Thomas A. Lee: un amigo desde mi memoria[1]

El jueves 31 de enero de 2013 llamé por teléfono a Thomas, eran las 7 de la tarde, había estado tratando de localizarle desde mediados de ese mes para invitarlo a participar en el Diplomado “Procesos de cambio en Chiapas”, organizado por el Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas; quería que compartiera su gran proyecto sobre el Camino Real de Chiapa a Guatemala. Apenas en diciembre habíamos conversado sobre ello, su entusiasmo era desbordante, planeaba incluir a los habitantes de los diferentes pueblos en él, lo veía como un detonante en beneficio de esas poblaciones.

Cuando tomó la llamada, me dijo “qué bueno que llamaste, aquí está una alumna de historia que quiere hacer su tesis sobre las plantaciones de azúcar de la Depresión Central en la época colonial, ¿qué fuentes históricas conoces?; empecé a sugerirle algunas lecturas y como media hora después me preguntó para qué le había llamado. Entonces le pude explicar de qué trataba el diplomado y su posible participación. Aceptó de inmediato y me explicó que tenía nueva información y documentos que quería que discutiéramos, así acordamos encontrarnos en mi casa el lunes 4 de febrero, porque al día siguiente se iba a la zona chol y Palenque. El día anterior recibí la llamada de un amigo que no sabía cómo decirme lo que había le sucedido a Thomas en Palenque y lo delicada de su situación. A partir de ese momento, Thomas ocupó mis pensamientos, estaba triste, angustiada y enojada; muy enojada por lo ocurrido, la ineficiencia de los servicios, la escasa información y mi incapacidad para ayudarle.

Durante 15 días mis recuerdos de Thomas y su familia, de una amistad cultivada desde los años sesenta del siglo pasado, se entremezclaban con su delicado estado de salud, lo poco que sabía sobre él me lo comunicaban los amigos del Cesmeca-Unicach y Fanny López. Hace un año, recibí la noticia de su fallecimiento por un mensaje de celular de un amigo común. A lo largo de este año Thomas ha estado conmigo, como seguirá estando en mi memoria. Si como escribiera Paul Auster, la memoria es “el espacio en que una cosa ocurre por segunda vez”,[2] gracias a mi memoria hoy es el día que celebro la vida de Thomas Lee.

Resulta imposible, en unos cuantos minutos, resumir las vivencias compartidas con Tom durante medio siglo de amistad, durante ese tiempo hubo momentos de alegría y de tristeza, de compañerismo, de apoyo, de discusiones académicas, de aprendizaje. Aludir a todo ello resulta imposible, por eso retomo las palabras de Marguerite Yourcenar: “…extraña que es toda existencia, en la que todo fluye como el agua que corre, pero en la que únicamente los hechos importantes, en vez de depositarse en el fondo, emergen a la superficie y alcanzan con nosotros el mar”,[3] que me permiten situarme en la época que conocí a Thomas.

Le conocí poco después de la exploración al Cañón del Sumidero en 1962, año en que nació la amistad de Thomas con dos de mis hermanos y de ahí que frecuentara la casa familiar; recuerdo que en una ocasión llevó la película de la expedición, mis padres invitaron a varios amigos y la reunión resultó divertida, pues el español de Thomas era muy pobre y sus explicaciones terminaban siendo jocosas. Creo que fue la primera vez que le llamé la atención sobre su descuido en el uso del español, por supuesto nunca me hizo caso.

Sin duda, la experiencia del Sumidero despertó en Tom la pasión por Chiapas, en su informe de la expedición escribió:

Al fin, el río nos ha mostrado su otra cara. ¿Dónde está nuestro verde y suave amigo de ayer? ¿Por qué con coraje corre ya con color blanco lleno de burbujas, que se rematan contra las rocas, sólo para regresar, desviarse hacia un lado u otro para buscar un camino similar hacia otra roca aún más grande? ¿Por qué brinca, repara, se revela y regresa sobre sí mismo en su búsqueda de una salida más fácil? ¿Qué poder misterioso empuja el agua que viene atrás con tantas ansias que no puede esperar la que va de frente a desalojarse? ¿Serán sólo las burbujas que lo vuelve de verde a blanco puro? ¿Habrá algo del espíritu del agua en su blancura? ¿Cómo se combate una cosa que cambia a cada paso? Miles de preguntas corren por la mente […].[4]

