Melina Vázquez,
Pablo Vommaro,
Pedro Núñez,
Rafael Blanco
(comps.)

Militancias juveniles en la Argentina
democrática. Trayectorias, espacios
y figuras de activismo

Año: 2017
Editorial: Imago Mundi,
Buenos Aires
ISBN: 978-959-793-249-6
Páginas: 197




La publicación de un libro es siempre una buena noticia. En este caso, gratifica además porque se trata de una recopilación que plasma un sostenido trabajo colectivo de investigación realizado por integrantes del Grupo de Estudios sobre Políticas y Juventud, del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Gepoju-IIGG,[1] donde tanto compiladores, como autoras y autores, desempeñan tareas de investigación. Militancias juveniles en la Argentina democrática. Trayectorias, espacios y figuras de activismo, compilado por Melina Vázquez, Pablo Vommaro, Pedro Núñez y Rafael Blanco, reúne diversos matices de la “acción colectiva” en clave generacional surgidos de articular “militancia-activismo” y “juventudes”, analizados desde distintos enfoques e intereses de investigación. En cada uno de los trabajos se recuperan trayectorias, espacios y figuras del activismo en dos momentos de la historia social y política argentina.

Las diversas perspectivas, escenarios y estrategias metodológicas ofrecidas hacen de cada artículo una unidad, a la vez que evidencian un diálogo fluido entre las y los autores. Por esa y otras razones que iremos desarrollando, creemos que esta publicación es un avance en torno a la recuperación y comprensión de sentidos, prácticas y experiencias del “activismo juvenil”, no sólo en el campo de los estudios sobre juventudes, sino que es superadora de aquéllos acerca de las formas de participación y compromiso político que suelen tomar a las y los jóvenes como simple categoría demográfica. Esta obra ofrece indicios que confirman el protagonismo que han tenido las juventudes en las dinámicas sociales y políticas no sólo en nuestro país, por cierto, sino en América Latina y el mundo.

Los textos nos sitúan en dos momentos significativos para reflexionar sobre participación y movilización juvenil” en nuestro país. Por un lado, los años de transición y retorno de la democracia comprendidos entre 1982 y 1987.

Los ochenta de la guerra de las Malvinas, el juicio a las juntas militares y la lucha por los derechos humanos, como así también de los momentos de tensión producidos por los alzamientos militares que sacudieron el estado de derecho. Pero más aún, son años marcados por el significado potente si no absoluto que adquirió la “democracia” como horizonte de sentido y como una experiencia de vida a partir del triunfo de Raúl Alfonsín en 1983.

Por otro lado, el pasado inmediato, que toma el periodo de 2008 a 2015 —gobierno kirchnerista— caracterizado por las reconfiguraciones políticas luego de la crisis del año 2001 y donde puede hallarse una renovada trama discursiva de sentidos, experiencias y prácticas organizativas juveniles, tal como se manifiesta en algunos de los trabajos de esta obra. Sin embargo, estos dos grandes momentos no se encuentran para nada inconexos sino, por el contrario, también se incorpora la dimensión comparativa para reflexionar sobre ambas temporalidades, apelando a las figuras de “rupturas”, “hito”, “ciclos” o “etapas”, según el caso.

El libro está organizado en tres partes que ordenan y presentan los periodos elegidos de modo cronológico. Por la multiplicidad de miradas y situaciones narradas, para presentarlo tal vez deberíamos partir de la relación excluyente entre “juventudes” y “militancia”, hilo conductor de dos temporalidades articuladas. Una, los tiempos históricos y cortes epocales en los que se indagan atributos comunes y elementos disímiles a partir de la mirada situada; y otra, una temporalidad más vasta que intenta, a partir de dicha vinculación, contrastar y comprender procesos complejos de la historia y poner en primer plano la riqueza de los procesos de luchas y compromisos, donde las y los jóvenes han sido intérpretes vitales. La universidad y el partido, la escuela o el barrio, son los territorios recuperados en tanto escenarios de las formas de politización juvenil y para indagar la compleja relación y lógicas de la acción colectiva y el activismo. En los años ochenta, puede rastrearse no sólo las tensiones y confluencia intrageneracional e intergeneracionales y los vínculos que se fueron armando en un momento caracterizado como de “aprendizaje”, sino también el encuentro entre dos generaciones que hallaron en el ocaso de la dictadura, en la transición y en la primavera alfonsinista, el eje articulador para la construcción política a pesar de la diversidad de escenarios y procedencias militantes.

