borregos, se lo prestó-arrendó a su cuñado por el tiempo que lo necesitara por $20 mil pesos. De esa manera fue como se establecieron en Lerma, Campeche.

La llegada a un contexto urbano

“No tenía trabajo, no tenía casa, no tenía terreno y no conocía a nadie”, al llegar a Lerma, Valentín se sentía desmotivado y poco identificado con ese lugar, así que regresaba algunas veces a la semana para ver a su madre: “me iba mucho, porque pensaba mucho en mi mamacita, a veces iba dos días, mi mujer me regañaba, así pasó hasta que me fui acostumbrando y ahora quién me saca de aquí, ya casi no voy al pueblo” (Valentín, 2021-2022). El mismo proceso lo vivió su hija, quien estaba acostumbrada a vivir en ese pueblo y le fue difícil acoplarse: “mi hija tampoco quería estar acá, al principio no le gustaba, pero se acostumbró”, sin embargo, ella encontró pareja en ese mismo pueblo y regresó tras casarse.

Después de un tiempo, Valentín ingresó a trabajar en un centro de rehabilitación como vigilante, donde le pagaban $43.30 pesos diarios, pero renunció después de un año al ser una actividad muy “cansada, fastidiosa y desagradable”, donde ocupaba horas naturales de descanso (trabajaba veinticuatro horas continuas por veinticuatro horas de descanso).19 Posteriormente, encontró trabajo de vigilancia en la agencia Chevrolet, donde ganaba los mismos $43.30 pesos diarios, pero renunció al ser invitado por un empleado del exgobernador Jorge Salomón Azar García,20 como guardia de seguridad. Le agradaba el trabajo, pero vivió momentos de violencia y amenazas, que lo obligaron a regresar al lugar de origen y dedicarse de nuevo a las actividades agrícolas.

Me iban a matar porque no dejé pasar a quien quería asesinar al jefe, pues Salomón trabajaba con el narco y me había dicho que no permitiera pasar a nadie. Esa persona me insultó feo diciendo “te voy a matar” y le dije “cuando gustes, mátame”. Así que un día me escapé porque exponía mi vida, me anduvieron buscando porque había descubierto todas las cosas que hacían, pero gracias a Dios me vine a refugiar en la casa de mi mamá y no volví a regresar. Me estuvieron buscando por un tiempo por la judicial, pero como no salía a la calle, no me hallaron. Me dijo mi mamá “no salgas, cualquiera que venga a preguntar les diremos que saliste de viaje” y así me escapé. Después, me metí a trabajar en el campo con la familia. Tuve la posibilidad de convivir de nuevo con mis hermanos, así estuve por tres años, luego regresé a Campeche. (Valentín, 2021-2022)

Durante ese periodo, la esposa trabajó en la limpieza de casas y el hijo se ocupó como peón de albañil los fines de semana, para apoyar económicamente, pues Valentín solo podía contribuir a través de la cosecha del trabajo en el campo.

Posteriormente, en el 2008 regresó a Lerma, con 54 años, desempleado; recibió la invitación para dar mantenimiento a un terreno de 80 por 60 metros, para sembrar y cuidar injertos en la colonia donde vivía. En ese entonces su hijo trabajaba como electricista, pero las ganancias que obtenía eran para pagar sus necesidades de vestimenta y ahorrar dinero para su boda. Valentín describió ese momento con satisfacción, ya que dominaba el trabajo agrícola y con ello recuperaba confianza y esperanza para mejorar su economía. Al cabo de tres años intentó renunciar, insatisfecho por el pago, puesto que solo le alcanzaba para cubrir su alimentación y la de su esposa, y cuando se quedaba sin dinero tenía que recurrir a solicitar préstamos de su hijo o su vecina, para cubrir su deuda en Coppel.21

Sin embargo, su jefe lo convenció de quedarse con la promesa de que el sueldo mejoraría con el paso del tiempo. En 2019, enfermó gravemente de la vesícula y lo operaron. Atribuyó sus males a la mala alimentación y al consumo de agua no potable en su pueblo años atrás. Durante los momentos difíciles de su enfermedad, su hija y esposa fueron quienes se encargaron de su cuidado, en lo que se recuperaba. Narró que su jefe fue muy comprensivo con él en ese momento:

Desde que empecé a trabajar en el terreno, yo decidía qué hacer, sembré injertos y él nunca me dijo nada. Gracias a Dios ese hombre me ayudó, pues cuando me operaron me vino a ver y me pidió que me cuidara, me daba mi bendición (sueldo) cada semana durante un mes. Después iba como velador en el terreno y me daba mis centavitos, no era mucho, pero me regalaba. Cuando retomé el chapeo ya me dio lo que siempre acostumbraba a pagarme, aunque era poco, para mí era bastante y a veces me mandaba pescado o comida que les sobraba. La operación que me hicieron me benefició, desde entonces ya no hago trabajos fuertes. (Valentín, 2021-2022)

Sin embargo, en el 2021, ya con 67 años, el jefe empezó a tomar otra actitud, dada la epidemia de Covid-19 y el arrastre de los males de salud; las presiones por su ausentismo aumentaron. Insatisfecho y como acto desafiante encara al jefe:

A pesar de que le expliqué y le pedí a mi jefe comprendiera mi edad y situación, me presionó para cumplir con el mantenimiento del terreno, cuando sabíamos que había que aislarse por Covid. Era difícil cumplir no solo por Covid, él no me tenía asegurado y yo recurría muy frecuentemente al médico desde mi operación, pero muchas veces pensé que era mejor trabajar y aquietarme, porque si me quejaba con conciliación y arbitraje no me darían nada, hay mucha corrupción, te hacen perder el tiempo y no solucionan nada. Afortunadamente mi hijo me tenía asegurado en la marina.

Pero con la presión le dije que no iría al trabajo como siempre lo hacía, que tenía que cuidar mi vida, ya que sentía que se estaba agravando la situación de mi salud. Así que decidí ir un día sí y dos días no. Pienso que un hombre de campo que sale a trabajar no necesita ir diario, pues con dos o tres días a la semana puede sacar los mismos resultados. Mi vida no se compra con $600 pesos que me daba a la semana. Él me dijo que si no trabajamos no comemos, consideré decirle que yo sí como, aunque no trabaje, pero para no lastimarnos no le contesté.

Tres días no fui a trabajar y me dijo que no cumplí. Entonces le dije que si le convenía podía buscar a otro, que él se quedaba con su dinero y yo con mi trabajo, que además me pagaba poco y no me quejaba, que se acordara que cuando intentó contratar a alguien más a los dos meses entró a robar en el terreno. Otro día vino sonriendo y dijo que estaba difícil buscar a otra persona, entonces le dije que debería contemplar que llevo nueve años trabajando para él, que hay cosas que me molestan. Agachó la cabeza al decirle todo lo que me había estado callando y se fue. (Valentín, 2021-2022)

Las presiones por su ausentismo continuaron, le dieron dos semanas de descanso sin goce de sueldo, y fue un tiempo que le ayudó a decidir la renuncia definitiva. La esposa le recomendó no regresar a trabajar, aunque el jefe le insistiera “porque ya era mucho aguantar sus regaños”. Ella le había estado ayudando a completar los gastos de la casa, con el dinero que obtenía “de las chambitas que le daban de costura y de limpieza de casas” (Valentín, 2021-2022).

Así que, con el apoyo de su pareja, Valentín sostuvo su postura de no regresar a laborar y emprendió actividades informales. Esporádicamente, limpiaba terrenos donde sus vecinos o conocidos lo contrataban. Tras un fuerte dolor donde lo habían operado, el médico le sugirió cancelar sus actividades. Le fue difícil dejar de trabajar hasta que su hijo le exigió cuidarse, Valentín narra el tono de la reprenda: “papá, ¿qué está haciendo?, ¿qué le he dicho?, ¿quién lo manda a trabajar? si quiere dinero avíseme, no quiero que me vuelvan a decir que está ingresado en el hospital o que me digan que mi papá ya falleció” (Valentín, 2021-2022). En ese momento la esposa tuvo que conseguir un empleo en limpieza de casas y el hijo pudo apoyar económicamente pagando los servicios de la casa y productos alimenticios que necesitaran sus papás, aunque a su mujer no le agradara, pues él había encontrado un trabajo en la guardia nacional.