Cito estas palabras de Tom porque todas las preguntas que se formuló lo revelan como un verdadero antropólogo de campo. En nuestra época de estudiantes, el trabajo de campo y la observación eran fundamentales. Nunca tuvimos vacaciones de verano, ése era el tiempo de salir a trabajo de campo, de confrontar lo aprendido en las aulas —teorías, técnicas de investigación, etcétera— con la realidad, había que salir de los salones a observar, a mirar o prestar atención a aquello que nos interesaba conocer para responder a preguntas de cómo es, está, se hace u ocurre, y a formularse otras de investigación. Fue el Río Grande de Chiapa y su cuenca en donde llevó a cabo importantes investigaciones arqueológicas, lugares que recorrió incansablemente a lo largo del tiempo. Fueron las preguntas de Thomas las que le llevaron con el tiempo a escribir el precioso texto sobre las rutas de comunicación con Tabasco y el norte de Chiapas y sus relaciones con el desarrollo cultural del Chiapas Central, publicado en inglés en 1978 y traducido al español hasta 1989.[5]

Pasaron 16 años entre las preguntas que se formuló en El Sumidero y la publicación de ese texto; sin que ello signifique que descuidó su trabajo arqueológico; significa, más bien, que Tom entrelazaba conocimientos a partir de las respuestas a sus interrogantes sobre diversos tópicos; era obstinado, en el sentido de perseverancia, de empeño, lo que le llevó a la elaboración de proyectos de largo aliento, a pesar de reveses, dificultades, negativas de apoyo, burlas y situaciones peores que tuvo la gentileza de confiarme en momentos en que la tristeza y la decepción lo embargaban; nada de ello le hizo abandonar una idea que consideraba importante.

En alguna ocasión me confió que una de sus grandes ilusiones era encontrar un códice prehispánico, me dijo que estaba seguro de que ello no ocurriría, por esta razón tenía el proyecto de publicar los códices mayas con una bibliografía especializada. Quería que los códices fueran accesibles en México y ofrecer las herramientas para su estudio. Pasaron 10 años desde que tuvo la idea de esa publicación y de buscar afanosamente quien le apoyara, hasta que en 1984 el Dr. Heberto Morales Constantino, entonces rector de la Universidad Autónoma de Chiapas, invitó a varios académicos, entre ellos a Tom y a quien escribe, a colaborar en el diseño del proyecto del que sería el primer centro de investigaciones en ciencias sociales de esa institución, hoy Instituto de Estudios Indígenas. En esa tarea estábamos embarcados y Tom no abandonaba la idea de publicar los códices, yo sabía que se acercaba el décimo aniversario de la fundación de la universidad y le comenté a don Heberto sobre el trabajo de Tom, el rector me pidió que le dijera a Thomas A. Lee que presentara su propuesta. Cuando el rector aprobó la publicación, Tom no daba crédito. El libro fue presentado en el auditorio del Museo Regional de Antropología en Tuxtla Gutiérrez, por Roberto Moreno de los Arcos, Mercedes de la Garza y Marisela Ayala; la alegría de Thomas era contagiosa, su perseverancia había cristalizado.[6]

Otro ejemplo de su persistencia es el espléndido libro Ámbar de Chiapas. Historia, ciencia y estética, publicado en 2004.[7] Sin duda, la idea nació desde fines de los 60 cuando publicó The artifacts of Chiapa de Corzo[8] y el artículo en coautoría con Carlos Navarrete “Apuntes sobre el trabajo del ámbar en Simojovel, Chiapas”. En el libro reúne trabajos de diversos especialistas que ofrecen una amplia cobertura acerca del ámbar.

