Willibald Sonnleitner

Elecciones chiapanecas:
del régimen posrevolucionario
al desorden democrático


Año: 2012
Editorial: El Colegio de
México, México D.F.
ISBN: 978-607-462-376-5
Páginas: 503


Elecciones Chiapanecas es un libro obligatorio para estudiantes y estudiosos interesados en la transición democrática mexicana. Aunque el estado de Chiapas no figura entre los más importantes a nivel nacional, tiene una de las poblaciones indígenas más grandes del país y es allí donde surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), una de las organizaciones sociales más significativas en la historia moderna mexicana, cosa que no se tiene que subrayar para los lectores de esta revista. Por lo tanto, Chiapas es un lugar ideal para examinar la pregunta central de este libro: ¿hay una tensión inexorable entre la democracia electoral y las prácticas políticas indígenas? Sonnleitner se aproxima a esta pregunta, en parte, analizando los resultados de las elecciones y las encuestas de opinión pública. Sin embargo, va más allá del enfoque típico en las elecciones y el comportamiento electoral en su uso de una variedad de perspectivas metodológicas para interpretar los datos electorales. Mientras la mayoría de los estudiosos de elecciones se enfocan en la dimensión psicosocial del voto —sobre las actitudes, las convicciones y las preferencias individuales— Sonnleitner busca construir una “sociología multi-dimensional y territorial”. Esta agenda metodológicamente ambiciosa, en esencia, vincula los niveles macro y micro de análisis para explicar el porqué del voto de los chiapanecos, mediante un enfoque específico en el pluralismo creciente de la década de los noventa y en la transición a la democracia electoral de la primera década de este siglo. Esta perspectiva combina las ideas, conceptos y metodologías de varias disciplinas de las ciencias sociales, incluyendo la sociología, las ciencias políticas, la antropología, y la geografía. Más impresionante, Elecciones Chiapanecas es la culminación de más de una década de trabajo de campo en Los Altos de Chiapas. Sonnleitner ha escrito un libro amplio y ambicioso que sería de interés para muchos latinoamericanistas y mexicanistas dentro de las ciencias sociales. El libro está escrito de forma clara y coherente y se divide en dos partes centrales con cuatro capítulos cada una: la primera parte se enfoca en Chiapas más ampliamente, y la segunda en Los Altos de Chiapas. El libro incluye un disco compacto con mapas, gráficas y fotografías.

En la primera sección, Sonnleitner sitúa Chiapas dentro de la transición mexicana. A pesar de la tardanza con la que llegó la transición a Chiapas —en las elecciones federales de 1988, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) todavía recibió 90% de los votos válidos en el estado— a principios de 1994, se había vuelto un mosaico de corrientes y facciones electorales. En seis cortos años, Chiapas cambió de ser un bastión priísta a un estado donde cuatro o cinco partidos políticos compitieron regularmente. Sonnleitner argumenta que desde el advenimiento de la competencia electoral al principio de los noventa, los electores chiapanecos frecuentemente cambian su afiliación partidista debido a que el sistema fragmentado de partidos políticos es generalmente carente de fundación programática e ideológica. Es decir, los partidos políticos funcionan más como facciones personalistas que como organizaciones con plataformas y programas coherentes y también estables. Regresando a la pregunta central del libro sobre etnicidad y democracia, Sonnleitner argumenta que la volatilidad electoral y la fragmentación partidista son endémicas por todo el estado; postula que las diferencias electorales dentro y entre las regiones no están basadas en la identidad étnica. Es decir, en términos de las preferencias electorales, no hay patrones observables entre los distritos indígenas y no-indígenas. Sonnleitner argumenta que las diferencias más significativas que existen en los resultados electorales se dan en la residencia urbana versus rural. En resumen, Sonnleitner rechaza rotundamente el argumento “culturalista” que yuxtapone la política indígena y la democracia occidental. El argumento de Sonnleitner es provocativo: los antropólogos que estudian las regiones indígenas mexicanas han tendido a enfatizar las diferencias entre las indígenas y las no-indígenas más que las similitudes.

Sonnleitner confronta otra pregunta difícil y controversial en la primera sección del libro que ha sido fuente de mucho debate al nivel nacional en México: ¿cúal fue el papel del EZLN en la transición democrática electoral en Chiapas? Sonnleitner nota que el liderazgo del EZLN cambió su posición sobre el voto entre 1994 y 2001. Examinando los datos electorales para las elecciones a gobernador en 1994 dentro de las municipalidades zapatistas, la participación electoral fue de 75%, arriba de la tasa estatal de 67%. En las elecciones municipales de 1995, los líderes zapatistas llamaron a sus bases a no votar, hecho que lastimó al PRD y trajo al PRI al poder. Para los finales de los noventa, el liderazgo zapatista adoptó una postura de no-intervención en el voto, y en 2000 muchas de sus bases votaron por el candidato de la coalición no priísta para gobernador, Pablo Salazar Mendiguchía. Salazar perdió frente al candidato priísta en los distritos zapatistas mientras ganó a nivel estatal. Desde 2001, los líderes zapatistas se han distanciado de la política electoral. Sonnleitner argumenta que hoy día el PRI tiene más apoyo en las regiones históricamente zapatistas —con algunas excepciones— que en el resto del estado —una consecuencia ciertamente no prevista para un movimiento que en 1994 se declaró en guerra contra el gobierno mexicano y la hegemonía priísta.