En este momento en su vida, Valentín empezó a participar más en las actividades del hogar como una manera de colaborar y ayudar a su pareja:

La ayudo pa’la limpieza, lavar los platos, hace años que me acostumbré porque con los años que vamos viviendo nos damos cuenta que necesitamos el uno del otro, pero he visto muchos jóvenes que dicen “cómo voy a lavar un plato, no lo hago, para eso tengo mujer” es el hombre machismo, aparentemente la mujer está bien pero no, muchos se aprovechan de la nobleza de la mujer, uno se da cuenta que no debe ser así, debemos ayudarlas para que salgamos adelante. (Valentín, 2021-2022)

Hasta los últimos días de las entrevistas con Valentín, él se encontraba sin empleo y permanecía asentado en labores domésticas, sin exponerse a más riesgos en su salud, siendo la esposa y el hijo principales proveedores para las necesidades básicas.

Precariedad laboral arraigada en Campeche

La precariedad laboral es observable en la biografía de Valentín, quién vivió una constante insuficiencia económica tanto en los años de vida en el campo como en su arribo a la ciudad. Las deudas, la llegada de enfermedades, eventualidades meteorológicas y el maltrato físico-emocional, detonaron el abandono o renuncia laboral con relativa prontitud. Los ingresos solo le permitían cubrir las necesidades de subsistencia, pues el sueldo estaba sujeto en ocasiones a la voluntad o ánimo del empleador, a los riesgos en el trabajo y también a su estado de salud. El hecho de ocuparse en diferentes actividades como músico, campesino, autoridad ejidal, operador de maquinaria, albañil, guardia personal o vigilante de empresas manifestó lo que se ha reconocido como pluriactividad campesina, señalado por Carton de Grammont (2009), evidencia de una condición laboral y de vida adversa.

La pluriactividad es una práctica común entre familias campesinas que viven del salario de sus integrantes, es la apuesta de familias como la de Valentín para mejorar sus condiciones de vida, aunque eso no suele ocurrir dado que la inestabilidad laboral y la escasez de trabajo dependen de causas estructurales como las condiciones del mercado asalariado (Carton de Grammont, 2009) y las pocas o nulas oportunidades que los Estados pueden generar. Valentín se ha desenvuelto en una etapa socioeconómica donde las unidades de producción campesina o unidades domésticas se han desarrollado bajo un mercado laboral de relaciones asimétricas y desventajosas22 (Warman, 1985:127).

La unidad doméstica es un término adecuado para hacer referencia a que los integrantes de una familia son activos y sus acciones generan diferentes relaciones de convivencia que pueden ser de cooperación, producción y consumo para su sobrevivencia (Estrada, 2011) esto es, cubrir necesidades de supervivencia física y autonomía personal (Amaya et al., 2018:56). Es además un espacio de relaciones económicas solidarias o de conflicto que operan como estructuras de oportunidades para la sobrevivencia y reproducción social del grupo (Salvia, 1995:151). En esa vida laboral adversa en la que transitó Valentín se observó una solidaridad de su grupo doméstico, originando una necesaria reconfiguración de las tareas y relaciones entre él, su pareja y en particular con su hijo menor para resolver las necesidades económicas del hogar.

Reconfiguración de las relaciones familiares

En la narrativa de Valentín, se identifican tres momentos significativos que permitieron observar diversas reconfiguraciones entre él y su familia. En cada uno, hubo un cambio de trabajo y una pérdida de la capacidad de proveeduría económica, debido o aunado a las afectaciones a la salud. Siendo el trabajo y la proveeduría unos de los mandatos de masculinidad más sobresalientes, su capacidad de decisión dentro de la familia resultó afectada.

El primer momento se da cuando Valentín emprende un proyecto familiar tras varias experiencias negativas con campesinos y productores, que afectaron sus ingresos. Él ya no fue la única fuerza de trabajo; tanto su esposa como su hijo tuvieron que participar y se convirtieron en la fuerza laboral y productiva para el bien común. La esposa, además, se vio fortalecida por el apoyo gubernamental que recibió. En tal contexto, agravado por las afectaciones post huracán, el cual arrasó con la producción familiar, se observa de nuevo una reorganización de los roles de género, con discusiones de por medio. Sen (1987:13) indica que, en temas laborales dentro de una familia, los integrantes enfrentan dos problemas: la cooperación y el conflicto, pues en el primero se condiciona poder realizar una o varias tareas por alguno de los integrantes, y en el segundo la disponibilidad que haya para realizar las tareas. Si bien la pareja de Valentín asumió un mayor poder participativo en la economía familiar y empoderamiento en la toma de decisiones, siguió condicionada por su rol de género (Santos, 2014), pues se adicionaron a sus actividades del hogar el involucramiento en actividades productivas y laborales fuera de casa. Valentín, por su parte, con malas experiencias acumuladas con productores, empleados y campesinado, imposibilitado además por problemas de salud producto de su desempeño laboral y condiciones de vida, experimentó la paulatina pérdida no solo del empleo, sino de poder como proveedor económico familiar.