Hago un paréntesis sobre este libro, me lo comentó con profunda tristeza y enojo, algo que yo no podía creer; el libro apareció en 2004 publicado con una leyenda que dice: “Con base en la inexistencia en el mercado nacional e internacional de un texto que recopile el historial, el valor científico y la belleza del ámbar de Chiapas, los gobiernos federal y estatal, a través de la Secretaría de Economía y la Secretaría de Desarrollo Económico, editan el libro… el cual tiene por objetivo brindar un marco de referencia cultural e histórico, difundiendo con calidad, a nivel mundial, los múltiples atributos de esta importante joya de México”. Años después dicha edición fue mutilada, quitaron la contraportada y arrancaron las hojas del directorio, una hoja del índice y la presentación del entonces gobernador Pablo Salazar Mendiguchía; me pregunto a quién debemos tanta estupidez.

Imposible abordar toda la obra de Tom, además quién soy yo para evaluar su enorme legado en estudios arqueológicos acerca de Chiapas; pero sí conmino a la Escuela de Arqueología de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas a traducir su obra, a preparar antologías de sus artículos, ponencias y conferencias, dispersas en diversas publicaciones, algunas muy difíciles de conseguir. Me atrevo a tal exhorto porque si algo le preocupó siempre fue devolver a Chiapas y a los chiapanecos los conocimientos generados sobre esta tierra de la que se sentía parte; preocupación y compromiso ético que se tradujo en su siempre generosa disposición para apoyar proyectos de investigación, creación de dependencias académicas y la difusión del conocimiento. En sus últimos años daba entrevistas en radio y televisión, impartía clases, dirigía tesis, y como era su costumbre iba de pueblo en pueblo dictando charlas en las casas de la cultura, tratando de devolver a la gente algo de su historia. Cómo le gustaría saber el impacto que tuvieron esas “charlas” pueblerinas; hace poco tiempo Jan y Diana Rus me comentaron su sorpresa de que en el camino a las cascadas de El Chiflón se detuvieron en un puesto de agua de coco y refrescos, atendido por un matrimonio; al conversar con ellos, el señor recordó que cuando era un niño de 4° de primaria Thomas llegó a su pueblo a dar una conferencia acerca de la historia prehispánica de Chiapas, y se quedó allí dos días dando pláticas sobre la historia de la región; ese hombre, de unos 35 años, lo recordaba 25 años después diciendo lo orgulloso que se había sentido del pasado de su región gracias a esas charlas. Estoy segura de que Thomas se sentiría satisfecho y feliz por su esfuerzo al devolver sus conocimientos, pues caló hondo en algunos de sus escuchas y ello permanece en sus memorias.

Thomas era generoso con sus conocimientos y siempre estuvo dispuesto a compartirlos y a debatir, también a guiar por Chiapas a expertos y a novatos, involucrándose y apoyando diversos proyectos de investigación de epigrafistas, arqueólogos, historiadores y antropólogos sociales. Si se trataba de saber algo sobre el pasado o presente de Chiapas, siempre estaba dispuesto a ayudar, sin importar si era un estudiante que empezaba en el campo de la investigación o alguien reconocido por sus aportaciones en su disciplina.

Cuando se proponía algo y lo tenía que escribir no lo detenían sus dificultades con el idioma, así que se presentaba intempestivamente en mi casa, angustiado, trayendo un texto que debía presentar al día siguiente, pidiéndome que le ayudara a corregirlo; la corrección se volvía divertida, pues como me dijo en una ocasión John Clark, el texto estaba lleno de “tomasismos”, que generalmente eran términos en inglés “castellanizados” por Tom; no sólo recurría a mí, también iba con otras personas. Como ésta recuerdo muchas peripecias con Tom, por ejemplo, conocí Toniná con él. Lo que iba a ser un paseo familiar terminó en un viaje juntos, creo que su familia consideró prudentemente no ir pues conocían el sitio. Hoy se visita fácilmente Toniná; a principios de los 80 no era tan sencillo. Cuando llegamos observé que por el sitio vagaba ganado vacuno y que había que subir por sendas marcadas por las vacas; empecé a resistirme, fue imposible, Tom estaba dispuesto a que yo subiera y conociera el sitio, me propuso ir delante y ayudarme dándome jalones, el trayecto fue difícil, la tierra y las piedras estaban flojas, tardamos horas, ya en la cumbre recibí una de las mejores lecciones sobre urbanismo maya. Bajamos con dificultad “arriando” ganado y muertos de la risa.