En la segunda parte del libro, Sonnleitner cambia de un nivel macro de análisis a uno regional y local, enfocado en Los Altos de Chiapas, una región mayoritariamente indígena que ha sido estudiada por legiones de científicos sociales, particularmente antropólogos, tanto nacionales como extranjeros desde la década de los treinta. Durante décadas, los científicos sociales describieron las comunidades indígenas de esta región como lugares fuertemente unidos alrededor de sus costumbres y rituales indígenas y aislados del resto del estado. Desde la década de los setenta, esta imagen de las comunidades ha sido desafiada por algunos estudiosos quienes han subrayado tanto la relación simbiótica entre las comunidades indígenas y las ciudades no-indígenas que las rodean, como las divisiones serias que dividen a estas comunidades —e.j., entre denominaciones religiosas y clases sociales—. Sonnleitner se sitúa claramente dentro del último campo, argumentando que las comunidades indígenas alteñas son extremadamente diversas; Sonnleitner describe las diferencias significativas aún existentes entre alcaldías dentro de municipios relativamente pequeños. El enfoque de Sonnleitner en la segunda parte del libro analiza la relación entre las prácticas indígenas —a menudo referidas como usos y costumbres— y la democracia electoral occidental. Me impresionaron mucho los estudios profundos de caso en los capítulos cinco y siete de esta sección. En el capítulo cinco, Sonnleitner examina cuatro comunidades alteñas, dos que ejemplifican el pluralismo electoral y acomodo entre los usos y costumbres y el sistema electoral —Chalchihuitán y Huixtán— y dos que han experimentado mucho más tensión y conflicto y donde el pluralismo electoral está mucho menos aceptado —Tenejapa y Zinacantán—. En el capítulo siete, Sonnleitner cambia al nivel micro para examinar a fondo uno de sus cuatro estudios de caso: la municipalidad de Huixtán, que consiste en tres alcaldías pequeñas. Sonnleitner deriva dos argumentos centrales de sus estudios de caso: 1) que cuando los investigadores agregan los datos electorales a nivel de distrito se pueden llegar a conclusiones erróneas sobre el grado de unanimidad en estos distritos cuando son, en efecto, muy diversas, y 2) que cuando los usos y costumbres son ampliamente aceptados en una comunidad tienden a ser integrados al sistema electoral con relativa facilidad. Por el contrario, cuando una parte de la población no acepta los usos y costumbres es más probable que surja conflicto y menos probable que se logre el pluralismo electoral.

En suma, Sonnleitner ha escrito un libro comprensivo y rico en detalle sobre las elecciones en Chiapas. Aun los que estarían en desacuerdo con su interpretación de los datos electorales encontrarían en ellos mucho de interés a nivel informativo. Algunos investigadores cuestionarían las definiciones de democracia que usa Sonnleitner que se derivan de los estándares y normas occidentales, un enfoque basado en las instituciones formales de la democracia. Según este contexto, los usos y costumbres indígenas a menudo se presentan como obstáculos a la democracia. Este libro no explora definiciones alternativas de la democracia; Sonnleitner no se desvía de las definiciones clásicas liberales que se enfocan en las reglas de procedimiento y en las instituciones políticas.

La publicación concluye con una reflexión sobre la diferencia entre el pluralismo electoral y la ciudadanía plena, argumentando que no son la misma cosa y que los obstáculos a la última en Chiapas son reales y desalentadores, especialmente en Los Altos donde las tasas de pobreza son de las más altas en todo México y donde las opciones económicas son extremadamente limitadas. Hay grandes desafíos a la democracia electoral y la ciudadanía en Chiapas: el sistema de partidos políticos es fragmentado; el voto es mayormente faccional; la ciudadanía sigue siendo un concepto abstracto; y las instituciones políticas son débiles. Aunque Sonnleitner es generalmente optimista sobre las posibilidades y logros del pluralismo electoral y la democracia en Chiapas, anota que aun en comunidades donde la competencia electoral es más débil, la gente apoya las elecciones y, por lo general, ve el pluralismo electoral creciente como algo positivo para sus comunidades, aunque no es utópico en su evaluación general. No obstante Chiapas ha cambiado dramáticamente desde 1988 en términos de resultados electorales y competencia electoral, la marginalización y la pobreza que históricamente han caracterizado esta región siguen existiendo.

Shannan L. Mattiace[1]
Dept. de Ciencias Políticas
Allegheny College (Meadville, PA, EEUU)

Notas

1 Ph.D. en Gobierno, de la Universidad de Texas, Austin (1998). Profesora titular de ciencias políticas en Allegheny College, Meadville, PA, EEUU; temas de investigación: inmigración México-Estados Unidos; identidad étnica en el sureste mexicano; movimientos sociales mexicanos. Correo electrónico smattiac@allegheny.edu