El segundo momento ilustrativo de esta reconfiguración en las relaciones familiares, ocurre cuando Valentín, motivado por su esposa e hijo, se involucra en la cosecha de tomate. Aquí, ya no es él quien toma la iniciativa para el trabajo, sino que son su esposa e hijo quienes tomaron decisiones respecto a ciertas actividades productivas en beneficio de la familia. Su rol como proveedor activo y figura responsable se vio no solo cuestionado, sino en lo vivencial, muy disminuido. Valentín perdió ánimo debido a sus problemas de salud, y a pesar de que él y su pareja vivieron presiones dadas las necesidades de dinero, ella buscó integrarlo a las actividades productivas “convenciéndolo”, dando también señales de una persuasión, en cierta forma, un no-abandono.

Finalmente, el tercer momento se da al final de la narrativa de Valentín, cuando tras fuertes problemas de salud, el hijo le exigió dejar de trabajar. Él atendió la exigencia y la esposa e hijo fueron quienes asumieron la manutención económica del hogar. Esta dinámica había comenzado a gestarse desde años atrás, ya que el hijo, además de contar con un empleo y seguridad social, resolvía la seguridad médica de Valentín. La esposa, por su parte, también tomó relevancia paulatina en la proveeduría familiar, gracias a sus actividades informales que funcionaron como actividades alternativas para la subsistencia económica de la familia.

Estos tres momentos reflejan una transformación en las relaciones familiares y, particularmente, en el lugar de Valentín en la familia. De ser proveedor y autoridad familiar, pasó a ser dependiente en lo económico y en el cuidado de su salud. Además, fue perdiendo capacidad de decisión dentro del núcleo familiar, derivado de sus enfermedades, carencias económicas y conflictos laborales. Jiménez y Tena (2007) han documentado que, en varones del centro de México, la pérdida de autoridad sobre la familia cuando se carece de la capacidad de proveerles implica una clara disminución de la participación en las decisiones consideradas centrales en el hogar, y en consecuencia es recurrente que las parejas asuman el rol de tomadoras de decisiones o bien, llevar a cabo prácticas contrarias a lo que ellos realizarían.

A pesar de la disminución paulatina de su rol como proveedor y tomador de decisiones, Valentín conserva ciertos privilegios, como recibir atención y cuidados por parte de su familia. Estos cuidados están asociados a los roles de género y a su pertenencia a la unidad doméstica, en la que sigue siendo reconocido y valorado dentro de las dinámicas familiares.

Proveeduría económica y grupos domésticos

Como indica Coraggio (2004b:20), las unidades domésticas populares se orientan hacia la reproducción de la vida de todos sus miembros. Coraggio (2004a:273) también señala que en una unidad doméstica se busca abonar en buena medida al trabajo, es decir, a un “conjunto de energías, disposiciones y capacidades manuales e intelectuales”, que cada miembro aporta para sostener al grupo. En ella, los integrantes se vinculan sostenidamente y de forma recíproca (Coraggio, 2004a:209). Tal contexto productivo y reproductivo del grupo ayuda a comprender la importancia de convencer a Valentín para aceptar trabajar con la familia en actividades agrícolas, aún con sus dolencias y su consecuente disminución de la capacidad laboral. También explica la decisión de cambiar de residencia y actividad, al trasladarse del campo a la ciudad para el beneficio de uno de los hijos, manifestación de una lógica de respaldo productivo y reproductivo del grupo doméstico, pues adicionalmente, entre los pueblos originarios como el maya peninsular, la reciprocidad, cooperación y la ayuda son valores familiares y comunitarios de relevancia (Tzoc, 2006:22; Salazar-Tetzagüic y Telón-Sajcabún, 1999).