Cada paseo con su familia o con él era divertido y al mismo tiempo una generosa clase de geografía, arqueología, botánica y antropología, un intercambio variado de conocimientos; aunque en ocasiones no podíamos ir juntos, siempre nos comunicábamos lo novedoso o lo de nuestro interés. Nuestro interés compartido sobre los zoques nos llevó a organizar, junto con otros colegas, tres reuniones de investigadores del área zoque; la primera en Tecpatán (1986),[9] la segunda en San Cristóbal de Las Casas (1997)[10] y la tercera en Tuxtla Gutiérrez (2004).[11] Estas reuniones fueron posibles no sólo por su vasto conocimiento acerca del área y su pasado prehispánico, sino también por su permanente interés en los zoques actuales.

Dicho interés nació en la época que llegó a Chiapas y vivió en Tuxtla Gutiérrez, ciudad en la que tenía su sede la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo. Allí Thomas combinó su trabajo arqueológico con tareas de antropólogo social, colaborando incluso con los miembros de la Mayordomía del Rosario en la construcción del templo de Copoya y participando activamente en las festividades de dicha asociación. En 1968 trabajó en la región del Río La Venta, explorando cuevas secas,[12] en los 90 volvió al cañón de ese río como miembro del proyecto arqueológico que investigaría dentro de él; algunos de los resultados de su trabajo aparecen en el libro Río de La Venta. Tesoro de Chiapas.[13] Preocupado por dar a conocer la historia de esa región se dio a la tarea de convocar a reuniones académicas y a publicar trabajos de él y otros investigadores sobre ella.[14]

Sus profundos saberes sobre el periodo Preclásico de la Depresión Central de Chiapas, sus estudios sobre Izapa[15] en la Costa, su permanente interés en la cultura olmeca, su participación constante en congresos y la publicación de sus hallazgos, hicieron de Tom uno de los pensadores más profundos del pasado precolombino de Chiapas; además debemos reconocerle también la insaciable curiosidad científica que lo llevó a abordar diversas temáticas en diferentes regiones con un permanente trabajo de campo. Si pensamos en su obra como legado, debemos a través de ella considerar que junto con sus aportes, nos compartió una serie de inquietudes y propuestas de investigación. Nunca fue un soñador, no se quedaba imaginando en vano en el umbral de su casa, cuando él pensaba algo ya estaba dándole forma en su cerebro y se ponía en acción para conseguirlo.

Ejemplo de lo anterior es su proyecto del Camino Real de Chiapa a Guatemala, con tantas tareas pendientes. Me pregunto durante cuántas décadas fue acumulando información documental y de campo a partir de sus conversaciones con campesinos de la región, sus discusiones con historiadores, antropólogos, lingüistas y arqueólogos, sus constantes recorridos de campo; ¿nació la idea a finales de los 70?, época en que empezó sus investigaciones sobre los pueblos coxoh y la arquitectura vernácula, no lo sé, pero en los últimos años dedicaba todo el tiempo posible a concluirlo, interesado en el conocimiento y también en mejorar las condiciones de vida de los pobladores del viejo camino, a pesar de sus avances, quedan muchos pendientes.

La inauguración, hoy, 18 de febrero de 2013, de los edificios de la Escuela de Arqueología de la Unicach, no fue un sueño de Thomas; él consideraba absurdo que en Chiapas no existiera una escuela de arqueología, no la soñó, puso su mejor esfuerzo y sus conocimientos, tocó todas las puertas necesarias, entusiasmó a colegas y no descansó hasta que se creó la escuela que inició sus labores en una pequeña casa del centro de Chiapa de Corzo, entonces continuó en su empeño de que tuviera instalaciones adecuadas, hoy que se inauguran, además, los cursos, qué mejor homenaje a quien debemos esta escuela.