La dimensión del Estado y lo estatal es incorporada como escenario ineludible para la recomposición de las instituciones, la instalación y desarrollo de políticas públicas en los años ochenta y como espacio de inserción de jóvenes militantes donde desplegarán sus “carreras políticaso una suerte de “profesionalización del activismo”. O bien, como un campo estratégico para la construcción de la militancia juvenil, motivo que puede atribuirse a la incorporación de funcionarios jóvenes en la gestión del kirchnerismo, expresiones todas de las formas de participación política de jóvenes en democracia. Hay otro elemento que es posible reconocer en cada uno de los artículos y es la persistencia de indagar qué se entiende por “ser joven” en cada momento histórico. ¿Qué universo dinámico y heterogéneo es lo “juvenil” o la o las juventudes”?, así en plural y sin arriesgar definiciones unívocas. Por el contrario, se suscitan líneas e intereses de investigación en torno a usos, disputas y sentidos acerca de tal categoría desde las voces mismas de las y los entrevistados y sus testimonios que permiten recuperar la noción de “generaciones”. Parafraseando a Mannheim (1961) podemos decir que a una generación pertenecen no sólo quienes comparten un momento histórico en el que han sido socializados, sino que se suman rasgos comunes que comparten las y los sujetos que transitan experiencias similares. Así, se presenta en la primera parte “Lecturas del pasado”, que se nutre de cuatro capítulos que recuperan trayectorias, espacios y figuras del activismo en los años ochenta. Es entonces que se produce el encuentro de dos generaciones unidas por el compromiso con la democracia y el distanciamiento hacia la militancia setentista, en especial, la opción por la lucha armada. En “Otros caminos, otros destinos. Transformaciones en los espacios y prácticas cotidianas de participación juvenil en los años ochenta”, Rafael Blanco y Pablo Vommaro vislumbran la conformación de un ethos militante en el que se perfila el modo en que se articularon creencias, valores e ideologías en las prácticas militantes, a partir de la confluencia de dos generaciones en el espacio y tiempo de la recuperación de la democracia en el partido y la universidad. En la cultura, en la discusión escrita o en los recitales de rock, se delinearon canales de expresión del clima festivo de los primeros años del alfonsinismo hasta que comienza a ser opacado por la crisis económica, la obediencia debida y el punto final, mostrando el agotamiento de esa generación militante, resignificando modos de activismo y compromiso político juvenil que se verán en los años siguientes.

El gobierno de Alfonsín no fue ajeno a la creciente participación e instaló “lo juvenil” como “asunto público”, a manera de reparación histórica a una generación fuertemente golpeada por la dictadura militar y la guerra de las Malvinas. En el segundo capítulo, “Un papel protagónico que cumplir. Las juventudes en las políticas públicas de los ochenta en Argentina”, Mariana Liguori y Analía García reconstruyen la experiencia de la Subsecretaría de la Juventud e indagan el modo que se pensó y se configuró un deber ser joven como producción socioestatal y parte de un proceso de intercambio y diálogo con los saberes académicos aunque, como bien se desprende del texto, tuvo más que ver con “tomar conocimiento de la situación y de la problemática de las juventudes”. Es interesante que desde la experiencia singular de la Subsecretaría se puede reconstruir el modo en que se pensaba el Estado, la intención de ampliar sus políticas, de incluir a grupos hasta entonces invisibles que se hicieron presentes y lograron protagonismo en plena efervescencia política.