Desde una mirada sociológica, Kemper (2017) enfatiza la relevancia de valores como la ayuda, la cooperación y la reciprocidad, los cuales forman parte de la economía de las interacciones sociales. A lo largo de su biografía, las personas identifican qué relaciones y qué personas otorgan más beneficios (Collins, 2004), no solo materiales, sino también afectivos. Así, se valora dónde se recibe deferencia, atención, apoyo y preocupación. En este sentido, el cumplimiento del deber dentro de la familia puede considerarse parte de un intercambio de valores sociales, pues cumplir puede ser recompensado con apoyo o atención, acrecentándose el acervo de poder y estatus de la persona, además de potenciar sus capacidades para nuevas interacciones sociales (Turner, 2010:190). En la biografía laboral de Valentín se identificaron episodios donde él buscó cumplir como padre de familia, a expensas de perder una probable mejora económica o ver afectado su desarrollo personal. Ejemplos de ello son su rechazo para trabajar en Kobén y su renuncia a su empleo como músico, en ambos casos, para permanecer cerca de la familia, ver crecer a los hijos y aceptar la petición de la pareja de no alejarse. En esos momentos, Valentín aún conservaba un lugar y posición como proveedor económico y no se debilitaba por problemas de salud o pérdida del empleo.

Estos casos reflejan cómo, en ocasiones, la dimensión relacional y los vínculos familiares fueron más importantes que el desarrollo económico, como también lo muestran los reportes de campesinos mayas de Quintana Roo, al poniente de Bacalar, quienes dada la crisis agrícola por la que atravesaban en la década de 1980, optaron por salir de sus ejidos como trabajadores agrícolas, pero renunciaron no necesariamente por los ingresos, sino por el costo de estar lejos de sus familias, sometidos a horarios a destajo y sin poder garantizar la producción de sus parcelas. Esto evidencia un desajuste con las ideas y valores sociales prioritarios de estos campesinos (Amaya, 2015:135).

Conclusiones

En la biografía laboral de Valentín, su tránsito del cumplimiento de responsabilidades familiares tradicionales hacia una posición de dependencia económica y de salud refleja una reconfiguración de sus relaciones y posición de poder dentro de su familia. Podemos señalar que Valentín, inicialmente, gozaba del cumplimiento de compromisos con la familia y la comunidad, lo cual le confirió obligaciones, autoridad, derechos y poder. Sin embargo, posterior a sus logros comunitarios, al decaer el trabajo remunerado fue debilitándose su capacidad como proveedor económico y el poder consecuente, factor altamente vinculado a la masculinidad, como Ayala (2007:751) reporta en contextos similares. Dicho poder, en lo que corresponde a la toma de decisiones para la subsistencia económica familiar y para ciertos momentos de cuidado a su salud, se vio disminuido. Lo anterior derivado de la inestabilidad, la escasez de trabajo y las malas condiciones laborales (Carton de Grammont, 2009), además de las vivencias de maltrato físico-emocional laboral y sus problemas de salud.

A pesar de ello, pertenecer a una unidad doméstica le confirió a Valentín beneficios económicos y apoyo personal, pues a lo largo del tiempo pudo disponer de acceso a diferentes recursos, como tierras y mano de obra familiar, con lo que se lograban satisfacer las necesidades de consumo, producción económica y reproducción familiar. Además, pudo recibir apoyo en diversos grados de los bienes comunales y participar de las actividades complementarias y del mercado (Domínguez, 1993:122), llegando inclusive a la posibilidad de mantener las relaciones familiares, el respaldo y los cuidados por parte de su pareja e hijos. En el grupo doméstico de Valentín, parece identificarse que el factor relacional es valioso y es una vía cercana a la seguridad de las personas que lo componen. Él experimentó el apoyo familiar para atender su salud hasta entrada su vejez, a pesar de su debilitamiento como proveedor económico.

Los ajustes y reconfiguraciones en las relaciones que se observaron entre Valentín, su pareja e hijo, dejaron ver no solo relaciones de cooperación y apoyo, sino también de lucha y conflicto. Se identificó la vulnerabilidad de Valentín y sobre todo de su pareja, pues a pesar de que ella adquirió poder de decisión y participación en la proveeduría económica de la familia, continuó en actividades productivas, domésticas y laborales fuera del hogar, lo que generó una condición de mayores responsabilidades y actividades sin ver mejoras económicas sustantivas, dado que, hasta donde se alcanzó a observar, continuó en labores informales cuando Valentín se asentó en el hogar para recuperar salud y seguridad. Lo anterior invita a un mayor análisis de las relaciones de género y deja como tarea pendiente profundizar y debatir en esta área. Asimismo, las realidades de vida de familias que aún viven de las actividades agropecuarias ameritan un mayor análisis, donde la exacerbación del consumo de bienes y servicios y la búsqueda de prestigio y poder a través de la capacidad adquisitiva monetaria, están desafiando estas otras formas de vida en colectivo.