¿Cómo ve esta vieja amiga a Tom?, hoy lo imagino contemplando desde el cerro de San Sebastián a Chiapa y su río, y a la Escuela de Arqueología, satisfecho de haber vivido su vida; en palabras de Elena Garro:

Aquí estoy sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga.[16]

Dolores Aramoni Calderón
Instituto de Estudios Indígenas
Universidad Autónoma de Chiapa
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Notas

1 Texto a partir de las palabras pronunciadas el 18 de febrero de 2014 en el primer aniversario del fallecimiento de Thomas A. Lee, en la ceremonia de los cursos e inauguración de los edificios de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, en la ciudad de Chiapa de Corzo.

2  Auster, Paul, 2012, La invención de la soledad, Editorial Planeta, Colección Booket, México, p. 118.

3 Yourcenar, Marguerite, 1985, Como el agua que fluye, Ediciones Alfaguara, Madrid, p. 264.

4 Lee Whiting, Thomas A., 1996, Una exploración de El Cañón del Sumidero. Informe de la segunda expedición realizada a través de El Cañón del Sumidero, sobre el río Grijalva, Chiapas, México, Secretaría de Educación Pública del Estado de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

5 Lee Jr., Thomas A., 1978, “The historical routes of Tabasco and northern Chiapas and their relationship to early developments in Central Chiapas”, en Thomas A. Lee, Jr. y Carlos Navarrete (editores), Mesoamerican communications routes and cultural contacts, Brigham Young University, Papers of the New World Archaeological Foundation 40, pp. 49-66, Provo, Utah (1989 Rutas históricas de Tabasco y el norte de Chiapas y su relación con los desarrollos culturales tempranos de Chiapas central, en Comercio, comerciantes y rutas de intercambio, Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, México, pp. 149-178).

6  1985, Los códices mayas, Intr. y bibliografía por Thomas A. Lee, Jr., Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Universidad Autónoma de Chiapas.

7  Lee Whiting, Thomas A. (Coord.), 2004, Ámbar de Chiapas. Historia, ciencia y estética, Gobierno del Estado de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

8  Lee Jr., Thomas A., 1969, The artifacts of Chiapa de Corzo, Chiapas, Mexico, Brigham Young University, Papers of the New World Archaeological Foundation 26, Provo, Utah.

9  Centro de Estudios Indígenas, 1986, 1ra. Reunión de Investigadores del Área Zoque. Memorias, Universidad Autónoma de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

10  Aramoni, Dolores, T. A. Lee y M. Lisbona (coordinadores), Cultura y etnicidad zoque. Nuevos enfoques en la investigación social de Chiapas, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas-Universidad Autónoma de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

11  Aramoni Calderón, Dolores, T. A. Lee Whiting, M. Lisbona G., 2006, Presencia zoque. Una aproximación multidisciplinaria, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Chiapas, Universidad Autónoma de Chiapas, Universidad Nacional Autónoma de México, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

12  Lee, Jr., Thomas A., 1985, “Cuevas secas del Río La Venta, Chiapas. Informe Preliminar”, Revista de la UNACH, pp. 30-42, Unach, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

13   Badino, Giovanni, A. Belotti, T. Bernabei, A. De Vivo, D. Domenici e I. Giulivo, 1999, Río La Venta. Tesoro de Chiapas, Tipografia Turra, La Venta Associazione Culturale Esplorazioni Geografiche, Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, Gobierno del Estado de Chiapas, Padova, Italia.

14  Del Carpio Penagos, Carlos Uriel y Thomas A. Lee Whiting (editores), 2007, Historia, sociedad y ambiente en la cuenca del Río Negro, frontera Chiapas-Oaxaca, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Lee Whiting, Thomas A., D. Domenici, V. M. Esponda, C.U. del Carpio, 2009, Medio ambiente, antropología, historia y poder regional en el occidente de Chiapas y el Istmo de Tehuatepec, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

15  Lowe, Gareth W., Thomas A. Lee, Jr. y Eduardo Martínez Espinosa, 1982, Izapa: An Introduction to the Ruins and Monuments, Brigham Young University, Paper of the New World Archaeological Foundation 31, Provo, Utha. (2000 Izapa: una introducción a las ruinas y los monumentos, Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas).

16 Garro, Elena, 1992, “Los recuerdos del porvenir”, en La narrativa contemporánea II, Editorial Patria, México, pp. 1-196.