El tercer capítulo, “Un llamado a la unidad. La experiencia del Movimiento de Juventudes Políticas (MOJUPO) en la transición a la democracia”, Marina Larrondo y Alejandro Cozachcow recuperan la experiencia de ese espacio político de la transición democrática y encuentro de generaciones que fue constituido a partir de un “llamado a la unidad”, como demanda de coyuntura y como condición de posibilidad para la construcción conjunta de las juventudes políticas. Tal amalgama de voluntades y experiencias que significó Mojupo supo de su fortaleza en las calles, en marchas multitudinarias, pero también se consolidó en el marco de acuerdo y reuniones de discusión política que le otorgaron reconocimiento. El propio Alfonsín se entrevistó con referentes de Mojupo un día antes de asumir como presidente, marcando un anticipo del lugar que tendrían las juventudes en su gestión y que quedara explicitado en su primer discurso a cargo del ejecutivo. Dicho movimiento logró aglutinar a referentes del radicalismo, el Partido Intransigente, la Juventud Peronista, la Federación Juvenil Comunista, entre otros, en torno a la construcción de “causas colectivas” resumidas en las consignas tales como la defensa de la soberanía, en contra del imperialismo y las multinacionales, para el logro de la “liberación”. Sin embargo, se terminó diluyendo luego de las decisiones del gobierno relacionadas con los derechos humanos, lo que fue entendido como claudicación, y por la incorporación de jóvenes radicales a la gestión pública.

En “Carreras, retratos y relatos militantes. La transición democrática desde una mirada biográfica, Melina Vázquez y Marina Larrondo recuperan los relatos de cuatro jóvenes militantes, su trayectoria y su rol durante la transición democrática, momento en que inician o continúan su activismo en espacios diversos desde su identidad partidaria en el Partido Intransigente, la Unión Cívica Radical, el Movimiento al Socialismo, y el Partido Justicialista. Las autoras indagan a partir de dichas historias de militancia las maneras en que se vive el “compromiso político”, así también las razones que hacen que dichos compromisos se renueven, luego de finalizada la dura dictadura militar. “En” y “para” la democracia es el denominador común con el que pesquisar los modos de activismo y dar sentido a la militancia desde distintos puntos de inserción, sea la universidad, el sindicato o el partido.

En la segunda parte del libro, “Miradas en perspectiva”, se retoman los diálogos establecidos por las y los autores en clave de la reconstrucción histórica y procesual de los periodos de mayor transcendencia en la recomposición de la vida política de las organizaciones juveniles. Así los autores logran rastrear, dede una perspectiva generacional, los desplazamientos de las prácticas políticas de las juventudes movilizadas en diversos ámbitos de activismo —el territorio, la escuela media— en el ciclo de movilización política de los años ochenta, hacia procesos de apertura y resignificación en la configuración de otros modos de participación política signados por la instalación de una “narrativa autonomista” de la acción colectiva, y atravesados por múltiples tensiones y derroteros en los periodos de mayor conflictividad social y política de la década de los noventa y los años posteriores al estallido social de 2001.

Desde esta perspectiva, las experiencias de producción política intergeneracional vinculadas a la configuración del territorio por parte de los jóvenes en el sur del Gran Buenos Aires son abordadas por Pablo Vommaro y Arley G. Daza en “Jóvenes en territorio. Política y espacialidad colectiva en barrios del sur del Gran Buenos Aires entre los años ochenta y la actualidad”. La propuesta de los autores sitúa a lo largo de las últimas tres décadas los procesos que vinculan en clave generacional los modos de participación política de las y los jóvenes en relación con las formas territoriales devenidas de las prácticas políticas activadas en la complejidad social y política contenida en los procesos de espacialización.