Desde la experiencia de esta investigación, se identifica que, para mejorar el diseño de las políticas públicas en torno a la mejora de las oportunidades y condiciones laborales de familias campesinas en Campeche, es recomendable incorporar una perspectiva que tome en cuenta los entornos socioculturales, territoriales y afectivos que hombres y mujeres campesinos construyen en su vida cotidiana, así como sus aspiraciones de vida y vinculación familiar, para entender la lógica en la que interactúan y toman decisiones en escenarios adversos. Además, para enriquecer el análisis en el aspecto metodológico, será indispensable contar con las narrativas de otros miembros de la familia y de personas del entorno laboral.

 

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Todos los enlaces de la bibliografía fueron consultados el 10/11/2024.

Entrevistas

Valentín (2021-2022) Entrevistas con hombre campechano (Comunicación personal), San Francisco de Campeche, Campeche.

María (2021-2022) Entrevistas a mujer campechana (Comunicación personal), San Francisco de Campeche, Campeche.

 

Notas

 

1 La diferencia entre ambos conceptos puede residir en que mientras el trabajo supone actividades que se realizan por el ingreso percibido a partir de ellas, la ocupación es una actividad que puede o no ser remunerada (de la Garza, 2009).

2 Actualmente, Campeche ocupa el primer puesto a nivel nacional de divorcios, con una tasa de 4.75 por cada mil habitantes de 18 años o más, comparado con la tasa nacional de 1.86 (INEGI, 2023a).

3 Se muestra a través de la agresión producida por la persona que ostenta el dominio económico, la manipulación para gestionar los gastos o la privación de recursos, lo que induce al aislamiento y la angustia por la satisfacción de las necesidades personales y/o familiares (Instituto Nacional de las Mujeres, s/f).

4 Campeche presenta el tercer lugar en suicidio a nivel nacional con 18.8 por cada cien mil personas, solo después de Chihuahua y Yucatán (INEGI, 2022).

5 A nivel estatal, de las 441 mil personas que constituyen la Población Económicamente Activa, 268 mil tienen trabajos informales y 8 mil son desempleados (STPS, 2024).

6 Espacio territorial en el que se presenta una serie de configuraciones espacio-temporales que se caracterizan por actividades agrícolas y agropecuarias; el campo, la naturaleza, la baja densidad de población y la sociedad campesina (Rodríguez, 2022:10).

7 El maltrato también llamado violencia laboral, es “el acto dañino intencional (voluntario) emitido por un miembro o varios miembros en el contexto laboral, dirigido en contra de otra(s) persona(s) que tiende hacia la eliminación, descalificación del(os) trabajador(es) de la organización; estos actos pueden ser físicos, económicos y psicológicos. Por lo general se presentan de manera combinada y pueden repercutir en la salud del receptor” (Vivas, Delgadillo y Mercado, 2008).

8 No solo ha crecido el desempleo, sino también la población ocupada sin prestaciones sociales, así como los empleos informales (Robles et al., 2020:324).

9 Las trayectorias laborales a partir de la biografía laboral no son únicamente una acumulación de datos de empleos en el tiempo, sino caminos imaginados, cambiantes, buscados y evaluados por los propios individuos en un momento dado, dentro de ciertos mercados, contextos ocupacionales y dispositivos institucionales que limitan su acción (Hualde et al., 2016:200).

10 Desde hace algunos años, la gente de la región se dedica a la producción de maíz mediante el sistema de milpa y el cultivo mecanizado, este último en tierras planas, abiertas a cultivo de forma definitiva y trabajada con maquinaria desde la década de 1970, cuando se incorporaron además agroquímicos y semillas mejoradas. La apicultura también tiene una importante presencia en la región (Martínez et al., 2018:97). Desde la segunda mitad del siglo XX, Hopelchén ha sido objeto de programas para el fomento de la agricultura industrial, y en las primeras décadas del siglo XXI se comenzó la adopción de nuevos cultivos, como la soya transgénica (Martínez y Vázquez, 2019).

11 Históricamente, la economía de SFC se sustenta en la agricultura, la pesca, la industria manufacturera, el sector servicios y el comercio (Secretaría de Turismo, 2014). En la actualidad, las actividades económicas más importantes son: agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, comercio, construcción, industria manufacturera y servicios sociales (STPS, 2024).