Con este propósito se rastrean las experiencias de participación de jóvenes en los procesos de toma de tierras, conformación de asentamientos y activación de las Comunidades Eclesiales de Base de la zona, en los años ochenta. Le sigue el análisis, que traza diálogos con los años noventa, de las formas de participación de los jóvenes organizados en el Movimiento de Trabajadores Desocupados de la zona. Finalmente, son exploradas en profundidad las experiencias de participación política, que tienen lugar en el periodo posterior a 2001, del colectivo Frente de Organizaciones en Lucha y un colectivo de jóvenes indígenas de la comunidad qom-yapé.

Bajo una mirada cualitativa, la apuesta por abordar las configuraciones políticas a nivel generacional” conlleva a la reconstrucción situada de los principales hitos y figuras militantes, aglutinantes de cada periodo, como referentes de las luchas colectivas de las organizaciones territoriales. Así, son rastreados los entrecruzamientos entre las nociones de autonomía, producción y diversidad, como dimensiones que abarcan transversalmente las formas políticas instituidas y sedimentadas a partir de lo que denominan como “proceso de territorialización de la política”.

En esta perspectiva, se destaca la inscripción territorial de figuras de la militancia-activismo con roles protagónicos en el movimiento de derechos humanos durante los ochenta; así como la fijación en la memoria territorial de los militantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki,[2] referentes ineludibles en la dinámica autonomista del Movimiento de Trabajadores Desocupados de los noventa para finalmente advertir, a partir de 2001, en procesos de hibridación y reinvención de lo territorial en el reconocimiento de la multiplicidad y las alteridades como nuevas formas de producción de procesos de individuación política.

En otro sentido, las reconfiguraciones del movimiento estudiantil secundario argentino son abordadas por Pedro Núñez, Fira Chmiel y Estefanía Otero en “Estilos de hacer política en la escuela secundaria: un estudio de la participación juvenil en dos escenas históricas (1982-1987 y 2010-2015)”. Los autores, partiendo de una mirada sincrónica, indagan en las formas de participación estudiantil en la escuela media desplegadas en el marco del movimiento estudiantil secundario en dos periodos de movilización política: el primero abocado a la recomposición del movimiento estudiantil en los años de restauración democrática, y el segundo activado a partir de las transmutaciones de las formas de participación política estudiantil en el marco del último gobierno kirchnerista.

El análisis de la acción colectiva se centra en la exploración de la complejidad de la trama de relaciones y tensiones del movimiento estudiantil a partir de la reconstrucción de las principales causas militantes, demandas, despliegue de repertorios y la instalación de hitos y símbolos generacionales. Acorde con la consolidación de un “ethos militante”, la hipótesis que guía el análisis da cuenta de las potencias y transformaciones en las prácticas políticas del movimiento en clave de desplazamientos en los modos de tramitar y de ocupar la arena pública, que van desde consolidar las formas de participación democráticas e institucionalistas en los años ochenta, a formas horizontales, de acción directa y asamblearias, en los recientes 2010-2015.

El recorrido histórico en torno a la recomposición del movimiento estudiantil en los años ochenta muestra el profundo impacto y voluntad política por la reposición de la vida democrática argentina. Así, en la reconstrucción de las diversas formas de participación política en el ámbito estudiantil de la época, y apoyados en la construcción cualitativa de los relatos y trayectorias de los militantes, los autores indagan la implementación de políticas públicas educativas orientadas hacia la profundización del proceso de “democratización de la escuela media”. Asimismo, cabe destacar el insoslayable protagonismo de las juventudes movilizadas que, desde un variado arco político, ocupó la escena de la primavera democrática.

La heterogeneidad en las formas de participación política se sostiene como rasgo fundamental del movimiento estudiantil secundario argentino, como muestran los autores en torno a las resignificaciones de las experiencias juveniles de habitar lo político en el periodo 2010-1015. En esta línea, una de las mayores riquezas del artículo es el aporte realizado a través del trabajo con técnicas de recolección como entrevistas y, fundamentalmente, la aplicación de encuestas, que les permite la construcción de “figuras de ciudadanía emergente”, en las cuales tipifican los entrecruzamientos entre las formas y ámbitos de participación política en relación con las principales demandas de las y los jóvenes.

Las juventudes como causa pública son el centro de “Fotografía de las juventudes militantes en Argentina. Un análisis de los compromisos políticos juveniles en el Movimiento Evita, el Partido Socialista y el PRO entre 2013 y 2015”, único capítulo de la tercera parte, “Retratos del presente”, en el cual Melina Vázquez, Dolores Rocca Rivarola y Alejandro Cozachcow estudian los procesos de consolidación de las trayectorias de militancia de jóvenes en tres agrupaciones político-partidarias, en el que presentan la compleja trama de articulaciones que profundizan las relaciones entre las carreras militantes y las vinculaciones estatales suscitadas en los procesos de profesionalización de las trayectorias de participación política de los jóvenes de dichas agrupaciones.

El proceso de reconstrucción de las carreras militantes, realizado a partir de la aplicación de encuestas a integrantes de las diversas agrupaciones, ligado a la caracterización de los espacios y del despliegue de las trayectorias de participación política advierte, por una parte, la relevancia de la constitución de redes de sociabilidad como espacios primordiales en los procesos de incorporación a la militancia política juvenil. Las redes de amigos y de vínculos afectivos desplegados en espacios educativos, así como la incidencia de las redes sociales, gravitan como los principales ámbitos de vinculación que habilitan las inserciones a las agrupaciones. Por otra parte, la influencia de las tradiciones políticas se muestra como un elemento constitutivo en las inserciones a los espacios militantes, en los cuales los ámbitos de la vida privada dan cuenta de la construcción de líneas generacionales de tradición ideológica y de participación política.

Las relaciones entre las carreras militantes, los espacios de militancia y el Estado son abordados, finalmente, en clave de las articulaciones entre las trayectorias de las dinámicas de militancia-activismo con el trabajo en espacios estatales. Así, la indagación en dichos entrecruzamientos sostiene las resignificaciones de la participación política partidaria, que da lugar a trayectorias de profesionalización de las carreras militantes, como parte de las prácticas políticas sedimentadas en la complejidad de los procesos políticos y de profundización de la democracia en la Argentina contemporánea.

En conjunto, y cohesionados transversalmente bajo la mirada sociohistórica e intergeneracional, cada artículo logra responder al cuestionamiento que atraviesa el libro, en torno a las relaciones entre las experiencias militantes juveniles y las configuraciones generacionales de la política, enlazando los distintos ámbitos de participación política juvenil en los que son protagonistas.

El diálogo entre autoras y autores en esta publicación es constante y permite, a partir de las variadas expresiones de la militancia, reconstruir contextos políticos más amplios y contrastar, al tiempo que comprender, ambos momentos elegidos como ciclos de revitalización de la militancia juvenil partidaria o territorial. La utilización de múltiples recursos, técnicas y registros de distintos ámbitos de participación, lo hacen un material rico en recuperación de la historia mediante la sociología y la política. Con el material de trabajo de campo, las historias de vida, encuestas, entrevistas, material hemerográfico, panfletos, etc., se desarman y vuelven a armarse de acuerdo con los requerimientos de los relatos y los momentos a narrar como piezas de un caleidoscopio.

Es un libro oportuno, es un libro indispensable para recuperar las luchas, las que dieron muchas generaciones. Es necesario para pensar el presente, donde la política y lo político ha tenido fuertes embates y nos descubrimos a diario combatiendo con los hacedores de la postverdad.

Bibliografía citada

Mahheim, Karl, 1961, Diagnóstico de nuestro tiempo, Fondo de Cultura
Económica, México.

Viviana Norman, Wanda Perozzo R.
Gepoju-IIGG, UBA

Notas

1 Grupo de Estudios sobre Políticas y Juventud es un equipo de investigación con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

2 Jóvenes militantes asesinados por la policía bonaerense el día 26 de junio de 2002 en el Puente Pueyrredón en el marco de una manifestación de movimientos sociales de desocupados.