12 En Lerma, de un total de 3112 viviendas, el 18.6% no cuentan con energía eléctrica y el 19.9% no tienen drenaje (INEGI, 2020c).

13 Calonge (2016:91) señala que las dificultades para el acceso y la falta de servicios básicos en las periferias urbanas afecta principalmente a las poblaciones más desfavorecidas.

14 En este contexto, el maestro desempeñaba un rol fundamental al formar parte de las misiones culturales: agencias de educación extraescolar itinerantes, integradas por equipos de trabajo multidisciplinario que brindan capacitación para el trabajo, educación básica y que promueven el desarrollo comunitario. Estas misiones, iniciadas en 1923 durante el sexenio de Álvaro Obregón, buscan incentivar el desarrollo individual y colectivo, a través de fomentar e impulsar el mejoramiento económico, cultural y social en las comunidades rurales (Subsecretaría de Desarrollo Educativo, s/f).

15 Banrural tenía a su cargo canalizar créditos a los productores pequeños y medianos, fundamentalmente ejidatarios, de las áreas de riego y temporal, en tanto que los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) y la banca comercial atendían a los medianos y grandes productores de las áreas de riego y de buen temporal. El Banrural obtenía un subsidio considerable con la “recuperación” de créditos vía la transferencia del seguro agrícola. Sin embargo, el incremento de los costos de producción ante el retiro de subsidios y las altas tasas de interés reales afectaron de manera notable la capacidad de pago de los productores. Aquellos que caen en cartera vencida, incluso tras reestructurar sus adeudos, en general no vuelven a recibir financiamiento (Santoyo, Muñoz y Altamirano, 1997).

16 Centro de Reinserción Social ubicado en la localidad de Kobén, colindante a la ciudad de San Francisco de Campeche, Campeche.

17 Actualmente, en Campeche, los porcentajes de ocupación según distinción por sexo son muy similares, pues en el caso de las mujeres, el 62% (103,044 de un total de 166,094) son trabajadoras subordinadas y remuneradas, y el porcentaje en cuanto a los hombres es del 62.8% (169,021 de un total de 269,325) (INEGI, 2020b).

18 El 12% de la población de toda la entidad migra a SFC con motivos de estudios (INEGI, 2020b).

19 Se estima que existen en México tres veces más compañías o empresas de seguridad privada que las que están formalmente registradas (Padilla, 2020). Para Campeche, en el 2018 estaban registradas únicamente 48 empresas. La falta de registro de muchas de las mismas les permite contratar por tiempo parcial, por épocas determinadas, sin estar sometidas a los requisitos oficiales, evadiendo la regulación existente y trayendo consigo problemas de derechos laborales, como las jornadas excesivas y la ausencia de prestaciones imprescindibles ante un trabajo de alto riesgo (Serralde, 2020).

20 Gobernador Constitucional de Campeche de 1991 a 1997.

21 Empresa mexicana con sede en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, México, que fue fundada en el año 1939 y con sucursales en toda la República Mexicana. Cuenta con ventas a través del otorgamiento de créditos con pocos requisitos y repartos sin costo. Proporciona tarjetas de crédito a sus clientes para que puedan adquirir sus productos y servicios. Para ello, se debe realizar un pago inicial que depende del historial crediticio, correspondiente al 10% del total de la compra; para el monto restante se tiene la opción de abonar con plazos que van desde los 8 hasta los 36 meses. En caso de que el producto no sea liquidado, se continuarán generando intereses adicionales por la falta de pago (la tasa de interés dependerá del plazo de pago que se elija, por ejemplo, para doce meses es del 42%, y para 18 meses es del 63%), se verá afectado el historial crediticio y no se podrá usar más el crédito Coppel (Castro, Choperena y Gómez, 2008).

 

22 En el caso del sureste de México, funciona un sistema de ciudades tipo enclave con algunos nodos de jerarquía funcional media en el contexto nacional, que, aunque cuentan con una fuerza gravitacional más baja comparado con otras regiones, son centros de atracción de trabajadores provenientes de localidades pequeñas y dispersas con difícil acceso por la menor densidad de comunicaciones terrestres. Estos núcleos urbanos cuentan con baja capacidad para integrar y proporcionar servicios a un elevado número de asentamientos rurales en condiciones de mayor rezago social y con fuerte presencia indígena, todo lo cual se asocia a una calidad de vida más precaria (Sánchez, 2023:377).